Desde sus primeras horas como Presidente, Andrés Manuel López Obrador se dedicó a enlistar los efectos del neoliberalismo en México durante los últimos 30 años, los cuales se buscarán revertir con la implementación transversal de una economía social y solidaria en las comunidades y en las ciudades.
Ciudad de México, 23 de diciembre (SinEmbargo).- El 30 de agosto de 2017, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) presentó las cifras de pobreza nacional de 2014-2016, que pasó del 46.2 al 43.6 por ciento a nivel nacional. A pesar de la reducción, las autoridades del Consejo advirtieron que por los sucesos de ese año –que ya no se midió– se podría asegurar que la pobreza aumentaría de nueva cuenta.
Tras el paso de Enrique Peña Nieto y de cuatro titulares de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), los niveles de pobreza en el país se mantuvieron: de 2012 a nivel 2016, según las cifras disponibles, la cantidad de personas en pobreza fue de 53.3 millones a 53.4 millones. Ante el reto, el nuevo Gobierno de México le apostará a la implementación de una economía social y solidaria que busca contrarrestar los efectos del neoliberalismo en las comunidades con una visión hacia adentro y con la reconstrucción de las cadenas de valor.
Sin embargo, el reto será cómo medir los beneficios de la implementación de este nuevo modelo, ya que en el sexenio anterior eso fue lo que más se le criticó al Instituto Nacional de la Economía Social (INAES). La Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró fallas en la medición de resultados y por lo tanto en la inversión del dinero.
Y es que desde la administración pasada, en teoría, se inició la aplicación de una economía social y solidaria que se resumió en la implementación de programas productivos que fueron corroídos por la corrupción, coincidieron investigadores. Como consecuencia están las cifras que retratan una pobreza que poco cede y un país que aunque contó con la estructura, no tiene las bases para la implementación.
Para el nuevo director del INAES, Juan Manuel Martínez Louvier, la implementación de la economía social se piensa para un país que se quebró en los últimos 30 años por enfocarse en el sistema neoliberal que priorizó en el mercado y concentró la riqueza en unas manos.
Además, insistió que desde el Instituto se trabaja desde un enfoque que busca demostrar que la economía social no es ni marginal ni pequeña ni se enfoca únicamente en el sector primario de la economía, sino que participa en la generación de riqueza monetaria a través del modelo del cooperativismo.
De acuerdo con Roberto Cañedo Villarreal, investigador de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) y Secretario técnico del comité fundacional del Centro Internacional de Investigación e Información sobre la Economía Pública, Social y Cooperativa (CIRIEC) en México, la economía social, considerada una economía alternativa, plantea poner en el centro del desarrollo económico al ser humano y a la naturaleza, lo que implica pensar en una economía con mercado y no de mercado, como la capitalista.
“La diferencia es que la economía capitalista centra su interés en el desarrollo de las empresas privadas y por lo tanto, de la ganancia. Esto lleva a que el ser humano y la naturaleza sean solo herramientas para lograr la ganancia […] Con el neoliberalismo se buscó que la economía se basara en un mercado, sin la participación del estado y que eso generaría bienestar. Hoy sabemos que eso no es cierto: el resultado es la concentración de la riqueza en unas cuantas manos a nivel mundial y a nivel nacional”, comentó en entrevista con SinEmbargo.
Martínez Louvier dijo al respecto que la primera acción será pasar de unas dinámicas de más clientelismo y subsidios directos, como se hizo en la administración anterior, a la promoción de la persona y de su bienestar, a través de la generación de garantías para que cumplan sus derechos sociales.
“Como INAES corresponde trabajar con el sector social de la economía para que estas garantías de bienestar provengan de la articulación de mecanismos económicos. Que estos derechos se generen a partir de que las personas puedan consolidar mucho más su tener, es decir, su participación en la actividad económica de producción, consumo, ahorro y préstamo pero con una implicación mucho mayor”, sostuvo.
LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL
Cañedo Villarreal, también Coordinador de la maestría en Economía Social en la UAGro, habló sobre la experiencia en otros países. Mencionó que en Europa, particularmente en España, hay una economía social muy fuerte con redes y vínculos de mercado, de intercambio y desarrollo. En América Latina hay casos en Colombia, Brasil, Argentina con una serie de empresas, fundamentalmente cooperativas, que priorizan en que sus ganancias sean distribuidas entre los socios y den bienestar a la comunidad y a la naturaleza.
“Y eso explica varios movimientos: en Estados Unidos, se opta ahora por el nacionalismo antes que globalización; Inglaterra también. Regresan a eso. El fracaso llevó a la pobreza a una gran cantidad de gente. La economía social y solidaria se vuelve un atractivo para muchas de las economías o emprendimientos alternativos en América Latina fundamentalmente porque es la posibilidad de encontrar un nuevo modelo de desarrollo en esta economía”, sostuvo.
