Una empresa planea un centro comercial en el pueblo originario San Francisco Tlaltenco, una región con desabasto de agua frente a la sierra Santa Catarina, una zona de conservación ecológica en Tláhuac. También al sur de la Ciudad de México, campesinos de San Nicolás Totolapan lanzaron la campaña #YoTambiénDefiendoelBosque contra la serie de despojos violentos con fines de expansión urbana, la cual amenaza la regulación de la temperatura, el ciclo de agua y la calidad del aire de toda la capital del país.
Ciudad de México, 21 de noviembre (SinEmbargo).– Ciudadanos de la zona rural de la Ciudad de México piden al Gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo y alcaldías el impulso a su agroecología en vez de la imposición de megaproyectos que amenazan Áreas Naturales Protegidas como un centro comercial en Tláhuac y despojos violentos con fines de urbanización en la zona forestal de Tlalpan-Magdalena Contreras que se suman al puente vehicular en la zona de humedales de Xochimilco, actualmente suspendido en un porcentaje de la obra.
“Una de las grandes contradicciones del Gobierno actual es que por un lado ponen monitores, dinero a la conservación del suelo y otras actividades, pero la urbanización hormiga sigue porque se le ponen dulces, uno de ellos, la infraestructura”, dijo Luis Zambrano, ecólogo del Instituto de Biología de la UNAM.
“Hemos sido buenos en ningunear las zonas rurales de la Ciudad de México quizá porque somos 20 millones de habitantes y cada que salimos de casa vemos edificios, calles y puentes. Pero debemos modificar esta visión. La Ciudad es un solo ecosistema. Que haya más plantas de un lado que del otro no quiere decir que no haya interacción entre ambos y que no se afecten. Lo que le pasa a la gente de San Nicolás Totolapan, en Xochimilco o Iztapalapa nos afecta a todos”, expuso durante un seminario sobre amenazas al suelo de conservación.
CENTRO COMERCIAL EN ZONA ECOLÓGICA
Solo con una consulta vecinal realizada este verano en línea, la empresa Inmobiliaria y Constructora Patlali planea construir el centro comercial “Paseo Tláhuac” en el pueblo originario San Francisco Tlaltenco en la Alcaldía Tláhuac, una región con desabasto de agua desde la llegada de la Línea 12 del Metro. La construcción está frente a la sierra Santa Catarina, una zona de conservación ecológica catalogada como Área Natural Protegida (ANP) y parte del patrimonio Tláhuac-Xochimilco. Entre los impactos negativos reconocidos destacan el riesgo de mayor desabasto de agua y reducción de asistencia a mercados locales y tiendas familiares.
“Está pegado a la subida al Cerro de Tlaltenco también conocido como Cerro de Guadalupe, el cual presenta una grave erosión que debe atenderse con una reforestación con especies endémicas y apoyando a las y los poseedores de la tierra. Ahí quieren poner el centro comercial, en un terreno de origen comunal que fue comprado por la empresa”, dijo una representante del colectivo Tlaltenco Dice No a La Megaobra Paseo Tláhuac. “Sabemos que es un área ecológica más allá de un decreto oficial. Incluso es un área sagrada como parte de nuestra identidad de pueblo originario. Aquí lo que necesitamos es apoyo a nuestra agricultura local y poner un centro comercial es una competencia desleal”.
Pese a la consulta vecinal realizada en julio-agosto, sin filtros de participación, muchos habitantes del pueblo desconocen sobre el proyecto, “porque no lo han difundido las autoridades” y “nos lo imponen sabiendo que ahorita no saldrán a protestar por la pandemia”.
Este centro comercial de tres niveles, asegura el colectivo, arrebatará la poca agua que tienen para consumo y riego de sus cultivos de amaranto, maíz y calabaza. El abasto del Sistema de Aguas (Sacmex) es intermitente por semanas desde 2012 por la construcción de la Línea Dorada del Metro, que a su vez trajo megatiendas como Chedraui y Walmart. Estudios del Centro de Sustentabilidad de la Universidad Autónoma de México (CENTIL UAM) arrojan que la zona es de las que más padece los hundimientos diferenciados por causa del extractivisno hídrico derivado de la urbanización.
“Ahorita no tenemos agua en una parte de Tlaltenco y no hemos podido regar la siembra que tenemos. Este megaproyecto incentivará la llegada de unidades habitacionales y demás edificaciones y acabarán con las áreas de cultivo”, dijo la mujer. “Y aunque no sembremos nos afecta, sobre todo a las mujeres porque no podemos lavar ropa, cocinar, limpiar la casa ni regar las huertas caseras porque no hay agua”.
