De acuerdo al Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México establece que en diversos estudios que se han elaborado para medir cómo se encuentra en México la percepción ciudadana sobre la justicia, la seguridad y la cultura constitucional se da una coincidencia interesante.
El documento esboza que la inseguridad se ha convertido en una de las más importantes preocupaciones para la ciudadanía. En los últimos años los índices de delitos y victimización se han incrementado de forma considerable. Como una herramienta para el análisis se presenta la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU, 2013) elaborada por El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el cual se presentan los datos del informe y este arroja que el 68% de la población mayor de edad considera “que vivir en su ciudad es inseguro”. Esto nos lleva a concluir que 7 de cada 10 habitantes perciben que su entorno es inseguro.
Por tanto, los triunfalismos y datos que el Gobierno Federal nos proporciona respecto a que las cifras de delincuencia van a la baja, se encuentra en tela de juicio, pues quizá en números duros ellos tiene una visión, pero sin duda el ciudadano tiene una percepción que es al final del camino quien la padece en el día con día.
El informe del IFE afirma que: si la primera obligación del Estado es dar seguridad a los ciudadanos, algo falla de forma grave con la autoridad. A pesar de los cambios de discurso que hablan de una modificación en la estrategia de seguridad, la percepción no varía: casi 40% considera que la situación en los próximos 12 meses seguirá igual de mal y 24% piensa que empeorará.
Un dato por demás interesante de la encuesta es que los ciudadanos afirman que han cambiado su modus vivendi, es decir han cambiado sus rutinas por el temor a sufrir algún delito: 64.5% ha optado por no llevar cosas de valor; 50% decidió no caminar alrededor de su vivienda después de la 8:00 de la noche; 48.5% ya no permite que sus hijos menores salgan y otros decidieron diversificar sus rutinas para visitar a sus parientes o amigos. La imagen de la policía también se ha deteriorado: 66.7% considera que el desempeño de las policías estatales o municipales ha sido poco o nada efectivo.
Solo basta hacernos la pregunta a nosotros mismos, ¿Cuántos cambios han sufrido nuestras vidas en los últimos años?, ¿Cuándo sales a la calle, en verdad te sientes seguro?, ¿Si vas en carretera en los límites con estados con alta presencia de crimen organizado, no sientes miedo?, ¿Al indicarte el alto una patrulla, no piensas que puede ser una patrulla clonada?, ¿Sales de tú domicilio a caminar por las noches sin preocupación?, ¿En verdad no sientes el acoso de tu subconsciente y te sientes perseguido, frustrado o con miedo al andar por la ciudad?.
En el mismo sentido el propio Informe País establece que existe otra cara de la moneda que es el problema de la victimización, cuyos datos podemos encontrar en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2013 (ENVIPE). En este otro estudio hay datos que muestran cómo han aumentado los delitos graves; los datos de 2012 son de 25,583 homicidios; 4,007 desapariciones forzadas; y el más escandaloso es el de los secuestros, con 105,682. El crimen organizado fabrica diariamente una potente y próspera industria del secuestro. El costo de la inseguridad en 2012 representó 215 mil millones de pesos, es decir 1.34% del PIB.
Otro problema al que nos enfrentamos los mexicanos en el día a día es la economía de las familias, de la pequeña y mediana empresa. Los datos que arroja la encuesta también son preocupantes, el 41.8% considera que la causa es el desempleo, seguido de la pobreza y el narcotráfico. Si se analiza otro ángulo del problema, como la corrupción en las fuerzas de seguridad, los que ganan en corrupción son los agentes de Tránsito, los policías Municipales, los agentes del Ministerio Público, los Jueces y las policías Estatal y Federal. Los únicos que aparecen bien evaluados en el estudio son el Ejército y la Marina.
La encuesta del ENVIPE pone de manifiesto que existe un considerable aumento de la inseguridad en lugares que antes se consideraban “zonas blancas” lugares tranquilos, pero que hoy reportan un incremento de inseguridad importante.
Sabemos de la condición de inseguridad en estados como Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Durango, Veracruz, pero poco a poco, casi de manera imperceptible se han ido incorporando nuevos territorios.
La encuesta en comento establece que de 2012 a 2013 el índice de victimización subió 23.4% en Jalisco, 23.8% en Sonora y 29.7% en Tlaxcala; y donde se agudizó el fenómeno fue en estados como Querétaro con 39.9%, Chiapas con 34.6% y sobre todo, Yucatán con 67.8%. La ola crece y son excepcionales los casos en donde ha bajado, como Nayarit con una disminución de 22.4 por ciento.
Sin duda, ya no podemos afirmar que existen estados de la República en donde se puede vivir en paz y con tranquilidad, hace unos meses, bien podíamos decir que en Puebla, en Yucatán, quizá en San Luis Potosí y algún otro estado se podía vivir tranquilo medianamente, claro está con el argumento popular que dice que “en esos estados no pasa nada porque precisamente ahí es donde están asentadas las familias de los líderes y hombres fuertes del crimen organizado, algo así como estados con bandera blanca, plazas neutrales, en donde no se pueden tocar los grupos criminales, “la familia se respeta”.
