Los organizadores del Día de la Tierra tienen como tema de este año el fin de la contaminación con plástico.
Por Seth Borenstein
Washington, 21 abril (AP).- Ciudades y naciones buscan prohibir las pajillas para beber y los agitadores de plástico con la esperanza de resolver parte del problema de contaminación con este material a nivel mundial. Sin embargo, es tan grave que los científicos afirman que estas medidas están lejos de ser suficientes.
Los científicos australianos Denise Hardesty y Chris Wilcox estiman, con base en la basura recolectada en franjas costeras de Estados Unidos a lo largo de cinco años, que existen cerca de 7.5 millones de pajillas de plástico en las costas estadounidenses. Para ellos, eso significa que hay entre 437 millones y 8 mil 300 millones de pajillas de plástico en las costas de todo el mundo.
Pero esas enormes cifras de pronto lucen pequeñas cuando uno ve todo el plástico que llega a los océanos. La profesora de ingeniería ambiental Jenna Jambeck, de la Universidad de Georgia, calcula que cerca de 9 millones de toneladas terminan en los océanos y costas cada año desde 2010, de acuerdo con su estudio de 2015 publicado en la revista Science.
Eso es sólo en los océanos y alrededor de ellos. Anualmente se producen en todo el planeta más de 35 millones de toneladas de desechos de plástico, y aproximadamente una cuarta parte de esa cantidad termina en las aguas.
“Por cada libra de atún que sacamos del océano, estamos arrojando dos libras de plástico al océano”, aseveró la científica oceánica Sherry Lippiatt, coordinadora regional en California del programa de restos marinos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Las aves marinas pueden consumir hasta 8 por ciento de su peso corporal en plástico, que para los humanos “es equivalente a que una mujer promedio tenga el peso de dos bebés en su estómago”, indicó Hardesty, de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Mancomunidad de Australia.
Los organizadores del Día de la Tierra, que se celebra el domingo, tienen como tema de este año el fin de la contaminación con plástico. Y siguiendo los pasos de ciudades estadounidenses como Seattle y Miami Beach, la primera ministra británica Theresa May pidió este mes a las naciones de la Mancomunidad Británica que sopesen la prohibición de las pajillas para beber, los agitadores de líquidos y los hisopos hechos de plástico.
La cadena de comida rápida McDonald’s pondrá a prueba pajillas de papel en algunos de sus restaurantes del Reino Unido el próximo mes y mantendrá todas detrás del mostrador, a fin de que sólo los clientes que las necesiten las pidan.
“Junto con nuestros clientes podemos hacer nuestra parte por el medio ambiente y usar menos pajillas”, dijo Paul Pomroy, que administra las operaciones de la compañía de comida rápida el Reino Unido.
El problema de la interacción de los animales marinos con las pajillas se caldeó más después de un video que se hizo viral en 2015 en el que se veía cómo algunos rescatistas retiraban una pajilla de la nariz de una tortuga marina.
Pero una prohibición de las pajillas podría tener pocas repercusiones en las discusiones sobre la contaminación con plástico. Las pajillas forman aproximadamente el 4 por ciento de la basura de plástico por pieza, pero mucho menos en lo que respecta a su peso.
En promedio, las pajillas pesan tan poco -aproximadamente un 67vo de onza, o 0.42 gramos- que todos esos miles de millones de pajillas sólo representan unas 2 mil toneladas de las casi 9 millones de toneladas de desperdicios plásticos que llegan al océano cada año.
“Las prohibiciones pueden hacer su parte”, dijo la oceanógrafa Kara Lavendar Law, coautora junto con Jambeck del estudio publicado en Science en 2015. “No vamos a solucionar el problema prohibiendo las pajillas”.
Los científicos dicen que, a menos que uno sea discapacitado o un niño pequeño, en general las pajillas de plástico son innecesarias, y una prohibición de ellas es un comienzo y un buen símbolo. La gente usa estos artículos por unos minutos pero “permanecen toda nuestra vida y más aún”, dijo Lippiatt.
Marcus Eriksen, científico ambiental que cofundó el grupo activista 5 Gyres, dice que trabajar en la prohibición de las pajillas y las bolsas de plástico traería consigo un cambio perceptible. Considera que las bolsas, las tazas y las pajillas de este material que se deshacen en piezas más pequeñas -pero que de todas formas siguen siendo dañinas- son el “smog de los microplásticos”.
“Nuestras ciudades son chimeneas horizontales que arrojan este smog hacia los mares”, dice Eriksen. “Una meta para las organizaciones activistas es hacer que la cultura de un solo uso sea tabú, de la misma forma que fumar en público es tabú”.
Steve Russell, vicepresidente de plásticos para el Consejo Estadounidense de Química, dijo que la gente puede reducir los desperdicios al no usar pajillas, pero “en muchos casos estos plásticos proporcionan condiciones sanitarias para los alimentos, las bebidas y los artículos de cuidado personal”.
La clave para solucionar el problema de la basura marina, dice Russell, está “en invertir en sistemas para capturar los desperdicios en tierra e invertir en infraestructura para convertir los plásticos usados en productos valiosos”.
Aunque Jambeck se pasa la vida midiendo y trabajando en el creciente problema de la contaminación por desperdicios, se mantiene optimista.
“Podemos lograrlo”, afirmó. “Tengo fe en los seres humanos”.