Un fixer es un periodista y también enfrenta peligros: Miguel Ángel Vega

Un fixer es un periodista y también enfrenta peligros: Miguel Ángel Vega

Un fixer es un periodista y también enfrenta peligros: Miguel Ángel Vega

22/08/2021 - 10:00 am

Miguel Ángel Vega habló con SinEmbargo, con motivo de la publicación de su libro testimonial El Fixer (Aguilar, 2021), en el cual da cuenta de las labores de apoyo que se realizan a través de este rol en las coberturas periodísticas.

Ciudad de México, 22 de agosto (SinEmbargo).– ¿Qué es un fixer y qué lugar ocupa dentro de la labor periodística? Miguel Ángel Vega, quien actualmente desempeña estas labores a la par que trabaja para el semanario Río Doce de Sinaloa, ha escrito un libro para dar cuenta de las tareas de apoyo y contactos que lleva a cabo un fixer en una cobertura informativa.

“Un fixer es un periodista también, entonces la motivación es documentar hechos que están ocurriendo en nuestro espacio y en nuestro tiempo. Es un compromiso que se tiene para informar. El fixer busca informar de primera mano lo que está ocurriendo. Hay muchas cuestiones que algunos periodistas no se atreven a cubrir por políticas de la empresa para la que trabajan o porque se puede sentir más vulnerable en ciertos lugares. Entonces, el fixer viene a hacer esta labor”, compartió Vega en entrevista con SinEmbargo con motivo de la publicación de su libro testimonial El  Fixer (Aguilar, 2021).

Miguel Ángel Vega, quien también es director de cine, relató cómo después de haber dirigido, producido y distribuido una película en 2008, a la cual “le fue muy mal en taquilla” se fue involucrando con las tareas de un fixer con el objetivo de continuar con si carrera de director de cine y hacer una tercera película que se titula Antes que amanezca.

“Me encontré sin dinero y sin trabajo. Me ofrecieron trabajar en la producción de un grupo de periodistas que venían de Estados Unidos a Culiacán para investigar el fenómeno del narcotráfico. No tenía muchas opciones en ese momento, entonces acepté, aunque no muy convencido porque yo quería continuar mi carrera como director de cine. Logramos hacer el trabajo y todo salió bien”, comentó .

A partir de ahí, señaló que fue contactado por otros periodistas extranjeros, dándose a conocer poco a poco como un fixer y a inmiscuirse más con las tareas relativas a esta labor, sobre la cual advierte los riesgos que se corren, sobre todo cuando se trata de temas de seguridad que implican mostrar el interior de las organizaciones del narcotráfico mexicano, sobre todo porque “son personas buscadas, cazadas por grupos rivales o por el mismo Gobierno como la Marina o el Ejército. Entonces uno siempre está consciente de que cualquier cosa puede ocurrir cuando estás con ellos”.

“Siempre hay un ataque psicológico en contra del fixer, por eso el fixer tiene que cumplir con cada compromiso y dejar en claro con la producción que se comprometa a tergiversar la voz, tapar los rostros de los entrevistados, no revelar nombres ni apodos, ni mucho menos lugares donde operan sus casas de seguridad. No dar detalles. Este compromiso siempre está latente y hay amenazas. Esos son los contratiempos más simples que encuentra un fixer”, abundó.

Miguel Ángel Vega indicó que pese a estos riesgos, la labor de un fixer es poco conocida en México al igual que no es reconocida por las producciones que hacen uso de sus servicios: “En los créditos ves corresponsal o cámara, pero nunca verás fixer fulano de tal. Este libro lo reivindica”.

“Cada vez que una persona ve un documental donde un corresponsal se mete en ambientes de alto riesgo se pregunta cómo le hacen para meterse hasta el tuétano de una organización criminal y salir ileso. La realidad es que hubo un fixer que estuvo laborando, abriendo esos accesos y conexiones necesarias para lograr que el equipo entrara y saliera de manera segura”, abundó.