El análisis planteado en el Informe País que presenta el ahora INE realiza una confrontación de hipótesis y comparan los datos arrojados del ENVIPE con los de La Segunda Encuesta Nacional de Cultura Constitucional, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, por tanto se confirman de cierto modo los datos arrojados por el INEGI y se concluye que efectivamente la seguridad se ha convertido en un problema central; además, para la mayoría de los entrevistados la justicia en México no funciona bien por las razones comentadas de impunidad y corrupción. Entre los hallazgos más importantes de dicho estudio se encontró que la gran mayoría de la población se siente desprotegida contra el abuso de autoridad, a la vez que asocia la violación a los derechos humanos con el poder y las autoridades.
Cuando nos situamos en el territorio del Crimen Organizado o Narcotráfico la Segunda Encuesta sobre Cultura Constitucional nos advierte que: nos encontramos en un espacio normativo diferente donde el abuso tiene otra legitimidad al conectarse con una visión punitiva de la justicia que es altamente compartida.
En el estudio se encontró que uno de cada cuatro encuestados dijo que había sido víctima de la delincuencia, o alguien que vive en su vivienda o ambos. Al preguntarles qué delito fue el que más les afectó, 36.5% mencionó que el robo con violencia, mientras que 21% dijo que el robo sin violencia, seguido por la extorsión (11.5 por ciento).
Cuando revisamos los resultados presentados en el informe por región podemos observar que, según los encuestados que mencionaron haber sido victimizados, las regiones Centro y Norte fueron las más afectadas por el delito (26%), mientras que la región Sur fue la menos afectada por éste (15%). Dichos resultados son acordes con los que arroja la ENVIPE (2013), según la cual los estados con una mayor tasa de prevalencia e incidencia delictiva per cápita están justamente en esas regiones (Baja California, Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México y Morelos), con excepción de Michoacán y Jalisco.
Otro factor más es lo que me permití preguntarle al inicio de esta columna “El miedo o temor a ser víctima de la delincuencia”. Los resultados que presenta la encuesta arrojan que: Al preguntar si en los últimos 12 meses las personas habían cambiado algunos de sus hábitos en su lugar de residencia por temor a ser víctimas de la delincuencia, se comprobó que a pesar de la oleada de criminalidad de los últimos años la mayoría de los mexicanos no había cambiado los lugares que frecuentaba por temor a ser víctima de la delincuencia. Parece especialmente revelador que únicamente 5% de los encuestados dijera haber cambiado su lugar de residencia por este motivo, aunque es claro que tal acto implica costos muy altos que difícilmente pueden ser solventados. Imagine usted un ciudadano del Mante Tamaulipas, si se va a poder permitir cambiar de residencia sólo por el simple hecho de que el lugar donde le tocó vivir es una campo de guerra y una zona de nadie, en donde no pueden salir por la noche, al estilo “toque de queda”. Sin embargo, sí hay una mayor preocupación respecto de los lugares que los ciudadanos frecuentan para realizar sus actividades diarias, pues una de cada cinco personas mencionó haber cambiado sus lugares de ocio y de compras por el miedo.
Una vez vistos estos resultados impactantes sin duda, quedan más preguntas que respuestas, lo único de lo que estoy seguro es que los mexicanos cada día vivimos con más miedo, con temor a ser parte de las estadísticas de la delincuencia, no necesariamente a ser víctimas en un enfrentamiento armado, simple y llanamente a ser asaltados a punta de pistola, a ser despojados de nuestro celular, a que nos roben nuestro auto y bueno, ya ni pensar en el temor en los más pequeños de casa.
Los ataques a la delincuencia son focalizados e identificados por zonas de acuerdo a la estrategia del Gobierno Federal, hoy no vemos una carnicería por las calles, pero lo que si estoy seguro es que la forma de informar y de hacer visibles las acciones del gobierno, es decir la estrategia de comunicación ha cambiado, lo que no cambia es la sensación de inseguridad, la percepción de violencia en el país y sobre todo la operatividad del crimen organizado, hoy estos grupos tienen en algunos casos como dirían los abuelos “la sartén por el mango”, los tienen filmados, los tienen en sus manos, ellos saben cómo, cuándo y dónde lo publicarán, sin duda las estrategias han cambiado, pero como toda mutación ellos también lo están haciendo, no corre sangre, pero corren cabezas de funcionarios, sin duda el crimen organizado está en el tuétano de nuestras instituciones y se encuentran cada vez más inmersos en el gobierno, ellos ponen y disponen, ellos cobran derecho de piso, ellos mandatan a los presidentes municipales y si no, los hacen a un lado a punta de plomo, nos encontramos en un pasaje nacional de “PLATA O PLOMO” con un gobierno sustitutivo que se hace más visible a nivel municipal.
Nos vemos la próxima semana.
@nexoestudios