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Alejandro De la Garza

21/10/2023 - 12:03 am

Lo que espera la desesperanza

“Por fortuna, la batalla mediática en el mundo, así como la difusión de las protestas en las principales ciudades europeas, estadounidenses y de la región árabe, han probado que las redes sociales y los medios alternativos rebasaron ya a los medios convencionales y a las televisoras”.

“¿Cuándo ya no entendemos a las jóvenes generaciones y “su” realidad? ¿Cuándo el mundo y su barbarie nos duele ya sin posibilidad de alivio?”. Foto: Europa Press

El sino del escorpión atestigua cómo arde Troya, sus alrededores y toda la región. Y evoca a José Emilio Pacheco: “Nada altera el desastre: llena el mundo / la caudal pesadumbre de la sangre”. A la violencia provocada en México por el crimen organizado: la desaparición de jóvenes en zonas críticas, los ataques al ejército, las policías y los civiles; a la desgarradora labor de las madres buscadoras y a las incesantes agresiones contra las mujeres, se ha añadido en las últimas semanas la inaudita violencia de la guerra genocida en proceso que lleva a cabo el gobierno de Israel contra los palestinos, consecuencia del salvaje ataque terrorista del grupo Hamás. Un hecho por el cual el gobierno israelí ha responsabilizado a la población civil palestina completa —contra toda lógica y regla de combate—, y por lo cual se mantiene decidido a exterminarla haciendo pagar a inocentes y teniendo como rehenes a cientos de miles de palestinos de las zonas ocupadas.

Las redes digitales y aún las noticias convencionales están saturadas hoy de imágenes de muerte, atentados y bombardeos, de niños y niñas asesinados sin remordimiento. Por fortuna, la batalla mediática en el mundo, así como la difusión de las protestas en las principales ciudades europeas, estadounidenses y de la región árabe, han probado que las redes sociales y los medios alternativos rebasaron ya a los medios convencionales y a las televisoras como CNN y BBC, hoy rechazadas en los frentes de batalla y las zonas palestinas por su visión parcial y sesgada, lo que les resta credibilidad. Las políticas informativas de “Occidente” están desacreditadas ante buena parte del mundo, Latinoamérica incluida, pues desde hace años hemos atestiguado la violencia que ejerce el gobierno de Israel con el apoyo de los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y de la Unión Europea, que tienen en juego sus propios intereses políticos, armamentistas, económicos y geoestratégicos.

“Después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie”, escribió Theodor W. Adorno al término de la Segunda Guerra Mundial, y ante la pasarela de calamidades bélicas ocurridas desde entonces el alacrán teme la vigencia que la interrogante adquiere. ¿Qué puede la poesía, el arte, la creación ante tanta muerte violenta e injusta? La fuerza potente, desgarradora de la célebre pintura de Edvard Munch El grito, parece dirigida entonces contra las limitaciones del alma humana, contra nuestra misma estupidez, contra la arbitrariedad oportunista de los dioses y, al final, contra la muerte.

El venenoso acaba de leer la declaración de un prestigiado profesor de sociología de una Universidad española, donde simplemente se da por vencido. Señala que no puede luchar más contra la indiferencia de los estudiantes, siempre más atentos al teléfono celular que a la realidad social, a la creación humana o a la situación bélica del mundo; más dispuestos a gozar de cualquier entretenimiento veloz y banal que ha comprometerse con el placer del conocimiento de lo profundamente humano. Acaso el escorpión no esté muy de acuerdo con este distinguido maestro, con esa visión de una juventud irremediablemente destinada al desinterés y cierta mediocridad, pero la duda salta a veces. ¿Será la vejez?, se interroga el arácnido, ¿envejecemos cuando dejamos de aprender y de emocionarnos con el aprendizaje? ¿Cuándo ya no entendemos a las jóvenes generaciones y “su” realidad? ¿Cuándo el mundo y su barbarie nos duele ya sin posibilidad de alivio?

En su poesía y su prosa, José Emilio Pacheco parece ambicionar una humanidad tolerante, inteligente, plena e incontaminada de los males, sufrimientos y dolores que hemos hecho inherentes al hombre y propios de la vida. Males agravados, además, por el fetichismo capitalista del progreso, el desarrollo, el crecimiento económico, la eficiencia, la productividad, y por sus deprimentes resultados: enfrentamientos, guerras, injusticias, grandes tragedias históricas, ambiciones viles, mezquinos deseos de poder. Todo aunado también a las insalvables desdichas personales, a nuestros desengaños e íntimos fracasos. Parece que aquello inevitablemente humano convierte la vida individual, colectiva y social en una larga colección de actitudes irracionales, tontería y banalidad. No la sartreana sentencia de “El infierno son los demás”, sino la aún más radical de “estamos en el infierno”.

En el relato Dicen, publicado en los años ochenta en su libro La sangre de Medusa, Pacheco escribe: “Qué cosa está pasando en México ¿verdad? Dicen que es porque ya hay tanta gente o por la inflación que no para o por el dólar que ya va a estar a veinticinco o treinta pesos el año entrante o por la píldora o por las drogas o por los comunistas o por las ideas que ahora traen las mujeres o por el tránsito o por el presidente que tenemos o por la contaminación o por tanto extranjero como ha venido a quitarnos el pan de la boca a los mexicanos o por lo que se roban los gobernantes y mandan a los bancos norteamericanos o suizos…?”. Al escorpión le suenan familiares esos dichos. Se insiste que en México vivimos una nueva esperanza, en particular las mayorías que, al menos en los últimos 40 años, no habían visto representados sus intereses por ningún gobierno y hoy han encontrado en el presidente y su movimiento la expresión de su inconformidad y su deseo de justicia y cambio. Sin embargo, como decía, arde Troya, sus alrededores y toda la región.

En la desesperanzada visión literaria que recorre la obra narrativa y poética de José Emilio Pacheco, en su literatura como una forma de la conciencia dolorida, se ha querido ver un pesimismo narcotizante, un inmovilizador dolor por la vida y el mundo que congela y aletarga. La crítica que se vuelve contra sí misma inquiriendo sobre su sentido, sobre su inutilidad, tan sólo para convertirse en estatua. Pero el alacrán piensa que la fuerza preponderante de la obra de Pacheco es la contraria, el contumaz esfuerzo de afirmación vital que entraña la escritura misma, afirmación íntima, personal, del mundo y la existencia. Escribir es uno de los actos de vida más optimistas y enérgicos. Arte o fe, magia o destino, agotadora y solitaria tarea reivindicadora que siempre es en positivo, que reitera, anima y estimula a través del canto triste o enigmático de lo que espera la desesperanza.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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