México

Villoro sobre el fracaso en Río: los atletas aspiran a ser diputados y políticos

21/08/2016 - 12:05 am

En teoría, México es el segundo país de Latinoamérica que más recursos invierte “en el deporte”. Hoy, la delegación mexicana se despide de las Olimpiadas de Río después de 16 días de competencias. Colombia, Cuba y Argentina, todas son naciones que destinan menos fondos y alcanzaron mejores puestos en el medallero, ya sea por la cantidad de medallas o la categoría de éstas. El intelectual mexicano Juan Villoro, un desmenuzador del deporte, alerta que algo grave sucede en una sociedad donde el dinero no llega a los competidores antes de una justa y es bien visto que un atleta se ponga la corbata para ya no subirse al podio, sino a los escenarios políticos.

Ciudad de México, 19 de agosto (SinEmbargo).-  “Estamos ante una situación donde, socialmente, la verdadera gratificación no es triunfar en el deporte sino tener una posteridad en la gestión pública, en la política. Y eso es lo que me parece a mí particularmente grave”, dice Juan Villoro.

Las Olimpiadas de Río de Janeiro terminan hoy, después de 16 días y con la participación de una delegación de 120 mexicanos. El escritor habla con SinEmbargo sobre las precariedades por las que atraviesan varios los atletas; sobre el divisionismo que han creado las autoridades y el negocio detrás de la ilusión del deporte.

Han pasado 48 años desde que las Olimpiadas tuvieran sede en México y las nueve medallas conseguidas en aquella ocasión, el mejor resultado conseguido en unas justas de esta clase, aún permanecen en la memoria de muchos mexicanos. Villoro relata que era un niño de doce años, en medio de la algarabía de un evento que fue la introducción para toda una generación a una competencia de ese calibre. A partir de ahí ha visto los escasos resultados, y el consentimiento para que los referentes del deporte pasen a ocupar cargos públicos.

En el medallero de Río también se revela la administración de los recursos. Y el balance para México no es favorable: cinco medallas, contra las siete obtenidas en Londres. Pese a que, de acuerdo con un ranking de Forbes en el 2015, México es el segundo país de Latinoamérica, detrás de Brasil, que más recursos invierte a la práctica deportiva: 233 millones de dólares (unos 4 mil 190 millones de pesos).

La controversia pareciera haber pegado al desempeño de la delegación en las Olimpiadas. Alfredo Castillo Cervantes, quien administra 2 mil 888 millones de pesos al frente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), ha dividido a las federaciones, una práctica que le funcionó cuando llegó como Comisionado a Michoacán –donde dividió a los grupos de autodefensas, premiando a algunos de sus líderes y encarcelando a otros– pero que acá ha resultado en el desastre.

Durante su gestión, ha quitado respaldos económicos a la Federación Mexicana de Boxeo, la que estuvo detrás del medallista Misael Rodríguez, mientras que defendió de forma encarnizada a la Federación Mexicana de Natación en un litigio internacional.

En esta entrevista, el prolijo escritor desnuda, a través de los Juegos Olímpicos, a una sociedad y sus esperanzas, sus dolores.

—¿Cuál sería el denominador común en los fracasos de diversos atletas en Río?

—Desgraciadamente, yo creo que el deporte mexicano es un espejo de la sociedad que tenemos. No siempre sucede esto. No siempre las experiencias deportivas tienen que ver con la situación del país de donde provienen los atletas. Pero yo creo que en el caso mexicano es muy claro. Tenemos una muy mala organización. Se invierte dinero, y, en ocasiones, se invierte mucho más dinero de lo que invierten otros países como, por ejemplo, Colombia. Pero con resultados menores. Entonces, hay una gran desorganización.

—¿Qué problemas acarreamos a esta Olimpiada?

—Para estas Olimpiadas tenemos problemas que son absolutamente puntuales, como una tensión obvia entre la Conade y el Comité Olímpico Mexicano. Una Conade que había entrado en conflicto con la Federación Internacional de Natación, porque había sido multada. Fue verdaderamente vergonzoso que Rommel Pacheco en el Mundial de Natación triunfa y no se puede tocar el himno nacional porque México está sancionado. Entonces, México ya llega [a las Olimpiadas] en una situación en entredicho. A esta crisis se agrava las declaraciones de Alfredo Castillo, que no han ayudado para nada y que por algún tiempo han opacado a las declaraciones de Donald Trump. Han sido tan ridículas, tratando de justificar lo injustificable. Realmente, es una situación dramática. Pero como siempre, en México el problema es estructural. No se trata de que ahora un directivo tomó una decisión incorrecta o un deportista tuvo nervios en la prueba final. Hay algo de fondo y eso es lo que debemos analizar.

