Villa cabalga de nuevo

23/01/2023 - 12:03 am
Foto: Gobierno federal

 

I

El mes de diciembre pasado se presentó ante la Cámara de Diputados, una iniciativa presidencial, en el sentido de decretar el año de 2023 dedicado a la memoria del general revolucionario Francisco Villa. El decreto fue avalado por 422 votos a favor, 3 en contra y 49 abstenciones, en esas condiciones fue remitido al Senado en donde fue ratificado.

De tal forma se estableció que, además de que la papelería oficial llevará el nombre y la imagen de Francisco Villa, se creará un programa para evocar la memoria y conocer mejor las gestas de este personaje. Asimismo, esta propuesta tiene por objetivo conmemorar el centenario de la muerte del llamado “Centauro del Norte”.

Seguramente que esta iniciativa tiene, como otros eventos de orden conmemorativo-histórico, una intención y proyección de los actores políticos del presente, reiterándose así el uso cotidiano de la historia.

 

II

Como es sabido Villa, junto con Emiliano Zapata, representan las corrientes más populares en participar en el movimiento de la Revolución Mexicana; este último ligado al mundo agrario, es considerado como el más cercano al sentir y a las demandas campesinas y de las comunidades indígenas en el centro y el sur del país. En ese mismo plano, Francisco Villa tuvo una gran presencia entre sectores de agricultores, trabajadores, mineros, maestros rurales, ferrocarrileros, proletarios del campo, etc., en el norte del país.

Según señala la iniciativa aprobada, Doroteo Arango nació el 5 de julio de 1878 en el rancho de La Coyotada en San Juan del Río Durango. Desde muy joven tuvo que laborar como peón para ayudar a su familia trabajando en la hacienda de Agustín López Negrete; sin embargo, tuvo problemas con sus patrones. Al respecto corren varias leyendas incluyendo el intento de violación a su hermana por parte del hacendado; ante la falta de justicia, Arango habría herido al agresor. A partir de entonces tuvo que fugarse, adoptar un seudónimo (Pancho Villa), mudarse de región y realizar algunas actividades ilícitas, como el abigeato, para sobrevivir a la persecución.

Sus actividades le permitieron conocer el desierto, los montes y veredas como la palma de su mano y ello sería después definitivo al sumarse al movimiento revolucionario convocado por Francisco I. Madero y Abraham González, en contra de la dictadura de Porfirio Díaz hacia 1910.

Villa se sumó al movimiento revolucionario, en el camino adquirió conciencia más clara de las desigualdades e injusticias del régimen, y logró una mayor elaboración de las causas y metas de la lucha en la que se había involucrado; además demostró un gran genio militar, capacidad para integrar seguidores y conducir al ejército más grande que participó en la Revolución llegando a reunir hasta 15 mil hombres organizados bajo la División del Norte.

En la primera etapa del movimiento armado, junto a Madero, Villa con sus huestes populares, protagonizó batallas épicas como la de mayo de 1911 en ciudad Juárez contribuyendo a destruir al ejército federal y a propiciar la dimisión y el exilio de Porfirio Díaz.

El golpe militar de las fuerzas del pasado porfirista y el establecimiento de la dictadura de Victoriano Huerta en febrero de 1913, propiciarían por todo el país nuevas movilizaciones hasta su deposición en 1914. En esa lucha se mostró el gran poderío de la División del Norte siendo uno de los principales artífices de la derrota de la dictadura huertista. Después de ello Villa impulsó, junto con Zapata, la constitución de un gobierno popular, nacional, al auspiciar la Convención revolucionaria que se efectuó en Aguascalientes hacia 1914.

A partir de entonces se dio una fractura entre las distintas fuerzas revolucionarias, grosso modo Carranza y seguidores defendieron un programa que no ponía en el centro el reparto agrario, ni otras reformas sociales, por el contrario defendía los intereses de clases medias rurales y urbanas, con algunos tintes nacionalistas; además contó con el reconocimiento implícito de los Estados Unidos (por cierto que no fue menor el apoyo en armamento venido del norte para Carranza y boicot declarado en ese mismo sentido para Villa).

A partir de entonces inició el declive militar de los ejércitos populares de Villa y Zapata, hasta que fueron derrotados.

 

III.

El personaje de Villa fue, y lo sigue siendo, muy atractivo en la cultura popular, su uso político, artístico, cinematográfico y de toda índole. En el ámbito académico algunos estudios aceptaron la capacidad militar de Villa, su ascendente entre sectores populares y su lealtad a Madero, sin embargo, resaltaban su vínculo con el mundo de la ilegalidad y sus limitaciones programáticas. Junto con las representaciones cinematográficas se señalaba a un personaje de arrebatos y venganzas, como si la violencia, en el contexto de una guerra civil, como lo fue la Revolución Mexicana, hubiera sido privativa de Villa y de los ejércitos populares.

