La investigación del CIEDH reveló que la industria está dominada por un pequeño grupo de grandes empresas que controlan el mercado nacional. Estas empresas no sólo venden ropa en México, sino que también «se proveen de prendas de las maquilas nacionales». Algunas están incluso ligadas a compañías multimillonarias en sectores como las finanzas y la minería en la región.
Ciudad de México, 22 de septiembre (SinEmbargo).– Abusos y precariedad laboral, opacidad con respecto al respeto de derechos humanos y una cadena compleja que opera utilizando la subcontratación –conocida también como outsourcing– de la subcontratación, que se corona en un puñado de empresas que controlan el mercado a través de varias subsidiarias. Ese es el estado de la industria de la indumentaria en México, de acuerdo con una investigación publicada este miércoles.
La investigación, publicada por el Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos (CIEDH), analiza las políticas de derechos humanos y la transparencia en las cadenas de suministro de 18 grandes empresas matrices de las principales marcas de ropa del país. El informe revela una «preocupante falta de transparencia y mecanismos inadecuados para abordar los impactos en los derechos humanos en la industria indumentaria de México».
Uno de los problemas evidentes es el del uso indiscriminado de la subcontratación y de las maquilas, mano de obra barata que se abarata aún más al replicarse a lo largo de todo el proceso de producción con más subcontratación. «Una proporción significativa de los ingresos del sector de la indumentaria, alrededor de un quinto, proviene de las maquilas», detalla el documento. «Éstas son micro y pequeñas empresas que están profundamente integradas en las cadenas de valor de las grandes cadenas comerciales a través de los talleres o maquiladoras».
«En este sentido, la industria se caracteriza por una cadena de suministro fragmentada, en la que unas pocas empresas grandes y sus subsidiarias, que operan las principales marcas que se venden y producen en México, subcontratan la producción a compañías medianas. Estas compañías de mediano tamaño a su vez subcontratan el trabajo a pequeñas o micro maquiladoras», alerta el reporte.
Este esquema de múltiples niveles de subcontratación, agrega, desdibuja la relación entre las grandes empresas y las condiciones en las maquilas, haciendo que sea difícil asegurar la transparencia y rendición de cuentas en cuanto a los impactos de derechos humanos. Esta cadena de suministro es «altamente compleja, con múltiples etapas, actores e industrias».
UNA INDUSTRIA CLAVE
La industria de la indumentaria –en el caso de este reporte, incluye la fabricación y comercialización de textiles, ropa y calzado– cuenta con un 70 por ciento de empleo informal entre sus filas. Las mujeres, que componen cerca del 60 por ciento de la fuerza laboral, se enfrentan a la discriminación sistemática y la violencia de género, mientras que los pueblos y comunidades indígenas enfrentan además la apropiación cultural y peores condiciones laborales.
Este sector «es crucial para la economía mexicana, contribuyendo en 2023 con 6.37 trillones de pesos mexicanos (aproximadamente 316 billones de dólares) o alrededor del 25 por ciento al Productor Interno Bruto nacional de ese año», revela el reporte. Se trata también de un sector que juega un papel clave en los ingresos y el empleo, siendo responsable del 34 por ciento de la fuerza de trabajo del sector comercial.
El documento precisa que las microempresas (que emplean hasta 10 personas) componen el 95.6 por ciento de los establecimientos en la industria de la indumentaria (contribuyeron sólo con el 5.7 por ciento a la producción total). Por otro lado las pequeñas empresas (entre 11 y 50 personas) componen el 3.3 por ciento de los establecimientos, mientras que las medianas (entre 51 y 250 personas) y las grandes empresas (más de 251 personas) representan sólo el 1.1 por ciento del total de establecimientos, pero concentran el 56.3 por ciento del empleo y el 82.6 por ciento de la producción. «Estas disparidades resaltan la concentración del poder económico de la industria en unas pocas manos y empresas», argumenta el CIEDH.
Y es que se trata, dice, de una industria que «opera en un contexto extremadamente desigual, con precariedad laboral generalizada y abusos de derechos humanos contra las personas trabajadoras». «Detrás de las últimas tendencias de la moda se esconden condiciones laborales deplorables caracterizadas por salarios precarios, condiciones antihigiénicas e informalidad, especialmente para las mujeres, que componen la mayoría de la fuerza laboral», completa.
Además, debido a la «naturaleza informal» del sector, complica incluso más la transparencia y trazabilidad de la cadena de suministro, exacerbando los problemas relativos a las condiciones de explotación y el fenómeno de la moda rápida o “fast fashion”, o «moda rápida, fenómeno en el cual la gente compra una gran cantidad de ropa según las tendencias cambiantes de la moda y reemplaza la que tiene. Esto resulta en prendas que normalmente se fabrican con materiales de baja calidad para mantener los precios bajos, lo cual también perpetúa las malas condiciones de trabajo y la informalidad que caracteriza a la industria en México.
Una de las pocas luces de esperanza del reporte es la implementación de la reforma laboral del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que reguló el outsourcing desde mediados de 2021. «Estos recientes cambios normativos podrían cambiar la situación», indica el documento.