—¿Cómo se explica que en México la persona a cargo del deporte fue hace un par de años el Comisionado para la pacificación de Michoacán?

—Sí pues, bueno, fue alguien que tuvo que ir a Michoacán. Y no pudo resolver el problema con los casos de los autodefensas, y pasó sin tener conocimientos previos al mundo del deporte. Y yo creo que ahí él ha encontrado una oportunidad de hacer la guerra por otros medios. Yo creo que Alfredo Castillo no sólo ha sido muy pernicioso por los problemas que la Conade ha tenido con el Comité Olímpico Mexicano previos a la justa, lo cual es muy grave, sino también y sobre todo, por el mal manejo general del deporte, y la representación de los hechos. Es muy importante que un federativo tenga una responsabilidad, no sólo ante lo que está sucediendo, sino ante lo que está declarando.

—¿Cómo entender qué a otros países han hecho progresos notables en los Juegos Olímpicos y México no?

—Cuando yo era niño, en 1968 tenía 12 años, fueron las Olimpiadas de México. Era un gran momento para todos los niños que éramos aficionados al deporte el poder ver lo que era una Olimpiada. En aquella justa, México obtuvo nueve medallas: tres de oro, tres de plata, tres de bronce. Y, por ejemplo, un país como España no obtuvo ninguna medalla; en aquella época era un país de toros, de fútbol; era un país ajeno a las más diversas disciplinas deportivas. En las siguientes Olimpiadas España obtuvo una sola medalla. Pero, ¿qué pasó para que este país se convirtiera en uno de los principales protagonistas del deporte en todo los ámbitos? Desde el automovilismo con Fernando Alonso, hasta el tenis con Nadal, pasando por el nado sincronizado, el basquetbol con Pau Gazol, etc. ¿Cómo un país que estaba en ceros en 1968 se transforma en uno donde el deporte es importante? Eso sin pensar que sea uno de los países dominantes; no es ni China, ni Estados Unidos, ni Rusia. Es un país importante. Y yo creo que lo decisivo es la transición a la democracia que experimenta España. Esta transición incorpora a las capas medias al desarrollo español. O sea, la creación de una amplia clase media es uno de los principales triunfos de la democracia española.

—¿Cómo lograron esta generalización del acceso al deporte?

—Conducida por un partido progresista de izquierda, y muchas veces se piensa que la izquierda es incapaz de generar beneficios económicos, el PSOE logró el milagro económico español. En esta sociedad, más democrática. Más incluyente. Donde participan gentes de clase media, que han ascendido de otros estratos a esta situación. Y el deporte se convierte en un eje fundamental. En las escuelas, en los barrios, en las comunidades, y ahí vemos un despegue absoluto, que de tener cero medallas en el 68, tiene más de 20 en el 92, cuando ellos son los anfitriones de los juego olímpicos de Barcelona. No me parece casual que España tenga un ministerio de Educación Cultura y Deporte. Es decir, las tres están intercaladas, imbricadas. No puedes hacer deporte de alto rendimiento sin pensar en ciertos valores, que tienen que ver con la competencia misma, con el ideal de continuar dentro de la órbita del deporte, una vez que ya has participado dentro de una Olimpiada. Y digo esto por que en México, los valores son muy distintos.

—¿Qué valores permean en México?

—O sea, no hemos entendido el deporte como una dimensión cultural. En México, un atleta gana una medalla y su aspiración es ser Diputado. No tiene nada que ver con el deporte lo que va a venir después en su carrera. Es impresionante la nómina de atletas que han sido o funcionarios del deporte, o senadores, o asesores de distintos partidos políticos. Entonces, estamos ante una situación donde socialmente la verdadera gratificación no es triunfar en el deporte, sino tener una posteridad en la gestión pública, en la política, y eso es lo que me parece a mí particularmente grave. Cuando Phelps ganó la primera competencia olímpica se enfrentó con la inevitable pregunta: “Y ahora, ¿qué planes tienes? Dijo: “Entrenar para la siguiente olimpiada”. O sea, él terminó y de inmediato se planteaba continuar como deportista. En México ese no es el horizonte. El horizonte es obtener a partir de la experiencia deportiva algún tipo de plaza, de beneficio, dentro de la gestión pública, y eso forma parte de la distorsionada manera que tenemos los mexicanos de ver la realidad. Esta manera patrimonial de que lo importante es estar cerca de los presupuestos.

