¿Los muebles de la compañía sueca IKEA tienen sudor de prisionero político cubano?

23/05/2012 - 12:10 am

La empresa sueca de muebles para el hogar IKEA pudo haber usado prisioneros políticos cubanos y de la antigua República Democrática Alemana, reveló el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.

De acuerdo con documentos descubiertos por el diario en los archivos de la antigua policía del estado alemán (Stasi), aparentemente IKEA firmó un contrato con funcionarios de Alemania en 1975, para que les proveyeran mobiliario que luego fueron puestos a la venta en las sucursales de la cadena sueca.

Al parecer los funcionarios de Alemania Oriental no se daban abasto con los pedidos y en 1987 propusieron a funcionarios de CUBA participar en el negocio. Debido al embargo estadounidense a Cuba, la nación caribeña necesitaba fortalecerse con una moneda que la ayudara a romper la restricción impuesta por EU.

Según el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el contrato entre IKEA y los cubanos estipulaba la fabricación de 35 mil mesas de comedor, 10 mil mesas para niños, así como una cantidad no especificada de sillones, todos diseñados por la compañía sueca. así mismo, el acuerdo entre ambas partes especificaba que el mobiliario sería construido en “las instalaciones penitenciarias del Ministerio del Interior en Cuba “.

Un año después del acuerdo la compañía sueca presentó quejas por la pobre calidad de los productos, sin embargo la documentación no especifica que sucedió luego de que la parte alemana involucrada acudiera a Cuba a solucionar el problema. así mismo, tampoco se conoce la fecha en que el contrato fue suspendido.

Boris Luis Santa Coloma, agregado de prensa de la embajada de Cuba en Berlín Oriental en 1987, contó al periodista Alejo Chapire de la agencia gala RFI cómo medió entre los representantes comerciales de la STASI y del régimen cubano para que la empresa sueca Ikea consiguiese mano de obra esclava de las prisiones cubanas para fabricar muebles en Alemania del Este y en Cuba.

Es una historia de la Guerra Fría, digna de John Le Carré, dice Chapire en su nota. En vísperas del derrumbe del muro de Berlín, dos hombres se presentan en la embajada de Cuba en Berlín Oriental, capital entonces de la República Democrática Alemana. Entregan su tarjeta de visita, que reza “Delta”, el departamento de cooperación comercial (El Kommerzielle Koordinierung: Ko Ko). “Inmediatamente me di cuenta de quiénes eran esos señores, de las empresas de la policía política”, recuerda por teléfono Boris Luis Santa Coloma, periodista cubano residente en Berlín.

Boris es el hijo de Reinaldo Boris Luis Santa Coloma, quien participó en el Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, antes de ser asesinado por los hombres del dictador Fulgencio Batista.

“Lo que no podían hacer las empresas oficiales de Berlín Oriental -apunta Coloma- lo hacían estas empresas; tenían libertad para comerciar con las empresas occidentales. Igual tenían los cubanos. Se llamaba CIMEX, el conglomerado de empresas del MININT (Ministerio del Interior) cubano”.

Y agrega: “Estos señores querían comprar barcos de azúcar en alta mar y revenderlos en Bolsa, unas operaciones de alto riesgo de compra venta. Necesitaban a alguien que produjera azúcar; pensaron inmediatamente en Cuba”, explica.

“Y también tenían otras ideas. Sorprendentemente ellos no tenían relaciones con las empresas del Ministerio del Interior cubano, a pesar de que tanto la STASI (policía política de Alemania Oriental) como el MININT tenían acuerdos de cooperación muy estrechos”, relata.

Coloma dice que intervino como traductor entre los alemanes de Delta y Raúl [no recuerda el apellido del funcionario], el representante de CIMEX. Al día siguiente, consiguieron otro intérprete, pero en agradecimiento le hicieron un regalo, una botella de Whisky por haber servido de intermediario” y una promoción para su madre, que pudo viajar en primera clase a La Habana junto a los hombres de Delta.

“Según consta en las actas de la STASI –repito, no le doy a estas actas una veracidad del 100%- esta gente viajó a Cuba, la recibió un representante cubano de EMIAT, la empresa que producía muebles. Y ellos recorrieron las instalaciones de esta empresa productora de muebles en Cuba. También lo recibió el ministro cubano de Comercio Exterior, que le dijo que Cuba tenía mucho interés en el fomento de las relaciones sobre todo por las perspectivas que abría para comerciar con los países occidentales, es decir capitalistas”.

Fue el inicio de los contactos entre empresas de los regímenes de Alemania Oriental y Cuba, que terminaron negociando con la multinacional Ikea para que los presos de los dos países comunistas fabricasen muebles como mano de obra esclava. Hoy la empresa sueca, un gigante que vende productos para el Hogar en toda Europa y Estados Unidos, responde que está realizando una investigación interna y que no tiene confirmado al 100% que productos suyos fuesen hechos por prisioneros cubanos.

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