En ese sentido, explicó que el fixer termina por ser la persona “que puede hacer la propuesta de cobertura para un equipo de información que puede estar en cualquier parte del mundo”, para ello indicó que previamente hay que hacer todas las conexiones para que esto se logre. “Termina siendo una especie de productor local que abre los accesos y hace labores de seguridad, contratación de equipo y personal. Hace un scouting de locaciones, va viendo personajes. Es una figura crucial en cualquier cobertura que se hace en una zona de alto impacto o riesgo en el mundo”. 

La portada de El Fixer de Miguel Ángel Vega. Foto: Cortesía Random House.

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—¿Qué es lo que impulsa a un fixer a hacer su trabajo y cómo opera el día a día? 

—Un fixer es un periodista también, entonces la motivación es documentar hechos que están ocurriendo en nuestro espacio y en nuestro tiempo. Es un compromiso que se tiene para informar. El fixer busca informar de primera mano lo que está ocurriendo. Hay muchas cuestiones que algunos periodistas no se atreven a cubrir por políticas de la empresa para la que trabajan o porque se puede sentir más vulnerable en ciertos lugares. Entonces, el fixer viene a hacer esta labor. Donde el periodista necesita o se apoya en un contacto, ahí es donde entra la figura del fixer. Es muy interesante que en México no conozcan lo que es un fixer cuando en escuelas de periodismo en Europa y en Estados Unidos lo mencionan. Cuando un periodista de estos lugares se mete en terrenos donde no habla el idioma, no conoce la zona y donde no tiene contactos, se tiene que apoyar en un fixer para realizar su trabajo. 

—En el libro das cuenta sobre cómo desempeñas estas funciones. Podrías compartir cómo decidiste ser fixer y cómo fuiste estableciendo contacto con el crimen organizado. 

—Soy director de cine. Había dirigido, producido y distribuido una película en 2008, pero le fue muy mal en taquilla. De pronto me encontré sin dinero y sin trabajo. Me ofrecieron trabajar en la producción de un grupo de periodistas que venían de Estados Unidos a Culiacán para investigar el fenómeno del narcotráfico. No tenía muchas opciones en ese momento, entonces acepté, aunque no muy convencido porque yo quería continuar mi carrera como director de cine. Logramos hacer el trabajo y todo salió bien. Estos periodistas regresaron a su país y fueron contactados por otros periodistas, por lo que me refirieron a mí para que continuara haciendo este tipo de labor. Al poco tiempo otros periodistas de diferentes lugares de Europa y Estados Unidos me empezaron a contactar, y me fui dando a conocer como fixer. 

Siempre que viene un equipo de producción a hacer investigación a México se enfocan en temas de narcotráfico, porque es algo que está en boga. El problema para ellos es que no logran acceder a sicarios o mulas de droga. Se han dado cuenta que yo he podido abrir esos accesos y me han estado contratando durante este tiempo. 

Pero yo quería continuar con mi carrera de director de cine. Al final, hice una tercera película que se titula Antes que amanezca, que aborda la mitología del vampiro. Pero me quedé a la mitad, no la terminé. Entonces pensé que voy a tener que seguir trabajando como fixer para autofinanciarla. Fue así como determiné ser fixer de tiempo completo. Actualmente trabajo para el semanario Río Doce y como fixer. Pero no puedo limitar mi campo de acción a un sólo lugar, en este caso Culiacán, Sinaloa. Tengo que tener todo el país y empezar a abrir accesos en Tijuana, Ciudad Juárez, Jalisco, Michoacán, Ciudad de México, Chiapas. De esa forma puedo aspirar a ser contratado y así poder financiar la película. 

Por alguna razón se me fue facilitando abrir accesos, porque empecé a conectar con gente que estaba involucrada directa o indirectamente en el crimen organizado, y empecé a preguntarle a amigos, conocidos, familia si ellos conocían gente que me pudieran abrir este tipo de accesos. Así fui conectando con la gente de diferentes partes del país.

Miguel Ángel Vega habla con SinEmbargo sobre su libro testimonial, El Fixer. Foto: Cortesía Random House.