—¿Qué sucede que algunos atletas aspiran a la política y no al deporte como un fin en sí mismo?

—A mí me parece lógico que algún deportista de importancia, por ejemplo, Felipe “el Tibio” Muñoz, quiera participar en la gestión deportiva después de haber triunfado como atleta. Eso me parece muy lógico y muy válido. Pero no es posible que ése sea el horizonte lógico de la mayoría de los atletas. Ahí hay un problema muy grave. Te puedo dar una lista, que incluye a Ana Gabriela Guevara, quien fue funcionaria del Gobierno de la Ciudad de México, con Marcelo Ebrard, y luego, Senadora plurinominal; Alejandro Cárdenas, corredor, se vuelve Presidente del Instituto Veracruzano del Deporte; Fernando Platas, medallista en Atenas, fue candidato a Diputado, pero no lo logra. En cambio, sí logran ser diputados dos campeones de taekwondo: Víctor Estrada e Irina Salazar; la clavadista Tatiana Ortiz es dirigente deportiva del PRI en el Estado de México; Bernardo Segura, un marchista notable, dirige el Instituto del Deporte aquí en el D.F. Por supuesto, Raúl González que fue presidente de la Conade; el legendario Felipe, “el Tibio” Múñoz, Diputado y gestor del deporte; y Rommel Pacheco, que antes de participar en antes de participar en la sesión final de clavados individuales declaró que quería ser Gobernador de Yucatán. Entonces, ¿qué está pasando con un deporte, en el que el objetivo de los deportistas es ser diputados, senadores, dirigentes del deporte, o Gobernadores de Yucatán? ¿Qué valor se está transmitiendo? Y claro, si tu fracasas en la política, pues, es lo normal. Porque los políticos mexicanos están hechos para eso. Y quien no necesariamente triunfó en el deporte, o lo hizo a medias, puede tener una segunda oportunidad en la política. Y yo creo que eso transparenta perfectamente la situación del deporte mexicano: habría que ver cuáles son las ilusiones de los atletas de otros países donde el deporte vale verdaderamente la pena.

—Usted mencionó el caso de España con la integración de la Educación, Cultura y Deporte. ¿Cree que perdimos una oportunidad con la Reforma Educativa?

—Bueno, la Reforma Educativa es exclusivamente una reforma gremial. Entonces, no tiene que ver con contenidos de trabajo, con planes de estudio, ni con una revaloración del deporte en la educación. Yo creo que sería muy importante que hubiera una auténtica reforma, no laboral, sino una Reforma Educativa que tomara en cuenta al deporte. Porque eso ha sido esencial para países que han transitado de no tener deportistas de alto rendimiento a ser protagonistas del deporte mundial.

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—Siguiendo el caso español de inclusión. Pienso no sólo en las capas medias, qué pasa con las capas populares mexicanas que no pueden acceder al deporte. ¿En qué se traduce esta imposibilidad?

—Uno de los grandes desafíos de México es la inclusión. O sea, en qué medida muchísimas personas han quedado fuera de las posibilidades de participar. Pero ha sido paradójico que muchas veces las personas con más carencias son las que han resultado ser los mejores deportistas mexicanos. El poeta Luis Miguel Aguilar alguna vez dijo, un tanto en broma, que “México es un país que es extraordinario para las labores de soledad y sufrimiento, como la caminata, el boxeo y la literatura”. Obviamente, él estaba poniendo el énfasis en que la literatura es un deporte extremo, que se realiza en soledad y sufrimiento. Y es lo que él ejerce y con excelencia. Pero más allá de la broma, hay algo muy cierto. En que muchos de los más notables atletas mexicanos se han formado por su cuenta y en situaciones muy bravas. Han venido de un origen muy humilde, con muchas privaciones y a través de sacrificios han llegado a ser atletas. México ha destacado más en estas justas solitarias, pero no tanto en deportes que tengan que ver con un ejercicio colectivo del talento. O sea, no en deportes de grupo, salvo la medalla de oro, en los juegos olímpicos de Londres en Fútbol y yo creo que ahí nosotros debemos hacer una valoración del tipo de sociedad que tenemos. Es una sociedad muy excluyente, en donde en los márgenes hay gente que contra viento y marea logra hacer algo importante para destacar. Entonces, los más castigados socialmente, o incluso, físicamente, y eso lo vemos en los paraolímpicos, son los que triunfan por México.

