Ahora sí estarás feliz Nuño

21/06/2016 - 12:00 am

Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño
Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño

Buena parte de los mexicanos con uso de la razón tenemos tiempo diciendo que problemas tan grandes y complejos como los de la educación no pueden mezclarse con las bayonetas ni las balas porque terminan en tragedia.

 El secretario de Educación demostró su incapacidad para gobernar y administrar el aprendizaje en México, cuando decidió resolver el conflicto docente usando la sangre humana como lubricante.

Nada justifica ni explica la poca destreza y tacto de los funcionarios que han llevado la mal llamada reforma educativa, más bien laboral magisterial, hasta estos niveles de violencia; las reformas profundas toman tiempo y se aplican con calma y serenidad.

 Nuño confundió la guerra contra la ignorancia con la guerra contra los ejércitos enemigos, una guerra de gises la volvió de balas, y esa equivocación tan monumental no tiene perdón. Ni siquiera puede decirse “que te perdone Dios porque a mí no se me olvida” porque dudo que Dios perdone semejante nivel de estulticia.

 Después de este domingo de terror Nuño ha pasado a formar parte de los chacales de la historia, comparte su legado con Victoriano Huerta, con Díaz Ordaz, con la brigada blanca y con los sicarios del mal.

 Esto es lo que faltaba en la serie de tonterías cometidas por el régimen al abordar la reforma laboral magisterial, el presidente y el secretario no entienden que los grandes problemas se resuelven dialogando, con ecuanimidad y con inteligencia; no con sangre, muertos y heridos.

 Parece que Nuño estaba destinado a la gendarmería Nacional. La resolución de los problemas educativos del país nunca debió llegar al uso de las armas.

 México se ha cubierto de vergüenza y a los responsables la patria debe hacerlos pagar por su imbecilidad, los maestros deben ser apoyados con una gran movilización nacional contra la barbarie. México es una nación civilizada, no un país paria. Tenemos una historia y una cultura centenaria.

 Parecía que después de Ayotzinapa no habría más en el repertorio de los crímenes de Estado del club del poder, pero ahora para vivir como seres dignos debemos alzarnos al llamado de los maestros.

Ellos tienen la palabra.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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