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Jorge Alberto Gudiño Hernández

23/12/2017 - 12:02 am

Spots para los metiches

De nuevo una declaración de principios: soy tremendamente metiche. Como en estos tiempos se ha creado una falsa asociación semántica, también aclaro: soy metiche pero no chismoso. Me encanta enterarme de cosas que no están relacionadas conmigo. Escuchar a los otros contarme anécdotas o aspectos muy particulares de sus oficios y profesiones es una de […]

En verdad, los spots son horribles y son excesivos. Si usted quiere, escúchelos o véalos. Foto: Cuartoscuro

De nuevo una declaración de principios: soy tremendamente metiche. Como en estos tiempos se ha creado una falsa asociación semántica, también aclaro: soy metiche pero no chismoso. Me encanta enterarme de cosas que no están relacionadas conmigo. Escuchar a los otros contarme anécdotas o aspectos muy particulares de sus oficios y profesiones es una de mis actividades predilectas. Sin embargo, no suelo corresponder a su generosidad parlanchina: soy parco a la hora de contar cosas sobre mí. Tal vez por eso, y por fortuna, leo mucho más de lo que escribo. Así pues, soy un metiche de un respetable nivel.

Pero no me interesa todo. Sólo las historias que están bien construidas, que tienen algo cautivador que consiga atraparme o que vayan dirigidas a mí (aunque reconozco el encanto que existe en escuchar una conversación ajena sólo para enterarme).

Lo anterior viene a cuento pues han comenzado las precampañas y, con ellas, cerca de dieciocho millones de spots en radio y televisión durante 60 días. Eso significa 300 mil spots diarios. Lo curioso no es el dispendio de recursos comunicativos sino que estos mensajes presuntamente creativos y cotorrones, van dirigidos a un segmento muy reducido de la población. A saber, a miembros de consejos directivos, a afiliados, a personas con credencial de diferentes partidos políticos. En otras palabras, a mí no.

Lo digo para que quede claro. Nunca he pertenecido a ninguna asociación política. No estoy afiliado a ningún partido. No soy consejero o asesor de nadie. Nunca han intentado comprar mi voto. Tampoco me han ofrecido cargos públicos ni he recibido despensas, monederos ni artículo alguno de parte de las instituciones políticas del país. Jamás me he registrado como miembro de alguna organización de este tipo. Las pocas veces que he estado con algún personaje relevante de la vida pública nacional hemos platicado de cosas poco relacionadas con el ejercicio de la política. En otras palabras: ninguno de los millones de spots van dirigidos a mi persona.

Así que no los escucho. No del todo. Vamos, no soy tan ingenuo como para creer la postura del INE con aquello de que estos spots de la precampaña van dirigidos sólo a las bases partidistas. Sé que es una forma velada de iniciar con anticipación las campañas. Pese a ello y a mi ser metiche ya confeso, hago hasta lo imposible por no consumirlos. Me parecen un verdadero atentado a la inteligencia de las personas.

Me imagino un proceso análogo en términos mercadológicos. Una compañía lanza un producto X y, si su presupuesto lo permite, primero diseña una campaña de dos meses en la que inundará los medios electrónicos con 18 millones de anuncios de radio y televisión (después, cuando inicie la verdadera campaña, vendrán muchos más). Pero resulta que el producto es malo, ya lo hemos comprobado. También, que a la hora de anunciarse, prefieren exaltar su empaque o funciones espectaculares pero nunca dice cómo lo hará. Algo así como: “con tomar una de estas pastillas al día, usted obtendrá el mejor cuerpo, será más feliz, tendrá una inteligencia superior y se sentirá en un estado de paz espiritual. Más aún: si todos tomamos esta pastilla, el mundo será un mejor lugar”. Lo peor no es que haya ingenuos que corran a comprar el frasco. Lo peor es que pretendan que adquieran las pastillas aquéllos que, durante años, se han tomado su dosis diaria y ahora son más gordos, más feos, menos felices, medio tontos y viven en un estado permanente de angustia existencial… del mismo modo que todos los miembros de su comunidad y, por si fuera poco, se les garantizara que los anuncios sobre el mentado producto, no son para el consumidor.

En verdad, los spots son horribles y son excesivos. Si usted quiere, escúchelos o véalos. La verdad, a estas alturas de pastillas mágicas y propuestas políticas imposibles, yo prefiero manejar escuchando un podcast en rumano que correr el riesgo de que mi ser metiche me haga poner atención a un spot más.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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