—¿En qué condiciones se forman los atletas mexicanos?

—Cada vez que gana un atleta nos enteramos de los sufrimientos que pasó para llegar a ese puesto. Es decir, que hay presupuesto para entrenar a las personas pero no siempre llegan a las personas indicadas. Y muchos de los que compiten en una justa internacional, han tenido que pasar por sufrimientos terribles. Y han tenido que botear en las calles, para recibir dinero, para asistir a un campeonato mundial. Como el caso de los boxeadores que para ir al mundial tuvieron que recabar dinero por su cuenta. Entonces, es una cuestión verdaderamente perversa. Donde no se le da el apoyo real a los atletas.

—Mencionaba la controversia entre la Conade y las federaciones. ¿Cómo entender la división que se ha generado? La Conade criticó a las federaciones de boxeo, beisbol, taekwondo y atletismo. Mientras, defendió a la de Natación en un litigio internacional [por una multa de la Federación Internacional de Natación debido a la cancelación del mundial de la disciplina en 2017].

—A mí me parece absurdo que un federativo entre en conflicto con organismos internacionales, de manera previa a una competencia internacional tan importante como las Olimpiadas de Río. Entonces, tener una multa de la Federación Internacional de Natación, por no haber honrado el compromiso de hacer el mundial de natación en Guadalajara, obviamente pone a los atletas mexicanos en desventaja. Al mismo tiempo ese divisionismo tiene que ver con algo no resuelto dentro del gremio del deporte, la participación colectiva. Es decir, expertos en clavados dicen que Rommel Pacheco en los clavados sincronizados debió haber tenido otro compañero. Y no lo tuvo por discrepancias personales entre él y el posible compañero que hubiera dado mejores rendimientos. Esto es totalmente inaceptable. No puede ser que un deportista por cuestiones personales, por una mala gestión de los afectos y las rencillas no pueda participar de manera adecuada. Y trágicamente, esta situación ha influido mucho en el deporte nacional. Lo sabemos por ejemplo, el caso de Cuauhtémoc Blanco, el principal futbolista mexicano durante al menos 10 años, no. De pronto se ve proscrito de la selección nacional por un grupo de jugadores que no son afectos a él, y que tienen problemas con él. Es algo verdaderamente absurdo. Nosotros vemos la selección alemana que a lo largo de la bundesliga cada uno de los participantes son orgullosamente sajones, berlineses, suabos, me refiero a que representan las distintas tendencias regionales de Alemania, pero al momento de estar en la mancha, es decir, en la selección, son absolutamente unitarios.

—¿Se ha trabajado en este sentido?

—¿Qué sucede? Que no sólo se trata de una gestión política, sino de una falta de valores éticos y deportivos que deberían compartir los atletas. Y ahí también hay un gran déficit. Se piensa que el deportista mexicano se adiestra con el cuerpo, y no se toma en cuenta lo importante que es su preparación psicológica e incluso, me atrevo a decir, de ética deportiva. A la hora para participar en grupo se necesita una ética muy especial, que pasa por pensar que tu compañero te puede superar y eso es bueno. Es decir, la idea de que yo tengo que aniquilar a él, porque me va ganar, eso no debería formar parte de una ética de grupo. Esta ética tiene que ver esencialmente, con la posibilidad de que tu compañero en el grupo te gane, que es lo que ocurrió con Phelps. Cuando queda con medalla de segundo lugar porque le gana un chico que era su fan cuando él era un niño. Y Phelps lo toma como un privilegio, como esta ronda de las generaciones en las cuales alguien que lo admiraba le puede ganar. Le parece que es algo loable, y lo felicita de inmediato. Nos falta trabajar mucho en este aspecto psicológico y ético del deporte. Y ahí una actitud como la de Castillo, que es bravucona, con afrentosas declaraciones, con favorecer aparentemente a un grupo y no a otro, pues esto ahonda las divisiones dentro del deporte organizado, en vez de crear un clima de participación colectiva, que es de lo que se trata.

