Puntos cardinales

24/04/2015 - 12:00 am

Prólogo de ASTRONAVE Panorámica de poesía mexicana (1985-1993) UANL-UNAM (2015)

Prólogo y selección

Gerardo Grande y Manuel de J. Jiménez

 

 PUNTOS CARDINALES


I. Lado Este

En el año de 2011 conocí a Margarito Cuéllar en un curso/beca para jóvenes escritores que impartió en la ciudad de Monterrey la Fundación para las Letras Mexicanas, ahí confirmé que las propuestas literarias de jóvenes nacidos a finales de los años 80 y principios de los 90 no sólo son abundantes sino propositivas. Con el fervor de encontrarme poetas entre 18 y 23 años, nació la idea de hacer una panorámica donde se reunieran las voces que recién surgen en México. Comenté mi idea con Cuéllar y sin dudarlo me ofreció apoyos editoriales para llevar a cabo el proyecto. Entusiasmado, regresé a la Ciudad de México y enseguida me reuní con Manuel de J. Jiménez, poeta, ávido lector de la poesía que recién se produce en el país. Comenzamos a trabajar en la búsqueda, lectura y selección de poetas nacidos a partir de 1985 hasta donde se tuviera registro (1993). La exploración fue detallada y al final quedó constituido un cuerpo poético plural.

En los poemas escritos por la generación de los 90 encontramos textos trabajados en imagen y ritmo; en ellos se muestra voces conscientes de sí mismas. Cosmovisiones que se comparten de un poeta a otro. Como se muestra en esta panorámica, hay ya un interés y una acción por hacer obra y mostrar que es posible, a través de la creación, la generación de universos habitables dentro del país.

Una de las intenciones de Astronave es combatir el prejuicio hacia el “poeta joven” como un adolescente incapaz que necesita el aliento de los mayores. Pensemos más en nueva poesía y menos en inmadurez poética. Estas son algunas razones por las que se decidió abrir el libro con los poetas nacidos en los 90, autores que recién dan a conocer su trabajo, que recién encuentran espacios para la difusión de sus textos y que vale la pena leer.

Casos paradigmáticos de obras a edad temprana son Rimbaud y Keats. Podemos citar libros fundamentales escritos por jóvenes: Azul… de Rubén Darío a los 21 años; La casa de cartón de Martín Adán publicado a los 20 años; Luna Park de Cardoza y Aragón publicado a los 22; Andamios Interiores de Manuel Maples Arce publicado a los 24; y Mamá Morfina de Eros Alesi, quien murió a los 20 años.

 

II. Lado Oeste

Siempre que se presenta una selección poética de autores, retornan las mismas preguntas. ¿Qué sentido tienen estos ejercicios de visor literario?, ¿qué consecuencias literarias y metaliterarias tiene la reunión o la formación de un catálogo poético?, ¿qué criterios unen la poética de un autor con otra? Nuestro fin es generar una Panorámica, es decir, dar un encuadre al lector a fin de apreciar las más recientes expresiones poéticas en el país, siendo éstas prolongables en nombres y voces. Asimismo, nuestra panorámica no excluye el concepto de antología, puesto que es una colección de piezas literarias. Agregamos que durante el proceso de Astronave no se antepusieron criterios estéticos o estilísticos particulares; por el contrario, se muestra, en la medida de lo posible, tendencias o corrientes en apogeo e intercomunicación eludiendo a centros y periferias.

Astronave es una Panorámica de la buena fe. Por regla general, lo que registran las antologías son los sedimentos, autores que ya tienen un peso y un lugar en una disciplina. La mayoría de las compilaciones buscan certidumbre, cierto nivel de aseguramiento: el conjunto de talentos comprobados es decisivo. Afortunadamente, también hay antologías pensadas para exhibir lo más novedoso, siempre acompañadas de sana polémica: Antología de la poesía mexicana moderna de Cuesta, Asamblea de poetas jóvenes de México de Zaid y, de las más recientes, Divino tesoro de Fabre. Aunque el antecedente principal de este trabajo es el número 165 de la revista Punto de Partida de la UNAM, editada por Carmina Estrada. En este dossier aparecen 30 poetas nacidos entre 1985-1991, aunque en la muestra se acotó la edad de los seleccionados, la edición “está dedicada a la muy joven creación poética del país. Con el ánimo de abrir espacio a las nuevas generaciones, el año pasado decidimos preparar un dossier con poemas de algunos autores novísimos”. Siguiendo esta línea, la Panorámica, más allá de un parámetro que mide lo escrito en el país sólo por un grupo de poetas, es un muestrario aún dinámico de la poesía más reciente en varias regiones de México, donde se desenvuelven escrituras con características muy peculiares. Aparte del vitalismo, la agitación o el arrojo, los poetas nacidos en la segunda mitad de los 80 exploran otras posibilidades dentro y fuera del poema sin recato ni condescendencia con la tradición. No hay titubeos en apropiarse de medios relacionados con otras disciplinas para sujetar la poesía bajo múltiples soportes y modalidades.

