Para el zaíno de Mancera

22/12/2015 - 12:00 am
La aprobación de la Reforma Política del DF ha sido una acción discriminatoria bárbara, que arranca a los capitalinos su dignidad política. Foto: Cuartoscuro
La aprobación de la Reforma Política del DF ha sido una acción discriminatoria bárbara, que arranca a los capitalinos su dignidad política. Foto: Cuartoscuro

El futuro del país puede cambiar en 2018.

El modelo de financiamiento mundial, centrado en apoyar a los empresarios sin piedad por los asalariados, ha fracasado; no se pueden amortiguar los efectos perversos del sistema que disfraza su caridad cristiana como programas sociales.

Es imposible esperar que 30 años de fracaso vayan a corregirse en los próximos seis si se siguen haciendo las cosas igual, por eso 2018 será la oportunidad para dar el golpe de timón que invierta más en las personas y menos en las corporaciones. El cambio de modelo depende del resultado de las elecciones presidenciales y de que el próximo presidente invierta las prioridades.

En estos últimos treinta años han gobernado dos partidos con el mismo programa, un colonialismo financiero, que sería una forma degradada del imperialismo.

La alternativa a ellos, el nacionalismo popular con Cárdenas y Andrés Manuel, no ha podido ganar las elecciones pues las voluntades sufragistas siguen cortadas en tercios, de tal suerte que un gran consenso ciudadano a favor de los seres humanos alcanza un 40 por ciento de los votos.

Pero, dado que en México no hay segunda vuelta, eso es suficiente para ganar la presidencia por el deterioro de los partidos del régimen, aunque aún así se requiere que todos los votos se concentren en un solo candidato.

El 40 por ciento dividido entre dos no da para que alguno gane con sus propias fuerzas, basta que uno de ellos tenga siete puntos menos para que triunfe el PAN o el PRI y sigamos bajo el mismo proyecto de país: la ruina para los muchos y la insultante riqueza para los otros (muy) pocos.

Si esto lo puede ver un humilde profesor de derechos humanos de la frontera, mejor panorama y más elementos tienen para comprenderlo los dirigentes reales y formales del PRD y Morena en el Distrito Federal. Por eso me parece incomprensible que estos individuos no logran comprender que solos ninguno gana, y que deben trabajar por acercarse a un punto común, evitando confrontaciones insuperables y alejando la traición y desmesura de sus prácticas diarias. Sólo se necesita un poco de cordura para conducirse con civilidad política.

Comprendo el lenguaje áspero de AMLO, que se opone de manera intransigente al PAN y al PRI y su proyecto de nación, y que se considera como la única alternativa, pero en su discurso siempre deja un espacio para el encuentro futuro; también en ese sentido van muchos miembros del PRD, serán diferentes a Morena pero no antagónicos.

Así como el PRI y el PAN son las dos caras de la misma moneda, también lo son Morena y el PRD, pero de otra acuñación. Serán dispares pero tienen la misma fuerza electoral, ese mágico 40 por ciento.

Esta larga introducción me da pie para analizar la inaceptable y discriminatoria posición de Mancera y los representantes del PRD que aprobaron la reforma constitucional que convierte al Distrito Federal en un estado.

Tal decisión ha sido una acción discriminatoria bárbara, que arranca a los capitalinos su dignidad política. Es contraria a la democracia y hiere en el hígado de la sociedad, y las lesiones hepáticas suelen ser dolorosas y mortales.

Preocupa que esto levante una barrera de incomunicación y desconfianza insuperable, que se agrava con las confrontaciones cotidianas en las delegaciones. Ni Fouché podía armar un escenario tan adverso para la alternativa de país. Solo en la mente perversa de quien carece de compromiso ideológico, y comprensión de la militancia humilde de un partido, puede gestarse tamaña agresión contra el futuro de un país.

Por eso al ver a Mancera, con su mansedumbre y bonitas maneras, no puedo verlo más que como el zaíno que es.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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