LAS GIGANTES DE LA INDUSTRIA
La investigación del CIEDH reveló que la industria está dominada por un pequeño grupo de grandes empresas que controlan el mercado nacional. Estas empresas no sólo venden ropa en México, sino que también «se proveen de prendas de las maquilas nacionales». Algunas están incluso ligadas a compañías multimillonarias en sectores como las finanzas y la minería en la región.
¿Quiénes son? El análisis realizado se enfocó en dichas compañías y en sus subsidiarias. Esta es la lista completa. Entre comillas, se ubican las subsidiarias que forman parte de su grupo: H&M Hennes & Mauritz, S.A. de C.V. (H&M), de quien se reportaron 11 maquilas por la matriz; Levi Strauss de México, S.A. de C.V. (Levi’s de México), con 24 maquilas; Diltex, S.A. de C.V. (Diltex Brands, ETAM, Ilusion, David Bridal, Fiorentina Moda Íntima), con tres maquilas; El Puerto de Liverpool, S.A.B. de C.V. (Liverpool, Suburbia, Sfera), con una maquila; Grupo Palacio de Hierro, S.A.B. de C.V. (El Palacio de Hierro), con una maquila.
Además, aparecen: Grupo Alfar, S.A. de C.V. (Optima, Tops & Bottoms C&A, Cuidado con el perro), con 115 maquilas; Grupo Axo, S.A.P.I. de C.V. (Tiendas Tommy Hilfiger, Abercrombie & Fitch, Hollister, Guess?, Nike, Outlets Urban, Promoda, Taf, Brooks Brothers, Old Navy), con 21 maquilas.
Y, por último, las que no tienen maquilas reportadas: Grupo Sanborns, S.A. de C.V. (Sears); Grupo Kaltex, S.A. de C.V. (Milano); Comercial IAC, S.A. de C.V. (Vertiche); Acritus, S.A.P.I. de C.V. (Dorothy Gaynor); Micras Internacional, S.A. de C.V. (Aldo Conti); Enfoque Retail, S.A. de C.V. (Quarry); Operadora Factory, S.A. de C.V. (Men’s Fashion); Grupo Julio, S.A. de C.V. (Julio); Corporativo Ivonne, S.A. de C.V. (Ivonne); Yale de México, S.A. de C.V. (Yale); y Corporativo Ferrioni, S.A. de C.V. (Ferrioni).
«Las empresas más grandes, que controlan las marcas con mejores ventas, ejercen una influencia significativa sobre el sector en general. Tienen una mayor capacidad y responsabilidad para enfrentar los riesgos de derechos humanos y ambientales. Por ello, estas compañías pueden hacer una diferencia importante en cuanto a los derechos laborales de las personas trabajadoras, no sólo en las tiendas de sus propias marcas, sino a través de toda su cadena de suministro», dice. Sin embargo, no es tan sencillo como parece.
En la industria de la indumentaria, el impacto de estos riesgos es diferenciado para las mujeres trabajadoras, dice el reporte, quienes sufren abusos sistemáticos a sus derechos humanos en términos de discriminación y violencia de género. Los ejemplos históricos son conocidos: las deplorables condiciones de los talleres de maquila que revelaron los terremotos de 1985 y 2017 en la Ciudad de México.
Pero también están las personas trabajadoras indígenas, que se encuentran sobre todo en la producción artesanal y las maquilas. «En promedio, ganan 20 por ciento menos que las personas trabajadoras no indígenas, y trabajan más horas. Además, existen prácticas de apropiación cultural y plagio en el sector de la indumentaria que afectan directamente a varias poblaciones y comunidades indígenas», recuerda.
Con respecto a las infancias y adolescentes, el documento detalla que hay aproximadamente 51 mil personas trabajadoras menores de edad en la industria de la indumentaria en México, sobre todo en las maquilas y talleres textiles. «Las infancias tienen más probabilidades de dejar la escuela y comenzar a trabajar cuanto mayor sea el nivel de la cadena de suministro y a medida que aumente la informalidad de las relaciones laborales», alerta.
El reporte realizó además una encuesta a estas empresas. Sólo una de las 18 empresas, C&A México, respondió, aunque su empresa matriz, (Grupo Alfar) no lo hizo.
Asimismo, sólo 3 de las 18 empresas (H&M, Levi Strauss y el Grupo Diltex) publican información sobre su cadena de suministro más allá del primer nivel. Cinco empresas (El Puerto de Liverpool, Grupo Palacio de Hierro, Grupo Kaltex, Grupo Sanborns y Grupo Axo) publican información sólo de manera parcial sobre el primer nivel, mientras que las restantes 10 no publican ninguna información.
El documento revela que sólo 3 empresas (H&M, Levi Strauss México y El Puerto de Liverpool) tienen políticas de derechos humanos y de cadenas de suministro responsables públicamente disponibles, que aplican a todos sus proveedores/as y socios/as. Grupo Diltex y Grupo Palacio de Hierro tienen políticas con un enfoque de responsabilidad social corporativa, aunque Diltex reporta que tiene procedimientos internos para garantizar que sus proveedores respetan los derechos humanos.