Martínez Louvier enumeró otros: Alemania tiene más de 200 años con estos mecanismos para gestionar su sistema financiero y solo el 23 por ciento de las personas utiliza bancos comerciales, el resto utiliza cajas de ahorro o cooperativas; la seguridad alimentaria que tiene un país como Japón, está asentada en una cooperativa y a través de ellos gestionan todo el sistema alimentario y de pesca; en Brasil en los gobiernos de Lula, se activó el sector agrícola que logró triplicarse en los primeros años de implementación, y en Quebec, donde nueve de cada 10 personas participan en algún instrumento de la economía social.
¿Qué pasó con México a pesar de tener un INAES desde 2014 y un Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas en Solidaridad (FONAES) desde 2006? Con base en la experiencia del investigador de la UAGro, antes de la llegada de Peña Nieto, el INAES llegó a esa entidad y se logró formar un bufete de asesoría económica con los estudiantes de Economía.
Luego de 2012, ya con el PRI, presentaron para Guerrero 30 proyectos productivos y solo cuatro fueron aceptados aceptaron, el resto fueron propuestas de INAES.
“Lo que vimos fue la corrupción total y absoluta. Los programas que propusimos siguen trabajando como empresas, solo una no por motivos de delincuencia organizada. Las otras 26 fueron construcciones de interesados del PRI, que lo único que hicieron fue llevarse el dinero. Todo fue a fondo perdido […] Vimos desde dentro cómo la corrupción se comía toda la inversión para el desarrollo de las empresas. Más del 95 por ciento de los emprendimientos de INAES fracasaron y fue por la corrupción”, comentó.
RETO: MEDIR RESULTADOS
Luego de que la medición de efectividad de este tipo de programas fuera un reiterado achaque de la anterior administración, Martínez Louvier sostuvo que se hará un ajuste de indicadores, de métodos de verificación que indiquen si los programas son efectivos o no. “Desde nuestro sitio, cuando hablamos de economía social no solo hablamos de programas productivos lineales, sino de empresas de economía social que tienen que ver con una proyección de actividad económica en el tiempo. El esquema empresarial ya nos muestra en el mundo mucha sabiduría de cómo saber cuando tenemos una efectividad. Si es muy complejo verificar, nos dan puntos concretos, como el índice de retorno medido como en los negocios tradicionales pero también con indicadores de participación social serán luces muy importantes”, comentó.
Parte de que “es complejo” porque debe haber una parte técnica, cuantitativo, medible, evidente, pero al mismo tiempo está en un contexto de cuestiones cualitativa. Ante el cuestionamiento de los “fondos perdidos”, señaló que para prescindir de ellos, se impulsarán los créditos sin intereses y se propiciará una visión de que la inversión pública tiene que generar riqueza y si es tan efectiva, que genere empresas de productividad de largo aliento, provocará que el dinero regrese, no al INAES pero sí que pueda regresar al sector o a las propias empresas y generar ciclos, no proyectos lineales, que hagan que la inversión pública sea mucho más profunda.
“Cuando la gente es capaz de retornar el dinero han sucedido dos cosas, primero, técnicamente el proyecto está bien ejecutado, los que pierden tienen un error en el diseño o hubo intermediaciones en términos de corrupción y malos manejos. Pero si una empresa puede regresar el dinero es porque tuvo una buena estructura. Desde un carácter de bienestar, cuando una persona devuelve el dinero y hace que la empresa sea rentable pasan otras cosas a nivel social: se reduce la dependencia al gobierno, a entidades crediticias, del propio mercado y fortalece las identidades. Genera otro tipo de ciudadanía: la que tiene que ver con el reclamo de derechos y con el cumplimiento de responsabilidades”, agregó.
Cañedo Villarreal sostuvo en este sentido que se deberán generar observatorios municipales, estatales y federales, que ya están en la ley, solo habrá que recuperarlos porque permitirá tener claridad en el impacto de las políticas públicas.
“¿Cómo medir la eficiencia? De medir cuánto dinero se dio y cuánto se recuperó al final del proceso, luego de una proyección de los mismos emprendimientos. Para eso se requiere técnica y mucha gente especializada. La medición será un tema de los más sensibles. INAES a partir de los proyectos gubernamentales podría separarse de los requerimientos reales de los territorios. Debe estar abierto a escuchar los emprendimientos, las organizaciones que nacen de los territorios y le plantean sus requerimientos”, comentó.
México recibe a la economía social con un cuesitonamiento al neoliberalismo desde la primera esfera de gobierno: “Nuestro país ha vivido durante los últimos 30 años una crisis sistémica. El país se nos quebró en las últimas décadas. Lo que ha ocurrido en los últimos cuatro sexenios es que todo el país está en una situación precaria. Toda la implementación de políticas públicas encaminadas a fomentar una economía neoliberal dejó de lado oportunidades tremendas. Aunque existían las instituciones, el protagonismo que tuvieron fue sumamente limitado y la intencionalidad de las secretarías precedentes no los vieron como sujetos de desarrollo”, concluyó Louvier.