ENTREVISTA | Un universo periodístico-detectivesco con la serie Casasola: Bernardo Esquinca

23/09/2017 - 12:04 am

Su pasión por Porfirio Díaz, que en su literatura aparece como un villano, escribir como “godín”, fuera de los horarios oficinesco y su lealtad a la novela negra caracterizan esta entrevista llevada a cabo por un colaborador.

Por Roberto Verdeja

Ciudad de México, 23 de septiembre (SinEmbargo).- Desde hace algunos años la novela negra —o policial—, ha comenzado a tomar fuerza en México de una manera más seria gracias a Rafael Bernal y Paco Ignacio Taibo II; sus lecturas de Arthur Conan Doyle, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, inspiraron nuevas maneras de plantear enigmas qué resolver en México de finales del siglo XX.

En el siglo XXI contamos con un sinfín de escritores que han creado detectives a los cuales seguimos y apoyamos en cada entrega como lectores quijotescos: Lars Kepler (Suecia), John Connolly (Irlanda), Qiu Xioaolong (China), Élmer Mendoza (México), entre otros.

No obstante, Bernardo Esquinca, escritor nacido en Guadalajara en 1972, plantea un universo periodístico-detectivesco con la serie Casasola (La octava plaga, Toda la sangre y Carne de ataúd). Este no es un policía que va tras el sospechoso, es el periodista inmerso en situaciones históricas y sobrenaturales que le ha dado al escritor un lugar en la llamada weird fiction y tuvimos la oportunidad de platicar con él sobre el proceso creativo, la serie Casasola y los referentes literarios que le han marcado hasta este momento.

–Todo escritor tiene un proceso creativo, momentos de mayor o menor inspiración, cuál es el tuyo; es decir, ¿tienes horarios, lugares, maneras de entramar las historias que nos cuentas?

–Mi tiempo de escritura depende del tipo de trabajo que tenga en el momento. Siempre he sido “Godín” de oficina, así que el horario laboral es el que determina el de la escritura; a veces es antes de ir a la oficina, otras después. Actualmente escribo de 6 a 8 de la mañana, lo cual resulta agotador. Pero no me quejo: siempre he dicho que un escritor debe ser capaz de adaptarse a las circunstancias.

–John Connolly en la saga de Charlie Parker tiene a un personaje maligno al que denominan “el que está detrás del espejo” y, si no recuerdo mal, es con el que el Coleccionista tiene un enfrentamiento y así ayuda a Parker en uno de sus libros. En tu primera novela tienes a “El hombre detrás de las cortinas” que ve en sueños Casasola. ¿Existe un vínculo entre el mundo de tinieblas de Connolly con lo que planteas en La octava plaga?

–John Connolly es uno de mis escritores favoritos y, sin duda, ha sido una influencia en mi escritura. Además, tuve oportunidad de conocerlo en la FIL Guadalajara y es un tipazo. Pero la referencia directa a El hombre detrás de las cortinas proviene de la serie de televisión Twin Peaks, de David Lynch, otro de mis creadores predilectos.

–¿Por qué el gusto por la tradición prehispánica?, es decir, en La octava plaga aludes al Chac Mool simplemente como la posición del muerto que ve Casasola, pero después en Toda la sangre, te metes de lleno en los rituales y monumentos de la época prehispánica, sólo que traído a este presente de caos y aparente olvido.

–El mundo prehispánico me gusta e intriga desde pequeño. El primer cuento que escribí, a los ocho años, se titulaba “Tláloc y el misterio del Dios”. En mi escritura me gusta meter enigmas y capas de historia y el universo prehispánico se presta a eso: el pasado latente, misterioso, que podemos tocar, justo debajo del suelo que pisamos.

–¿Qué opinas del periodismo? Te lo pregunto porque, si no me equivoco, esa es una de tus labores y también de Casasola. En alguna entrevista dices que es tu alter ego, por lo tanto ¿qué significa el periodismo para ti y cómo lo vives en un México tan convulso como el que vivimos en la actualidad?