Siempre hay una serie de obstáculos para llegar a ellos, porque lo primero que les viene a la mente es que eres un agente encubierto de la DEA o del FBI que se quiere meter con ellos para investigarlos o para llegar a un capo que está al frente de cierto grupo criminal. Es uno de los primeros obstáculos que tienes que eliminar. Durante este proceso hay mucho ataque psicológico, porque te dicen que te conocen y preguntan si la gente que viene contigo es realmente periodista o agentes encubiertos. Uno tiene que aliviarles esa idea con reportes periodísticos que previamente hayan hecho entrando a Google y se confirma. Pero el ataque psicológico nunca acaba, porque ellos te dicen que te abren la puerta, que te dejan entrar a lugares donde no cualquiera, con gente a la que no cualquiera tiene acceso, pero confían en ti, pero ‘ten en cuenta que si algo pasa, sabemos dónde encontrar a tu familia’. 

Siempre hay un ataque psicológico en contra del fixer, por eso el fixer tiene que cumplir con cada compromiso y dejar en claro con la producción que se comprometa a tergiversar la voz, tapar los rostros de los entrevistados, no revelar nombres ni apodos, ni mucho menos lugares donde operan sus casas de seguridad. No dar detalles. Este compromiso siempre está latente y hay amenazas. Esos son los contratiempos más simples que encuentra un fixer.

Pero ya que están en el campo de acción, haciendo una labor de convencimiento para que te permitan el acceso o estás con el equipo, hay un grado de peligro porque estás con personas que están involucradas con el crimen organizado. Son personas buscadas, cazadas por grupos rivales o por el mismo Gobierno como la Marina o el Ejército. Entonces uno siempre está consciente de que cualquier cosa puede ocurrir cuando estás con ellos.  Es un trabajo con un alto grado de peligro, porque cosas ocurren en cuestión de segundos. 

Tuvimos un incidente, por ejemplo, en Ciudad Juárez, donde estábamos entrevistando a un grupo de sicarios de La Línea, cuando llegó un grupo rival armado, sitió el lugar donde estábamos y nos empezó a tirar. Fue una situación crítica, porque ya no es psicológico, es un ataque real. Escuchas los disparos zumbarte a lado de la cabeza. Es una situación terrible, espantosa. Un sicario que estábamos entrevistando fue muerto y otros repelieron el ataque, y nosotros justo en medio pensando que íbamos a morir y cómo fue que nos metimos hasta esa profundidad de un grupo criminal. Es parte del trabajo. Estás consciente de que el oficio del fixer es peligroso, sobre todo si te metes en temas de seguridad, aunque estés solo o con tu equipo de trabajo. Este tipo de incidentes se muestran en el libro. Narra las anécdotas que a mí personalmente me han tocado vivir investigando esos temas, tratando de abrir accesos a periodistas suecos, franceses, ingleses, holandeses, italianos, españoles, americanos que vienen a México a investigar esta temática. 

El libro relata cómo establezco ese tipo de contactos y cómo se van abriendo las puertas, los obstáculos que vas encontrando y también va describiendo el tipo de personas que son, la gente que está involucrada dentro del crimen organizado que pueden ser sicarios, mulas, cocineros de drogas y narcotraficantes. Es una serie de situaciones. Es un libro de investigación periodística, pero también es un libro de sueños porque el objetivo del fixer es poder retomar su carrera como director de cine para lo cual debe de seguir trabajando para así autofinanciar su película. 

—¿Cómo son los integrantes de las organizaciones criminales?, mucho se ha hablado de su estructura. Si son empresas o cómo operan. A partir de tu experiencia, ¿cómo describirías su funcionamiento?

—Son grupos que tienen un nivel de preparación muy alto. Están muy bien equipados, es decir, cuentan con armamento de alto calibre, con tecnología para descifrar e interceptar llamadas telefónicas, tienen personas en los aeropuertos de las ciudades donde operan y les pasan la lista de los pasajeros que llegan a tal lugar. Son grupos bien organizados y los jefes terminan siendo increíblemente inteligentes, muy bien informados. No es el arquetipo del narco con sombrero y botas. Nada de eso. 

