María Rivera
24/03/2021 - 12:03 am
Semana Santa
No sé si usted lo ha percibido, querido lector, pero mucha gente parece haber enloquecido. Con la paulatina e irresponsable reapertura de los negocios y la vacunación en marcha a adultos mayores, muy publicitada pero sin importancia epidemiológica aún, las personas parecen haber olvidado que seguimos inmersos en la misma epidemia, con un nivel de riesgo muy alto.
No sé si usted lo ha percibido, querido lector, pero mucha gente parece haber enloquecido. Con la paulatina e irresponsable reapertura de los negocios y la vacunación en marcha a adultos mayores, muy publicitada pero sin importancia epidemiológica aún, las personas parecen haber olvidado que seguimos inmersos en la misma epidemia, con un nivel de riesgo muy alto.
La gente sale como no había salido y comienza a sentir y pensar que no le pasará nada. No sé si usted tenga la experiencia cercana de adultos mayores que tras recibir una dosis de la vacuna han decidido exponerse como si estuvieran protegidos, asisten a restaurantes o al súper, socializan sin cubrebocas, mal informados por las autoridades o sencillamente rebasados por el encierro. Aún no reciben la segunda dosis, pero algunos ya se han vuelto, muy rápidamente, los nuevos “jóvenes” egoístas, incapaces de entender que pueden contagiarse y enfermar e incluso transmitir el virus a personas no vacunadas como ellos, con consecuencias fatales. Y es que aquí comienzan los problemas de comprensión producto de la pésima información que han recibido. En un principio, se dijo en México que la enfermedad era una “gripe leve” que solo era grave en adultos mayores, y en personas con comorbilidades. La realidad es que la covid-19 es una enfermedad multisistémica capaz de enfermar severamente a cualquier persona sana y de dejar graves secuelas, en casos leves y hasta asintomáticos, incluidos los niños. El nivel de contagio es tan alto que es muy probable que las personas con secuelas vayan a requerir atención médica especializada para la que, no sobra decirlo, el sistema público de salud no está preparado.
Hace un año ya estábamos sumidos en la insensatez de dejar que la población se contagiara, y ahora mismo seguimos sumidos en ella, con las personas activamente contribuyendo a que la epidemia crezca. La única diferencia es que antes no había una evidencia tan abrumadora de que la mejor estrategia para evitar las consecuencias fatídicas de la epidemia, tanto en costo en vidas como en el daño económico, consistía en evitar los contagios, es decir, contener la dispersión del virus. Eso no importa, sin embargo, para el doctor López Gatell y el presidente López Obrador. Seguiremos bajo la misma ruta equivocada, cuesten las vidas que cuesten, y las oleadas que tengan que venir, con las nuevas variantes del virus, más contagiosas y letales e incluso si estas ponen en riesgo a la vacunación misma.
La irresponsabilidad en la comunicación ha creado un caldo de cultivo totalmente explosivo y muy útil al gobierno, porque la mayoría de las personas no entiende cabalmente ni la naturaleza del virus, ni la naturaleza del contagio, ni la naturaleza del riesgo, un año después de que falleciera el primer mexicano y casi doscientos mil muertos después. Lamentablemente, muchos asumen ya que si no se han contagiado tras exponerse, la amenaza es menos importante y pueden seguir haciéndolo. No se dan cuenta de que han tenido mucha suerte de no haberse topado con el virus todavía y que ello se debe al efecto de las restricciones. Obviamente, si todos piensan igual, equivocadamente y de manera simultánea, y salen a exponerse tendremos un problema mayor con las nuevas variantes ¿cuánto tiempo le tomará al virus extenderse a un nivel que sea inmanejable y cuántas vidas nos costará? ¿Por qué gente, que aún siendo racional, no puede tomar decisiones racionales y hasta obvias? Es un tema complejo que seguramente será motivo de estudio para los sociólogos y sicólogos del futuro.
Mientras, aquí y ahora, con las vacaciones de semana santa por venir, la situación no luce para salir a ninguna parte, querido lector, si es usted responsable y empático con los demás, especialmente con el sector médico que no ha sido vacunado, más que caprichosa y parcialmente, y aún sigue indefenso. Pero no solo eso, así como los médicos, las personas con comorbilidades, al principio contempladas en el plan de vacunación, y víctimas principales de la covid-19, han sido totalmente desplazadas, sacadas deliberadamente del discurso del gobierno, después de haber sido sistemáticamente señaladas como la causa de la alta mortalidad en el país. Son millones de mexicanos, adultos mayoritariamente pobres, que podrían enfermar severamente y fallecer si no reciben una vacuna pronto. Y no es un problema menor, evidentemente, sino uno mayor: las personas con hipertensión, diabetes y obesidad representan una gran parte de la población.
Al día de hoy, casi mil personas en promedio fallecen diariamente en el país. Brasil atraviesa, debido a la nueva variante P.1 una auténtica crisis humanitaria con un total colapso de su sistema sanitario y en Alemania, Ángela Merkel acaba de decir que se enfrentan, esencialmente, a “una nueva pandemia”, debido a la preeminencia de la variante B117 que es “significativamente más letal y significativamente más infecciosa” por lo que acaba de imponer un confinamiento estricto para semana santa.
Mientras, en México, donde ya circulan ambas variantes, en lugar de tomar medidas, el encargado de la pandemia crea un decálogo de recomendaciones para que la gente salga de vacaciones… No es extraño, pues, que mucha gente parezca haber enloquecido: la irresponsabilidad la disemina el gobierno.
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