La brecha salarial entre hombres y mujeres es una realidad en todo el mundo: la cifra más reciente indica que una mujer gana el 84 por ciento de lo que gana un hombre y eso es en el caso de las más preparadas, ya que si se habla de mujeres con algún tipo de vulnerabilidad, la brecha se hace más y más grande.
Ciudad de México, 22 de septiembre (SinEmbargo).– Sobre la idea de superarse, tanto en el terreno educativo como en el económico, cientos de personas al año optan por una preparación más completa; la competencia provoca que la licenciatura en algunos casos ya no sea suficiente y un posgrado se convierte en algo fundamental.
Pero hay un factor que no logra impactar en la llamada “cultura del esfuerzo” y es el sexo: en México, una mujer tendrá un ingreso trimestral de 56 mil 772 pesos en promedio, si tiene un posgrado; el ingreso de un hombre, con la misma preparación, será de 81 mil 832 pesos.
Esa es la brecha salarial de género, un problema por el que todas las mujeres del mundo atraviesan. Los datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), muestran que en el sector con más preparación hay una distancia de 30 por ciento en el salario.
Y desde aquí inicia la cadena de problemas, ya que si esa es la brecha salarial entre la población que logró acceder a una educación superior y además a una especialización, ¿qué pasa con el resto de las mujeres? La realidad es que no son buenas noticias.
El Inegi muestra que, independientemente de la educación, el ingreso promedio a nivel nacional de un hombre se ubica en los 22 mil 618 pesos y para una mujer es de 14 mil 860 pesos.
Ese salario de las mujeres es incluso menor al ingreso más bajo a nivel nacional, que es de Chiapas y se ubica en 19 mil 452 pesos.
Siguiendo con el tema de la escolaridad, un hombre en México que sólo cursó primaria, gana más que una mujer con la secundaria concluida y si tiene la preparatoria, el salario de la mujer será solo 2 mil pesos mayor frente a ese hombre con primaria.
Ahora, en cuanto a la edad, la brecha se mantiene firme: en ninguna etapa de la vida de una mujer podrá igualar el salario de un hombre. Desde los 12 a los 19 años, una mujer podrá tener un ingreso de 4 mil 012 pesos; para un hombre será de 5 mil 932 pesos.
El techo salarial más alto que una mujer puede alcanzar es entre los 50 y 59 años, con un ingreso de 19 mil 595 pesos. Para un hombre, su techo salarial lo alcanza a los 40 y 49 años, con un ingreso de 31 mil 034 pesos.
Otro factor que se analiza es el de los ingresos por número de hijos y la historia es la misma, ya que aún sin hijos, el salario de la mujer es menor; para ella son 14 mil 286 pesos y para los hombres, 20 mil 359 pesos.
Lo que ocurre con los datos de los hijos es que mientras que un hombre tiene más hijos, su salario es mayor, contrario a lo que ocurre con las mujeres; entre más hijos, menor salario.
De acuerdo con el último censo de vivienda (2020), 11 millones 474 mil 983 hogares en México tienen como jefa de familia a una mujer, es decir, 33 de cada 100.
Para Carmen Ponce, economista y colaboradora de Comunicación e Información para la Mujer (CIMAC), al hablar de brecha laboral no se toma en cuenta la mayoría de las veces a las mujeres que trabajan en el sector informal y ahí son mayoría, cerca del 60 por ciento, que están expuestas a una brecha salarial mucho mayor.
Y ahora con la pandemia, la recuperación del empleo avanza, pero con salarios bajos, por lo que la brecha aumenta.
Pero en el otro extremo, agregó, las mujeres con preparación académica alta se enfrentan a la brecha laboral por un asunto de discriminación al tratarse de un mundo esencialmente masculino.
“La mujer irrumpe en ese mundo laboral —de manera masiva— apenas en el siglo XX y además es un fenómeno urbano […] se incorpora a un mundo masculino y enfrenta una serie de barreras no sólo económicas sino además que se traducen en la posibilidad de ascender. En esa pirámide la mujer está en la parte de abajo y subir le cuesta el doble de esfuerzo que a un hombre”, explicó Ponce.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la brecha salarial de género está arraigada en desigualdades sistémicas. Por un lado, son las mujeres las que tienen los más altos índices de trabajo informal, lo que las orilla a aceptar salarios bajos y sin beneficios sociales.
Sumado a eso están las labores de trabajo y cuidados domésticos que les quitan horas diarias. La desventaja por la maternidad es otro motivo, ya que “a las madres trabajadoras se les paga menos que a las mujeres que no son madres, y la disparidad aumenta a medida que aumenta el número de hijas o hijos que tiene una mujer”, agrega la ONU.
También está la imposición de los roles de género que “alejan a las mujeres de las ocupaciones que tradicionalmente han sido dominadas por los hombres y las empujan hacia los trabajos relacionados con el cuidado, que generalmente son considerados ‘no calificados’ o de ‘habilidades blandas’”.
En casi todos los países que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en todos los niveles educativos, las mujeres de 25 a 64 años ganan menos que sus pares masculinos: sus ingresos corresponden al 76 por ciento de los ingresos de los hombres.
En comparación con otros niveles de educación, las mujeres con educación secundaria superior en México tienen los ingresos más bajos en comparación con los hombres con un nivel de educación similar, ganando un 66 por ciento, mientras que aquellos con educación media superior ganan un 75 por ciento.