Recordemos que los poetas nacidos en las postrimerías de su siglo son quienes dan el giro de tuerca al canon. Rememoremos a la generación del 27 en España; López Velarde, Vicente Huidobro, César Vallejo, en América Latina. Ojalá sea esta generación (1985-1993) la que dé el giro completo en México. Casi siempre, la división acostumbrada para trazar generaciones es por décadas, pero algunos críticos ya hablan de una “generación del terremoto”, por ser 1985 la fecha de nacimiento de poetas que se desemparejan, en riego, ética y estética, con los nacidos en los primeros cuatro años de los 80. No por nada es 1985 la fecha que se repite más en Astronave, seguida de 1988. En este registro, los poetas, aparte de asumir las técnicas de las generaciones anteriores como: anulación o exacerbación del yo lírico, hibridación de lenguajes, desarticulación del signo lingüístico, uso del hipertexto e intertextualidad, han sabido cultivar sin forzamientos los soportes no convencionales en la poesía. Los creadores advierten que el libro de poesía se transforma en otra cosa más orgánica y lúdica. El uso de la imagen ya no es para hacer “poesía visual” como antaño, sino para confeccionar una obra con contenidos y materiales heterodoxos. Tres posibles sendas de esta poesía son: 1) un desarme limítrofe en el lenguaje a través de los últimos remanentes neobarrocos; 2) la transdiciplinariedad a través de los soportes tecnológicos y audiovisuales; 3) la transdiciplinariedad a través de sistemas o formas de la filosofía y las ciencias. En resumen: la poesía está dirigiéndose hacia otros territorios sin que algunos críticos, todavía varados en las insignes Letras, puedan seguirla.

 

III. Lado Sur

En el sitio virtual concretoons hay un poema digital, que también es un videojuego, llamado Mr. Potato Paz. Al inicio se presenta una reflexión: “En la vida de todo joven poeta llega el momento de responder una pregunta: ¿Cuál debe ser mi posición frente a la tradición? ¿Qué hacer con ella?”. El jugador, para salvarse del fastidio, debe resolver su postura con relación a la viñeta de Octavio Paz: “¿eslabón con el mundo o cacique cultural?”. A través de este soporte digital, se afronta una verdad: nadie puede dudar de la hegemonía de Paz, tanto en la gestión cultural como en la valoración estética, durante la segunda mitad del s. XX y todavía durante el XXI. Junto a sor Juana Inés de la Cruz, Salvador Díaz Mirón, José Juan Tablada y Ramón López Velarde y Ulises Carrión, Paz integra una meseta en la poesía nacional. Para dilucidar el nuevo siglo, el joven poeta o, mejor dicho, la nueva poesía, está en tensión entre la máquina metafórica que supone el apego al poema escrito (Paz) y la mudanza de las palabras en el poema, aproximándose a otro tipo de artes (Carrión). Esta cuestión, marcada en las nuevas generaciones, se hace patente con el propio concretoons.

Sin embargo, entre esta distancia, prospera un sinfín de poéticas que nutren el horizonte. El cálculo no se reduce a la transición entre dos figuras, hay que seguir cada uno de los flujos y líneas del organismo poético. Este organismo, aunque grande, no siempre fue diverso. A pesar de existir un catálogo ancho de poetas nacionales, lo cierto es que no hace muchos años nuestra poesía se hallaba sedimentada, cosa que no permitía una libre salida de planteamientos. Incluso se escuchaba la opinión de críticos y poetas ensimismados que ensalzaban las cualidades ígneas del canon, porque la poesía mexicana era como una “roca fuerte que no se moldea por el tránsito de las modas”. La culpa más allá de Paz y la pléyade del s. XX, la tienen sus imitadores. Favorablemente el panorama cambió y basta con observar la condición de la nueva poesía que viene reconociéndose desde los poetas nacidos en los años 60 y 70.

Pero los poetas que aparecen en esta panorámica (1985-1993), no solamente toman sus referentes de las generaciones inmediatamente anteriores. También abrevan de las corrientes más lejanas. Hacia el interior, voces que llegan desde los albores de la poesía moderna: la pulcritud imaginativa de Gorostiza; el “sin timón y en el delirio” de Owen (después recuperado como arsenal por los infrarrealistas); el sentido socarrón de Leduc; el misticismo sensual de Concha Urquiza y el rescate de la vanguardia endémica con Maples Arce. Después vienen los árboles aún vivos, como el clasicismo atemperado en Bonifaz Nuño; el dejo nostálgico en José Emilio Pacheco; la taxonomía en Eduardo Lizalde y los giros culteranos en Gerardo Deniz. Hay además un ejercicio interesante en el momento de adentrarse en esta panorámica. Primero, sopesar las corrientes líricas de cuadro típico en la tradición: Jaime Sabines y su conversacionalismo provinciano; Enriqueta Ochoa y su alegoría íntima; Elsa Cross y su prestidigitación figurativa, etc. Luego, cotejarlas con las corrientes atípicas: Jaime Reyes y su recorte lingüístico; Orlando Guillén y su neobarroco rupestre; Ricardo Castillo y su reajuste prosódico. ¡El resultado es casi un balance de ecuación!