Por último, cinco empresas (H&M, Levi Strauss México, El Puerto de Liverpool, el Grupo Diltex y el Grupo Palacio de Hierro) publican sus códigos de conducta para proveedores, los cuales incluyen derechos humanos. Los códigos de conducta del Grupo Kaltex y el Grupo Sanborns sólo aplican a sus operaciones directas.
El análisis del CIEDH concluye que la industria indumentaria en México «está plagada de malas condiciones de trabajo, como salarios precarios, falta de seguridad social, largas jornadas laborales y condiciones insalubres, y las trabajadoras sufren discriminación sistémica y violencia de género».
«Estas empresas no están dispuestas a colaborar con la sociedad civil en cuestiones de derechos humanos, como demuestra su falta de compromiso con este informe, y muy pocas de ellas llevan a cabo los tres componentes básicos para una adecuada diligencia debida en materia de derechos humanos. El informe establece recomendaciones para estas empresas y para el gobierno, que tienen la capacidad y la influencia para mejorar el panorama de los derechos laborales en todo el sector», precisa la organización.
LOS PROBLEMAS QUE SE ACUMULAN
Un análisis de las políticas de «abastecimiento» responsables de las 18 empresas revela varios niveles de compromiso y transparencia. H&M, Levi Strauss & Co. y Puerto de Liverpool tienen políticas de abastecimiento responsable públicamente disponibles. La política de H&M se aplica de manera internacional y reconoce su influencia sobre las maquilas, mientras que la política de Levi Strauss & Co. publica la lista de proveedores de nivel 1 y nivel 2 a través de Open Supply Hub. La política de Puerto de Liverpool está ligada a su código de conducta e integridad, y a su política de derechos humanos, y es aplicable a todas las partes asociadas.
No todas las empresas demuestran el mismo nivel de transparencia. El Grupo Diltex integra algunos aspectos de abastecimiento responsable en su pilar económico, donde afirma que recluta proveedores a través de procesos de evaluación sólidos, con inspecciones de las fábricas en México y en el extranjero, pero no incluye una política específica disponible públicamente que detalle los procedimientos internos o el seguimiento en caso de no cumplimiento por parte de proveedores.
El Palacio de Hierro no tiene una política de abastecimiento responsable disponible públicamente, sólo reglas de consumo interno, y no publica sus responsabilidades en cuanto a la cadena de suministro, incluyendo las maquilas de las marcas que distribuye o sus propias marcas.
Apenas 7 de las 18 empresas analizadas tienen códigos de conducta para proveedores, pero su efectividad para abordar cuestiones de derechos humanos es variable. Un código de conducta sólido debería exigir que los proveedores a lo largo de toda la cadena de suministro de la empresa cumplieran con los estándares fundamentales de la OIT, incluyendo la eliminación del trabajo forzado, y asegurar que los proveedores sean conscientes de dichos riesgos e implementen de manera efectiva el código de conducta de la empresa. Sin embargo, no todas las compañías incluyen estos riesgos críticos de derechos humanos en sus códigos de conducta, lo cual lleva a brechas en la responsabilidad de la cadena de suministro.
Empresas como Palacio de Hierro, Grupo Kaltex y Grupo Sanborns tienen códigos de ética o conducta públicamente disponibles para sus proveedores, que abordan ciertos aspectos de derechos humanos y responsabilidad medioambiental. Sin embargo, a menudo carecen de medidas en cuanto a transparencia en la cadena de suministro y mitigación de los riesgos de derechos humanos asociados con sus operaciones, en particular en el sector de la indumentaria.
El código de ética de Palacio de Hierro incluye el respeto por los derechos humanos, pero carece de una guía específica sobre los riesgos en la cadena de suministro del sector de la indumentaria. El código del Grupo Kaltex se centra en los principios de igualdad y no discriminación en la contratación y empleo, y en la mitigación del impacto medioambiental de las “plantas, oficinas y actividades logísticas que el grupo tiene en las comunidades en las que opera […] así como reportar cualquier riesgo ambiental potencial,” pero no extiende su responsabilidad a lo largo de la cadena de suministro.
«El sector mexicano de la indumentaria está plagado de abusos de los derechos laborales. Durante más de 30 años se han documentado informes sobre condiciones extremadamente deficientes, en las que los trabajadores se enfrentan a salarios precarios, largas jornadas laborales y condiciones insalubres», señaló Mariana Franco González, investigadora para México, Centroamérica y el Caribe del Centro de Información sobre Empresas y Derechos Humanos.
«La mayoría de las personas trabajadoras del sector están contratadas de manera informal, lo que hace casi imposible documentar la verdadera realidad de las violaciones de los derechos laborales que se producen en el sector. Hay una necesidad urgente de una revisión de la industria, que debe ser liderada por las grandes empresas matrices, que tienen el poder y la influencia para mejorar las políticas de derechos humanos e implementar el cambio en todos los ámbitos», concluyó.
Y es que, para la investigadora, como primer paso, las marcas deben garantizar procesos transparentes de diligencia debida en sus propias prácticas de compra y en las de sus proveedores, especialmente en las maquilas.