Author image

Germán Petersen Cortés

23/12/2014 - 12:02 am

Reto generacional

Los periodos de descanso, y más aún las vacaciones decembrinas, se prestan para la reflexión. Momentos como estos permiten pasar del análisis coyuntural, anclado en el presente, a la meditación abierta, proyectada hacia el futuro. En este contexto, cabe la pregunta: ¿cuáles son los principales retos de los mexicanos de hoy?, ¿qué le corresponde hacer […]

Los periodos de descanso, y más aún las vacaciones decembrinas, se prestan para la reflexión. Momentos como estos permiten pasar del análisis coyuntural, anclado en el presente, a la meditación abierta, proyectada hacia el futuro. En este contexto, cabe la pregunta: ¿cuáles son los principales retos de los mexicanos de hoy?, ¿qué le corresponde hacer a nuestra generación? En lo político, sostengo que la tarea más trascendente es democratizar el ejercicio del poder. La transición mexicana se ha centrado en democratizar el acceso al poder, pero ha atendido mucho menos la democratización de su ejercicio.

La relación entre gobernantes y ciudadanos en el presente nacional demanda trabajos mayores de ingeniería. La brecha entre clase política y sociedad es grande y en momentos críticos se torna enorme. Por un lado, esto obliga a mejorar la representatividad, es decir, el grado en que las posiciones de los representantes se alinean con los intereses de sus representados. Lo más eficiente para mejorar la representatividad es que los electores premien a quienes sí los representan y castiguen a quienes no, por medio de la reelección, que es ya un realidad en México pero que debe ser ajustada en el futuro, alejándola de la intervención de los partidos.

Por otro lado, acercar a gobernantes y ciudadanos también pasa por hacer de la transparencia lo mínimo a lo que está obligado un gobierno democrático, y construir sobre esta transparencia una nueva agenda de rendición de cuentas y fiscalización. Hay que ponerle diques a la corrupción en todo el aparato estatal, con mecanismos efectivos de prevención y sanción. Qué caiga quien tenga que caer.

La construcción de un auténtico Estado de derecho es, quizá, la promesa de la democracia mexicana más fehacientemente incumplida. La ley no está por encima de todos y, por ende, se impone en todo su rigor solo sobre una minúscula proporción de quienes la infringen. La democratización del ejercicio del poder implica que las autoridades no solo apliquen la ley a otros sino que también se apliquen la ley a sí mismas.

Al parejo de construir un Estado de derecho en el sentido coercitivo del término, democratizar el ejercicio del poder precisa también de edificar un Estado de derechos en el sentido garantista. Mientras las autoridades no coloquen los derechos humanos en el centro de su acción, la democratización del poder seguirá incompleta.

Una de las características básicas de la democracia es la descentralización del poder. El federalismo mexicano hace agua por todos lados: seguridad, recaudación, deuda, gasto, fiscalización. Lo más preocupante es que la discusión sobre sus problemas –ya no digamos el debate sobre sus soluciones– no está en la agenda. La transición abrió la puerta a una descentralización que hoy muestra muchos más vicios que virtudes. A esta generación de mexicanos nos corresponde entender los defectos institucionales del federalismo y crear nuevas reglas e instrumentos que los corrijan.

En otros planos, además del político, también hay problemas estructurales, cuya solución, al igual que en la democratización del ejercicio del poder, exige el esfuerzo de toda una generación. En lo económico, lo prioritario es acabar con aquellas restricciones que limitan el crecimiento económico del país; en lo social, reducir la desigualdad en el ingreso que hace de México muchos Méxicos, que van desde el México de la opulencia hasta el México del hambre; y en lo cultural, urge darle a todos los mexicanos, mediante una educación de alta calidad, las herramientas para desplegar el proyecto de vida que deseen.

La política es la piedra angular para resolver los demás problemas y, por ende, la  democratización del poder es la entrada para después plantarle cara a lo demás.

Considerando lo colosal de los retos, los buenos diagnósticos y las buenas propuestas, aunque son indispensables, no bastan. Se requieren además fuerzas políticas que los impulsen. Una posible objeción es que se trata retos que tardaremos muchos años, cuando no décadas, en superar. En efecto. Y entre más tarde empecemos, más tarde terminaremos. Lo ocurrido en 2014 expone los costos de demorarnos. No hay tiempo que perder. Ojalá estemos a la altura.

Feliz Navidad a todos y lo mejor en 2015.

 

Esta columna no se publicará el próximo martes 30, pues estaré de vacaciones. Nos leemos el martes 6 de enero.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas