Parcial y subjetivo | El festival de la palabra

23/11/2012 - 12:03 am

Hoy comienza la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Desde muchas perspectivas resulta inusual. Sobre todo, porque tiene sede en un país en que los índices de lectura son lamentables. Justo por eso llama la atención que convoque no sólo a todo el mundo literario del país y otras latitudes sino a visitantes que superan el medio millón. Y crece cada año.

El formato se ha ido depurando cada edición. La lista de actividades es similar aunque los autores que la visitan van cambiando. Eso no impide que haya recurrentes. Hay varios que presumen haber asistido a cada una de las ferias. Al margen de las actividades fijas, hay una variable que cambia todos los años: el país invitado (que, en algunas ocasiones, ha sido una ciudad o una región). En 2012 toca el turno a Chile.

Este país tiene una geografía muy particular: pese a sus extensos litorales, está compuesto en muy buena medida por enormes desiertos. Este contraste, junto con una historia reciente que a todos nos suena cercana, hacen de su literatura un acontecimiento por demás atractivo. En esta entrega elaboro una lista de cinco autores chilenos contemporáneos. Cada uno de ellos proviene de una tradición diferente. De esta forma, sus libros contribuyen a construir un relato mucho más completo de lo que significa la literatura de esta zona del mundo. Para ampliarla bastaría con incluir nombres que se han vuelto un clásico universal: Pablo Neruda, Gabriela Mistral o Roberto Bolaño, por mencionar algunos.

El arte de la resurrección

Su vida bien podría ser material para una novela. Gran parte de su infancia y juventud, Hernán Rivera Letelier la pasó en la pampa salitrera. Ahí desempeñó diversos oficios y conoció la miseria. Él mismo cuenta que su incursión a la literatura surgió al escuchar en la radio la convocatoria de un concurso de poesía que daba como premio una cena. Tal vez por esas razones la mayor parte de su obra se sitúa en esta zona yerma de minas e historias tristes. Así, sus novelas no sólo dan vida a personajes inusitados, salidos de la locura del hambre, la insolación o el desahucio; también forman un crisol complejo de lo que es la vida en esos parajes tan agrestes. Sorprende, entonces, la capacidad que tiene para conmovernos con personajes que, si bien se encuentran demasiado lejos de los lectores, son tan cercanos al autor que resulta imposible no volverlos entrañables.

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El plan infinito

La fama le llegó pronto junto con andanadas de críticas. La más frecuente estaba relacionada con sus intentos por pertenecer al realismo mágico sin conseguirlo. Sin embargo, Isabel Allende no se dejó amedrentar. Al contrario, siguió intentando ofrecer nuevas cosas en cada una de sus novelas. Tal vez por eso es sencillo seguir un rastro que muestra claras etapas dentro de sus libros. El realismo mágico de un primer momento iba de la mano con una constante exploración de lo político en su país. El golpe de Estado es algo que le resulta cercano (de hecho, nació en el exilio). Sumó un nivel más para volverse más efectista. Encontrar historias de amor es algo común. Parten de lugares comunes y estereotipos pero consiguen atrapar a los lectores. A últimas fechas ha incluido una dimensión fantástica, casi legendaria. Su obra tendrá detractores y muchos que opinen acerca de las diferentes etapas de su escritura y su calidad. Lo que es innegable es que ha sido una autora prolífica que bien conoce el oficio de narrar.

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Mala onda

Los escritores latinoamericanos nacidos en la segunda mitad del siglo XX suelen clasificarse a partir de su relación con el Boom. Alberto Fuguet es uno de sus mayores detractores. Ha sostenido, desde que se convirtió en escritor, que América Latina no se parece en nada al realismo mágico. Por ello, ha propuesto una poética mucho más urbana, que parte del retrato vivo de la sociedad y, al mismo tiempo, cargada de referentes extranjeros. Los conoce bien en tanto vivió los primeros años de su vida en Estados Unidos. De hecho, esos años lo marcaron profundamente. No sólo porque le permitieron ver a las literaturas regionales de otra forma sino porque le abrieron el panorama en tanto escritor. Así, lo mismo ha escrito novelas que libros de cuentos, cómics que guiones para cine, incluso ha dirigido sus propias películas. Si su obra requiriera un calificativo preciso, éste tendría que ser: provocadora.

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El albergue de las mujeres tristes

Aun cuando también sufrió el exilio político por culpa de la dictadura, sus temas predilectos tienen que ver con las mujeres. Es difícil establecer si la etiqueta de feminista queda bien con las novelas de Marcela Serrano. Sobre todo, por el riesgo que implica etiquetar de esa forma. Sin embargo, lo cierto es que gran parte de su éxito como novelista obedece a su capacidad por tratar temas femeninos. Más aún, da la impresión de que se ocupa de contar historias donde están involucrados los intereses de las mujeres. Así, ha ido construyendo un claro referente que abarca al género femenino contemporáneo chileno. Aunque encontrar un lector modelo es algo poderoso en la medida en la que se puede orientar la escritura a un público cautivo, también se debe aceptar que, entonces, sus novelas no son para cualquiera. Sin que esto sea necesariamente negativo (ningún libro es para todo público), la fluidez de su prosa y sus historias conmovedoras consiguen trasladar a los lectores a un mundo propio.

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La razón de los amantes

La literatura suele ser el pretexto idóneo para que los autores saquen a relucir sus obsesiones o sus ideales. Tal es el caso de Pablo Simonetti. Aunque su obra no es muy extensa, ha tenido un fuerte impacto en la sociedad chilena. La razón es simple: es un férreo defensor de los derechos de las minorías sexuales y sus novelas han sido una enorme palestra. Aunque la ha trascendido en espacios mucho más mediáticos, lo cierto es que su éxito va contagiando al resto del territorio de las letras hispánicas. Sin embargo, no debe pensarse en sus novelas como en panfletos a favor de la homosexualidad. Al contrario, aunque la temática subyace, sus libros tienen el poder de los buenos relatos: al margen de sus preferencias, de sus posturas e ideologías, funcionan en tanto sus personajes están bien construidos, resultan verosímiles y son capaces de generar empatía en los lectores.

Como puede verse, la literatura chilena es tan variopinta como la de cualquier otro país. Este breve listado es una muestra de una vocación narrativa plena y libre. La FIL ha abierto sus puertas para la llegada de un buen grupo de escritores chilenos. Como cada año, es una ocasión que podemos aprovechar para acercarnos a letras a las que no siempre es sencillo tener acceso. Ya serán nuestras lecturas las que validen a los diferentes autores.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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