–Tengo formación de periodista, y ejercí la profesión durante muchos años. Ya no, pero esa experiencia me ha permitido buscar un contexto sólido para la creación del personaje de Casasola, y el universo en el que se desarrollan sus tramas. Por otra parte, para nadie es un secreto que el periodismo se ha convertido en una de las profesiones más riesgosas que se pueden ejercer en México. Absurda y terriblemente, vivimos una época de represión a la libertad de prensa, como ocurría en el Porfiriato.

Bernardo Esquinca presentando su trabajo para Tierra Adentro. Foto: Secretaría de Cultura

DETRÁS DEL DETECTIVE PRIVADO

Tenemos al detective privado de Paco Ignacio Taibo, Belascoaran Shayne; tenemos al matón por encargo de Rafael Bernal, Filiberto García; tenemos a Edgar “El zurdo” Mendieta, de Élmer Mendoza; tenemos a Cirilo, un actor de la vida, de Hugo Hiriart.

–¿De dónde y por qué nace la idea del periodista en problemas policiacos y misterios como Casasola?

–Me gusta hablar de lo que sé; desconozco el mundo cotidiano de los detectives y los judiciales, que son los típicos protagonistas de las novelas negras mexicanas. Por lo tanto, mi opción era utilizar a un periodista, pues los intríngulis de su profesión me son cercanos. También pienso que un detective, en el contexto del México actual, donde la impartición de justicia es imposible, resulta paradójico, pues difícilmente podría resolver los casos que se le presenten. Por eso Casasola es más un “detective” del pasado.

–Hay un homenaje clarísimo en Toda la Sangre a Sergio González Rodríguez, ¿cómo era su relación y cuál es tu concepto sobre él? Él dice de ti, en la contra de Carne de ataúd que has “logrado reinventar el género de terror en lengua española y alternarlo con la novela negra”, con lo cual concuerdo plenamente.

–Era un amigo muy querido y cercano, un mentor. Siempre generoso, dispuesto a apoyar y a orientar, y también a regañar, cuando lo consideraba necesario. Ese homenaje lo hice cuando Sergio vivía; ahora que falleció, le debo otro…

–En las dos primeras novelas existen una serie de referentes con los que Casasola relaciona algún momento determinado: Ray Bradbury, Rubem Fonseca, Cormac McCarthy, Stephen King, J. G Ballard, Roberto Bolaño, James Ellroy, Edgar Allan Poe, Don DeLillo, Octavio Paz, La Biblia, sólo por mencionar algunos, ¿estos referentes nos darán más luz sobre quién es Bernardo Esquinca? ¿Son momentos propicios donde rindes un homenaje a estos escritores?

–Son homenajes a escritores que me gustan y que han influido en mí. Podemos decir que las referencias de Casasola son también las mías. Me interesaba trazar ese mapa intelectual para señalar de dónde viene Casasola, que es un periodista cultural defenestrado a la nota roja.

Todos sus trabajos han sido publicados por Almadía. Foto: Secretaría de Cultura

–En La octava plaga se contesta a la pregunta ¿hay crímenes en la cultura? “Por supuesto: favoritismos, presupuestos derrochados o desaparecidos, premios injustos, becas para los más huevones y cínicos, y sobre todo, tantas páginas inútiles impresas en los libros”. Lo cual me recuerda a dos escritores contemporáneos como tú: Enrique Serna (El miedo a los animales) y David Toscana (El último lector). En ambos existe una crítica a esa literatura barata, plástica, impostada. ¿Qué necesita la literatura en la actualidad desde tu posición de escritor y cómo vives esta plasticidad de egos?

–Honestidad, sobre todo, y congruencia. Hoy en día hay muchos escritores que no escriben lo que les sale de las entrañas, que no son fieles a su proyecto literario, sino que van persiguiendo modas o aquello que creen puede vender. Eso es lo peor que le puede pasar a la literatura…

–Eres quizá unos de los escritores con una notoria pasión por la historia y sabemos que escribes ficción, pero ¿qué opinas de Porfirio Díaz?, ¿crees que haya un poco de realidad en esa ficción donde aparece en Carne de ataúd?

–Hay mucho de realidad en mi ficción de Porfirio Díaz. Aunque debo aclarar que me centré en su lado oscuro; como todo ser humano, era una persona de contrastes. En mi novela es un villano, el tirano que no acepta que alguien esté contra él, como ocurrió en la realidad.

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