—Piensa usted que se lincha a los deportistas cuando no logran los resultados…

— Bueno, el verdadero deporte mexicano es criticar a los deportistas. Eso lo sabemos todos y es una cosa verdaderamente dramática. Se ha recrudecido muchísimo con las redes sociales, que son el instrumento de linchamiento más eficaz jamás inventado. Entonces, no es fácil estar en la piel de un atleta que ha hecho un esfuerzo grande con muchas privaciones, y que ha calificado por méritos, que esta ahí representando a México porque no hay gente que lo haya hecho mejor. Y es difícil entender que tenga que soportar todos los ataques que recibe. Respecto a las redes sociales, yo le sacaría un promedio a la importancia que pueden tener. Se ha convertido ya en una situación atmosférica, criticar o denostar a figuras públicas sin que haya demasiada razón al respecto. Entonces, es difícil que la gente esté analizando el grado de dificultad o el esfuerzo que hizo un colectivo, como por ejemplo la Selección Mexicana de Fútbol, o bien un artista o un atleta en lo individual. Pensemos, por ejemplo, en lo que pasó con la selección de fútbol. El partido contra Corea del Sur fue uno de esos partidos que se resuelven por detalles. El partido estaba igualado a cero, México calificaba con una victoria. Hay una jugada extraordinaria en donde México lanza un tiro al poste desde fuera del área, que si hubiera tenido dos centímetros de desviación ese disparo hubiera entrado al arco. México hubiera podido controlar el partido, Corea del Sur se hubiera tenido que abrir, y México hubiera pasado a la siguiente ronda. Entonces, a dos centímetros de distancia estaba el triunfo que no conseguimos, no fue un mal partido y sin embargo, México quedó eliminado. Hay que ponderar todas estas cosas. Pero, claro, en la caja de resonancia de las redes sociales esto se vive como un fracaso, y creo que las reacciones en contra de los atletas mexicanos en general y de la selección de fútbol en particular, pues son exageradas, pero las redes sociales son un instrumento de la exageración y de lo desaforado. O sea, está en su misma esencia ser excesivas, cosa que no es positivo, pero es lo que son.

—Ya mencionaba que México invierte más recursos que el resto de países. En el caso del peso político, México ha tenido representantes como Mario Vásquez Raña en el Comité Olímpico Internacional durante años [en este caso del 2000 al 2012]. ¿Ha sido traducido en avances para el deporte nacional?

—No, desgraciadamente. Desde el 68 que México tuvo una buena participación en lo deportivo, y además, evidentemente como país anfitrión fue muy importante que aquí se realizara el cortejo. Desde entonces creo que los directivos se han dedicado a sus propios fines. No es un fenómeno privativo de México. Hay que pensar que el mundo contemporáneo ha sido bastante acucioso en juzgar a las personas que han tenido un mandato político por elección, en todos los países. Y en cambio, muchos países han sido muy omisos en analizar lo que pasa en el mundo del deporte. O sea, el mundo del deporte es el coto vedado de impunidad, en donde las democracias occidentales han hecho los negocios que han querido. Entonces, ha habido jerarcas del deporte olímpico, como Samaranch, por ejemplo, que han durado a nivel internacional, muchísimo tiempo, al mismo tiempo que Vásquez Raña lo ha hecho. Entonces, esta situación en donde no pueden ser llamados a cuentas los federativos, los líderes del deporte, en donde hay una opacidad fiscal y financiera enorme, en nombre de los recursos que se manejan en nombre del olimpismo, pues han permitido que el deporte organizado se convierta en una isla. En una burbuja de impunidad. Esto es muy claro en el caso de la Fifa, que recientemente, ha sido puesta en entredicho. Pero el Comité Olímpico Internacional no ha sido ajeno a esto, ni el Comité Olímpico Mexicano, ni la Conade. Vemos que después de los Juegos Olímpicos de Beijing, en donde se les han prometido recompensas a los atletas mexicanos que ganen medallas, Carlos Hermosillo, ex futbolista, entonces titular de la Conade, no las da como estaban previstas. Es decir, todo el tiempo estamos viendo este manejo discrecional, arbitrario de los recursos, que no tiene ninguna rendición de cuentas. Y las sociedades occidentales lo han permitido. Por qué, porque esos negocios se hacen nombre de la salud, de la juventud, de las ilusiones de los niños que quieren ser atletas en el futuro. Es decir, las causas parecen muy nobles, pero es una industria de la manipulación y de la estafa. Ahí hay un tema muy fuerte que analizar.

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