La historia oficial suelen escribirla los vencedores, y en ese plano se propició una imagen de Villa y Zapata, en la que aparecían como líderes incapaces de tener una visión de país, de construcción revolucionaria amplia que excediera sus regiones o que incluyera planes de organización social, de economía o de justicia. En esa visión se señaló reiteradamente que se trataba de movimientos limitados, encapsulados en sus regiones o en programas muy locales, lo cual habría explicado (y justificado) su derrota.

Nuevos estudios, entre los que se encuentran los de Friedrich Katz, Jesús Vargas, Guadalupe Villa, Pedro Salmeron, entre varios investigadores, o compilaciones documentales valiosas como la realizada por Armando Ruiz Aguilar (Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra, correspondencia entre Francisco Villa y Emiliano Zapata), realizados entre varios “villólogos”, nos proveen de una visión más amplia, matizada y completa sobre un personaje complejo y su obra. Es a través de estas investigaciones que se han revelado los planes revolucionarios de Villa, sus actividades como gobernador (afectando los intereses económicos extranjeros y de la oligarquía chihuahuense), su apoyo a la educación y a la niñez, además de sus actividades militares. También estos estudios nos permiten observar cierta vocación agrarista manifiesta en la Ley Agraria de 1915, confiscaciones realizadas a la oligarquía norteña, sus intentos de tecnificación agrícola y hasta la creación de instituciones bancarias que sirvieran de apoyo a tal propósito.

De manera que la reconstrucción histórica más reciente, juega un papel fundamental para entender a un personaje y un movimiento que fue fundamental en el desarrollo de la Revolución y en la posterior formación de un nuevo Estado.

 

IV.

Por si fuera poco, particularmente Villa, mereció poco reconocimiento como una parte fundamental de la Revolución, desde una perspectiva oficial. Es decir que en el panteón de héroes creados por la historia oficial, se excluyó o distorsionó la figura de Villa durante mucho tiempo al prevalecer la imagen de un personaje arrebatando, pendenciero, impulsivo o, en el mejor de los casos, de buenos sentimientos pero ignorante, sin considerar el papel central jugado por Villa en la deposición, primero, de la dictadura de Porfirio Díaz, y después de la de Victoriano Huerta.

En ello fue fundamental el papel jugado por el cine mexicano que contribuyó a trivializar la lucha de Villa, a “folklorizar” su imagen, banalizando su gesta revolucionaria.

Extrañamente fue en el periodo de Gustavo Díaz Ordaz cuando se inauguraron sendas estatuas en la ciudad de México y en Chihuahua, aunque una avenida debió llevar su nombre, fue cambiada por el de División del Norte para evitar algún tipo de protesta. Por otra parte, sus restos no serían incluidos en el Monumento de la Revolución sino hasta el periodo de Luis Echeverría.

IV.

Si bien es cierto que los ejércitos de Villa y Zapata fueron derrotados militarmente, no lo fueron en el plano ideológico. Es innegable el impulso que cobraron las demandas de orden social y económica, que quedaron plasmadas de manera genérica en la Constitución de 1917, las cuales no se habrían logrado sin la presencia de los ejércitos de campesinos y trabajadores que encabezaron Zapata y Villa, en ese sentido sus postulados permanecieron y fue necesario incorporarlos para construir una nueva nación un poco más justa que la heredada por la dictadura.

De tal forma que a la luz de los estudios referidos se ha revalorado la figura de Villa y establecido en su justo medio su obra. Esto ensambla con el hecho de que la historia se revisa periódicamente y que ello obedece a las necesidades de conocimiento, de identificación y de proyección que se hace desde el presente en la historia.

No por nada el proyecto de decreto del actual gobierno, enfatiza el compromiso de Villa con las clases sociales más pobres y su lucha por construir un país más equitativo y justo: “Es eso lo que ha hecho perdurar en la memoria popular a Villa y que la gente más humilde lo recuerde como uno de los suyos para orientar sus luchas y demandas”.

 

Héctor Luis Zarauz López
Sociólogo e historiador. Se ha dedicado a trabajar temas de historia regional, económica y social, con énfasis en los periodos del porfiriato, la revolución y el México contemporáneo. Con sus trabajos ha obtenido reconocimientos como el Premio Salvador Azuela del INEHRM y mención honorífica en el Premio Marcos y Celia Maus. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente es integrante del seminario permanente de Historia Contemporánea y del Tiempo Presente. Es autor de varias obras: “Álvaro Obregón y la reforma a la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el año de 1928”; “Valentín Elcoro e hijos. Historia de una vida empresarial”; “Tiempo de caudillos, 1917-1924”; “La revolución en la ciudad de México 1900-1920”; “La fiesta de la muerte; México. Fiestas cívicas, familiares, laborales y nuevos festejos”, entre otros títulos. Actualmente es profesor e investigador en el Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora.
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