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Alejandro Calvillo

21/04/2020 - 12:01 am

Chatarra alimenta al COVID-19

De los casos a nivel nacional de fallecimientos en personas (406) con COVID-19, hasta el 14 de abril del 2020, el 43.35 por ciento de los casos presentaba hipertensión, 37.68 por ciento tenía diabetes y 34.24 por ciento presentaba obesidad.

La comida chatarra no sólo ha generado obesidad y diabetes entre la población mexicana, ha debilitado nuestro sistema inmunológico. Foto: Victoria Valtierra, Cuartoscuro.

La obesidad aparece ya en dos de los más importantes estudios en China y Estados Unidos como la comorbilidad más asociada a la muerte por COVID-19. Sabemos que la edad es la primera causa asociada al agravamiento por COVID-19, pero no es una enfermedad. Lo que estamos viendo en Estados Unidos es el impacto que tiene la pandemia del COVID-19 sobre la epidemia de obesidad que se vive en ese país. Lo mismo comenzamos a ver en México que tenemos niveles muy similares a los estadounidenses en obesidad, pero mucho más altos en diabetes.

Los estudios de la Organización Panemericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud marcan claramente que estas epidemias previas de obesidad y diabetes en países como Estados Unidos y México se relaciona con el alto consumo de productos ultraprocesados con exceso de azúcares añadidos, de grasas saturadas, de harinas refinadas, de sal, de calorías.

Sin embargo, la comida chatarra no sólo ha generado obesidad y diabetes entre la población mexicana, ha debilitado nuestro sistema inmunológico. Cuando ingerimos estos productos, un refresco, un panecillo, unas frituras, nuestro sistema inmunológico reacciona y genera un proceso inflamatorio. Si esto es parte de nuestra dieta diaria, nuestro organismo permanentemente está reaccionando, se defiende a través de esta inflamación. Con la obesidad, con la diabetes y con muchas otras enfermedades, nuestro organismos vive una inflamación crónica que va debilitando el sistema inmunológico.

De acuerdo con un estudio en revisión por la revista The Lancet sobre pacientes con COVID-19 en China e información publicada por el sitio de noticias estadounidense Business Insider, que muestran los resultados del estudio más grande realizado en Estados Unidos sobre ingresos hospitalarios por COVID-19, la obesidad representa el mayor riesgo crónico para la admisión en los hospitales, por encima de las enfermedades cardiovasculares y pulmonares. El único factor por encima de la obesidad sigue siendo la edad.

A partir de los datos obtenidos de 383 pacientes del Tercer Hospital del Pueblo de Shenzhense se concluyò que “la presencia de obesidad estuvo asociada con un mayor desarrollo de neumonía severa en adultos hospitalizados con Covid 19”. Los pacientes con COVID-19 que presentaban obesidad tenían 86 por ciento más de probabilidades de desarrollar neumonía severa. Esto quiere decir que las personas con obesidad tuvieron 2.4 veces más probabilidad de presentar problemas graves al contraer el virus. El estudio recomienda: “Como el COVID-19 continuará difundiéndose alrededor del mundo, los clínicos deben mantener un alto nivel de atención en pacientes obesos. Los pacientes con obesidad deben ser cuidadosamente monitoreados y manejados con tratamientos rápidos y agresivos”.

Por su parte, el estudio realizado por la NYU Grossman School por médicos de el NYU Langone Health Center, aún en espera de revisión por pares, presenta casos específicos del estado de Nueva York, sin embargo, el grupo de estudio es extenso, pues se analizaron las circunstancias de 4,103 personas infectadas por COVID-19 entre el 1 de marzo y el 2 de abril de 2020 en otras regiones de los Estados Unidos.

Del total de los pacientes analizados, aproximadamente la mitad fueron internados en algún centro de salud. En específico, 87 por ciento de los pacientes que tenían más de 65 años tuvieron que ser hospitalizados, al igual que el 70 por ciento de aquellos que presentaban obesidad y eran mayores de 35 años. Incluso aquellos menores de 35 tenías más probabilidades de ser admitidos si eran hombres y presentaban obesidad.

Varias investigaciones ya venían advirtiendo de la dimensión del problema, el 8 de abril el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades encontró que el 48.3 por ciento de los pacientes ingresados en los hospitales de 99 condados en Estados Unidos eran obesos, 59 por ciento tenían entre 18 y 49 años. De acuerdo con este Centro la “obesidad severa” o tener un índice de masa corporal por arriba de 40 o más, es una condición de alto riesgo para contraer la enfermedad de COVID-19.

El caso de México

La situación de México puede ser aún más dramática, en 2016 la Secretaría de Salud emitió la emergencia epidemiológica por obesidad y diabetes, a éstas se le suma ahora la de COVID-19. De acuerdo con los datos de 2018, a nivel nacional un 36.1 por ciento de la población vive con obesidad y 39.1 por ciento con sobrepeso. Un total de 8.6 millones de personas viven con diabetes y 15.2 millones presentan hipertensión. Esto equivale al 10.3 por ciento y 18.4 por ciento de la población, respectivamente.

De los casos a nivel nacional de fallecimientos en personas (406) con COVID-19, hasta el 14 de abril del 2020, el 43.35 por ciento de los casos presentaba hipertensión, 37.68 por ciento tenía diabetes y 34.24 por ciento presentaba obesidad.

Si se compara con los países en los que la pandemia de COVID-19 ha cobrado mayor fuerza, encontramos que en China apenas el 6 por ciento de la población vive con obesidad. En el caso de Italia esta cifra alcanza el 10 por ciento; esto es 30.1 por ciento y 26.1 por ciento menos que en nuestro país, respectivamente.

¿Dónde se origina esta susceptibilidad?

Los investigadores sugieren que la relación entre el peso y la gravedad de los casos reside en la respuesta inflamatoria de la obesidad en el organismo; la cual puede afectar el sistema inmune y la función pulmonar, críticos en la lucha contra el COVID-19. De acuerdo con expertos, la inflamación es un mecanismo de defensa natural del organismo que ayuda a evitar daños en los tejidos causadas por factores biológicos, físicos y químicos. Para el caso de la obesidad y las enfermedades crónicas, la inflamación es silenciosa, de bajo grado, pero constante.

En este sentido, las enfermedades crónicas generan una hiperactividad de las células del sistema inmune de forma permamente, el cual genera un agotamiento en el mismo, lo que a su vez le impide atacar de manera efectiva enfermedades causadas por patógenos externos, como el COVID-19. Además, la obesidad puede restringir físicamente la respiración, lo cual es evidentemente problemático si se presenta un caso grave de enfermedades respiratorias, como la antes mencionada.

La dieta saludable debe formar parte de las recomendaciones contra COVID-19

El consumo de alimentos altos en azúcares, grasas, harinas refinadas y otros ingredientes comunes en los alimentos ultraprocesados, aumentan la inflamación. Si esta condición es cotidiana, se da un desgaste del sistema inmunológico.

Considerando que el riesgo del COVID-19 persistirá por un largo periodo, es importante que se recomiende el mantener una dieta saludable basada en alimentos frescos, verduras frutas y granos enteros. Esta recomendación es muy importante para contrarrestar la tendencia a un mayor consumo de productos ultraprocesados por las condiciones de confinamiento.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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