También la re-asimilación de las vanguardias crea otra composición del mapa poético, no sólo a través del Estridentismo y los Contemporáneos, sino con proyectos posteriores, la mayoría de las veces olvidados. El rescate más sonado fue el infrarrealismo. De este movimiento surge Mario Santiago Papasquiaro, poeta irreverente y vitalista, que echa abajo la solemnidad y el formalismo estéril en el poema. Por su parte, el poeticismo, si bien no perduró y varios integrantes renegaron a la postre de sus postulados ético-estéticos, descollaron a favor de los nuevos poetas, autores como Marco Antonio Montes de Oca, Eduardo Lizalde y Enrique González Rojo Arthur. Asimismo, prospera la reivindicación de poéticas furtivas debido a las políticas estéticas y culturales. Abigael Bohórquez, Ulises Carrión y Manuel Capetillo son muestras positivas sobre la relectura de lo incomprendido o clausurado. Al final, todo esto favorece una tradición más rica, rizomática y expansiva; menos anquilosada.

La poesía mexicana de los 80 y 90 no sólo se alimenta de lo desarrollado en el país. No se puede hablar más de una tradición hermética ni enclaustrada en sus dogmas internos. Estos poetas, que no rebasan los veintitantos años, leen y se construyen con poesía en cualquier otro idioma. Al amparo de las comunicaciones virtuales se retroalimentan con sus pares en Europa o Sudamérica. Precisamente, en torno a la expresión latinoamericana, sigue siendo vigente Medusario. Esta antología, publicada por el FCE en 1996, marca una línea continental todavía indisoluble para las escrituras en formación. Los poetas mexicanos que aparecen son fundamentales por su diferenciación y extrañamiento. Para ejemplo, está el caso de David Huerta y su agitado Incurable. Asimismo, de copiosa lectura están, entre los no mexicanos, Raúl Zurita, Eduardo Milán, José Kozer y Marosa di Giorgio. Fuera de Medusario, otras poéticas referenciales son las de Enrique Verástegui, Julio Inverso, Alejandra Pizarnik y Roberto Piva. La lista se extiende ad infinitum como los poemas que aún están por nacer y ser leídos: esperemos su alumbramiento.

 

IV. Lado Norte

El mejor momento de la vida es este  cuando se monta un tren cósmico y se escriben y se riegan cientos de poemas en una noche para despertar al otro día y escribir y regar cientos de soles que alumbren la siguiente noche   ahora se escriben todos los libros que dios no ha sabido escribir   ahora se pueden moldear las nubes y hacer el poema que el país lleve de sombrero   por nuestra mente pasan los mejores poemas de las ciudades en llamas    porque nosotros vivimos las calles en llamas   y el cerebro es un coctel de ideas jets de celofán y estampidas de animales invisibles y furiosos   furiosamente creativos encendemos la mecha dirigida a la bomba en nuestro pecho   y no somos infantiles ni estamos verdes para dar frutos divinos   Nuestros pasos van seguros y delirantes   no nos menosprecien por tener 20 balas 20 naves 20 ojos 20 puños 20 años en este ex país solitario bajo la noche solitaria   cuando nacimos la ciudades ya estaban jodidas   nosotros las ponemos de cabeza a ver si la fiebre se les baja   Cuántas veces el cielo nos ha volado la cabeza de un disparo   Cuántas veces ha renacido esta mente más brillante   esta sangre luminosa   Que no digan que a los 20 nada sabemos   que a los 20 nada escribimos   a los 20  hacemos de las nubes un lenguaje para romper las barreras geográficas y comunicarnos con los astros   Sabemos el dolor de nacer en un país que hace tiempo está muerto   Tenemos las manos ardiendo   arden porque en ellas escriben los muertos   los muertos son el abecedario con el que escribimos un poema para enterrar bajo la arena   y que en mil años el mar y el viento lo descubran   cuando en mil años el mar y el viento sean dos muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego   A los 20 perros de lotes baldíos   conocemos el lado oscuro de la ciudad   Sus cuerpos mutilados   Sus chicas pidiendo fuego y las caricias de unas manos que devoran todos los sexos por el puro placer del canibalismo   Cuántas veces señores detrás del escritorio nos han dicho que hace falta explotar en serio   Cabrones   no se dan cuenta del big bang que diario hay en nuestra vida

Desde la Casa Eléctrica

en el ex país de México

07/09/2012

Gerardo Grande y Manuel de Jiménez

 

 

Gerardo Grande
Gerardo Grande (Ciudad de México, 1991). Poeta. Publicó La edad atómica (La Bella Varsovia, Córdoba, España, 2014), Fiesta brava (Neutrinos, Entre Ríos, Argentina, 2015), Seguir (Eloísa Cartonera, Buenos Aires, Argentina, 2016). Es co-compilador de Astronave, panorámica de poesía mexicana 1985-1993 (UANL-UNAM, México, 2015).
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