Además, el colectivo del pueblo originario advierte que quebrarán negocios locales que son sostén de muchas familias; el centro comercial no generará empleos porque las mega empresas ya tienen sus propios trabajadores y solo promueven la explotación de jóvenes subcontratados y sin prestaciones laborales; y sus tiendas solo ofertan productos ultraprocesados “que envenenan y enferman” los cuerpos en plena crisis sanitaria.
“Los pueblos nunca han dependido de las tiendas trasnacionales, al contrario, vienen a perjudicar a las de abarrotes o verduras. Al mercado que está abandonado y el tianguis le darán el tiro de gracia”, dijo la integrante del colectivo. “No necesitamos un centro comercial. Aquí hay una dieta originaria que todavía resiste de comer lo que se siembra. Esos saberes se han heredado”.
Si buscan un progreso sano para Tlaltenco y Tláhuac, exigió el colectivo, que se haga una escuela agroecológica como la Universidad de Chapingo en Texcoco, Estado de México, y una unidad médica familiar de calidad. “El progreso de una comunidad no se mide por el número y tipo de servicios comerciales con consumo inconsciente, sino por la presencia de servicios médicos, educativos, culturales y por el fomento a la agricultura local sana y el respeto a la ecología”, planteó.
Además, agregaron, el aumento del flujo y tránsito vehicular en el pueblo originario incrementará la basura, la contaminación y el ruido; atraerá “al cártel inmobiliario” y con ello la sobrepoblación que afecta el suministro de los servicios básicos y el encarecimiento del predial, perjudicando al pueblo con índices de pobreza muy altos.
DESPOJOS EN ZONA FORESTAL
Habitantes, productores y campesinos de San Nicolás Totolapan, un pueblo originario al surponiente de la Ciudad de México entre las alcaldías Tlalpan y Magdalena Contreras, lanzaron la campaña #YoTambiénDefiendoelBosque contra la serie de despojos violentos, invasiones de terrenos y presiones de cambio de uso de suelo con fines de expansión urbana, la cual amenaza el refugio de flora y fauna que regula la temperatura, el ciclo de agua y la calidad del aire de toda la capital del país.
“Una de las áreas naturales protegidas más importantes de la Ciudad de México se encuentra en San Nicolás Totolapan, una zona ecológica comunitaria desde 2006. El despojo trae consigo la deforestación, acaba con la biodiversidad, altera el equilibrio ecológico, genera la contaminación del suelo y agua. Sin los bosques y montañas que rodean la Ciudad, y sin la resistencia de hombres y mujeres que los cuidan, el aire estaría tan contaminado que no se podría vivir en ella”, expone la campaña.
Estos son algunos de los efectos del despojo y la devastación ambiental 👇🏽#yotambiendefiendoelbosque pic.twitter.com/tKniDPRSUj
— Yo Defiendo El Bosque (@defiendobosque) November 14, 2020
Cercana a las otras zonas ecológicas comunitarias San Miguel Ajusco y San Miguel Topilejo, en la parte del ejido siembran principalmente maíz, avena u hortalizas con agroecología. En la masa forestal hay oyamel y pino, donde viven venados, gato montés, lince, conejos, águilas, búhos y serpientes de cascabel, lo cual es atractivo para ciertos sectores de la población con poder adquisitivo alto, y ocasiona especulación de los predios para residencias.
Aunque también atrae invasión hormiga en asentamientos irregulares que causan deforestación como Tierra Colorada, Surco de Encinos, Tepemecatl o El Zacatón. Sin control del Sistema de Aguas (Sacmex), están cercanos a ojos de agua, los cuales se vuelven botín político y, por falta de drenaje, se vierten aguas negras a los cauces de los arroyos que desembocan en lo que era el río Eslava, que después llega al río Magdalena y posteriormente a la zona urbana como Santa Fe y Chimalistac.
“El bosque genera agua. En San Nicolás Totolapan hay bastantes manantiales que son afluentes de lo que anteriormente era el río Eslava. Pero por el avance de la mancha urbana se ha cortado su cauce que hace unos años todavía era el segundo río vivo de la Ciudad de México”, explicó un ejidatario. “El casco urbano del pueblo tiene problemas de suministro de agua potable de los manantiales. Ha disminuido el caudal por la reducción de la masa forestal. Al menos hemos perdido 300 hectáreas de áreas verdes en los últimos 30 años por invasiones hormiga y expropiaciones para generación de zonas habitacionales”.
Por la construcción de la Supervía en la gestión de Marcelo Ebrard Casaubón (2006-2012) también se vieron afectados hace ocho años por el depósito de 105 mil metros cúbicos de cascajo que se sacó de las excavaciones. El Gobierno de Claudia Sheinbaum investiga los despojos ilegales presuntamente en complicidad con autoridades agrarias locales, pero los pobladores continúan su lucha por su impacto en la zona de conservación que brinda servicios ambientales a toda la ciudad.