Hoy en día el narcotraficante es una persona bien informada, bien conectada y sobre todo es muy bueno para los negocios. Finalmente el narcotráfico es un negocio. Ilícito, pero es un negocio. Una persona que compra cierta sustancia ilícita en cierto lugar y la mueve a otro lugar donde la revende. No deja de ser negocio. Es como comprar tomates en un rancho, traerlo a la ciudad y revenderlo. 

Lo que más me ha sorprendido es el nivel de inteligencia que muchos de estos capos tienen, el mismo nivel de inteligencia que tenía ‘El Chapo’ cuando estaba suelto y libre. Son detalles que uno va descubriendo a lo largo de este oficio, porque te toca interactuar con todo tipo de personajes. 

Miguel Ángel Vega es periodista en Río Doce, cineasta y fixer. Foto: Cortesía Random House.

—Decías que en México no es conocida la figura del fixer, pese a que en otros países es un concepto enseñado. ¿Por qué si la figura es tan fundamental es poco hablada aquí?

—Cada vez que una persona ve un documental donde un corresponsal se mete en ambientes de alto riesgo se pregunta cómo le hacen para meterse hasta el tuétano de una organización criminal y salir ileso. La realidad es que hubo un fixer que estuvo laborando, abriendo esos accesos y conexiones necesarias para lograr que el equipo entrara y saliera de manera segura. La seguridad siempre es elemental. Siempre he dicho que ningún reportaje vale la pena si alguien va a perder la vida. Si alguien se pone en riesgo es mejor no hacerlo. 

Un periodista no logra superar en mucho tiempo pensar que por lo que hizo una o más personas perdieron la vida. Aún así se hace. Con las medidas pertinentes. Siempre con toda la cautela del mundo. Cuando un equipo de producción entra y sale ileso de una cobertura la figura del fixer tuvo que ver, pero todo el crédito termina colgado de la solapa del director o del corresponsal, cuando quien se aventó todo el trabajo con amenazas y ataques fue el fixer. En los créditos ves corresponsal o cámara, pero nunca verás fixer fulano de tal. Este libro lo reivindica. Hoy en día ya es más conocido, y ha tenido que ver el libro, pero hace unos meses o años, la gente seguía desconociendo qué hace el fixer. 

El fixer termina siendo la persona que puede hacer la propuesta de cobertura para un equipo de información que puede estar en cualquier parte del mundo. Les dices que tienes cierto acceso para grabar esta temática sobre secuestro, tráfico de drogas, conflictos entre grupos armados, tráfico de indocumentados, etc. Y el periodista donde quiera que esté hace la propuesta al jefe y, si se aprueba, el equipo viene para México. Previamente el fixer ya hizo todas las conexiones para que esto se logre. Termina siendo una especie de productor local que abre los accesos y hace labores de seguridad, contratación de equipo y personal. Hace un scouting de locaciones, va viendo personajes. Es una figura crucial en cualquier cobertura que se hace en una zona de alto impacto o riesgo en el mundo. 

—¿Volverías a ser fixer si tuviera de nuevo la oportunidad?

—Sí lo volvería a hacer, porque hice un compromiso de terminar la película y el oficio de fixer es muy bien pagado. Lo volvería a hacer porque siempre tuve el objetivo de terminar la película. Es la única forma, pero al mismo tiempo soy consciente de que pongo en riesgo mi vida como lo hice en repetidas ocasiones. 

Gente ha perecido durante esta odisea, pero tengo un sueño. He tenido la oportunidad de conocer mucha gente talentosa de otras partes del mundo que en otras condiciones no hubiera ocurrido. De alguna manera estos periodistas también me han construido. Sí lo volvería a hacer, aún sabiendo lo que me iba a esperar, los tipos de peligros que iba a enfrentar. Sigo trabajando como fixer, es un oficio que ya debo cerrar el ciclo porque siento que ya hice lo que tenía que hacer. 

El libro es un testimonio de lo que me tocó vivir, un libro de no ficción que narra las memorias de un fixer que es director de cine y que está laborando como fixer para sacar adelante un proyecto de cine. Esto aún a costa de su propia vida. Además el fixer es una figura muy cinematográfica, se junta la figura de director de cine con la de periodista. Es un híbrido y este híbrido es el fixer. 

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.