Soy candidato pero no ratero

21/04/2015 - 12:02 am

En 1988 fundamos el Partido de la Revolución Democrática en Juárez pero, ya en 2001 y después de mi última campaña, me alejé poco a poco de él. Debido a que había sufrido una profunda descomposicion ideológica y moral, corté las amarras y me incorporé al activismo ciudadano.

Para las elecciones de este año atendí la convocatoria de Morena y solicité mi registro como candidato externo por la primera circunscripción.

Consciente de que mi participación tiene mucho de testimonial, me sorprendió saber que algunos militantes del PRI y del PAN desataron una campaña inusitada contra mi registro, llegando hasta revelar por la radio que tengo un hermano con Síndrome de Down. Éste fue el primer aviso de que no sólo el PRD, sino la política en general, se estaba descomponiendo y la putrefacción ya asomaba por todas partes.

Al poco tiempo, empecé a perder amistades largas y conseguir nuevos y feroces enemigos; culpé a mis 69 años de esta actitud adversarial porque la vejez trae consigo cierta vulnerabilidad. Como dijo Maquiavelo, “el poder se ejerce cuando puedes imponer temor” y como imparto un curso sobre él, no puedo pecar de ingenuo: Los viejos no asustamos.

Cuando empezaron las campañas, recibí la noticia de que los candidatos por circunscripción no hacemos campaña porque no se usa; no podemos gastar recursos porque los partidos no les destinan presupuesto y aceptar dinero de los amigos para fines políticos es más peligroso que traer pistola a la cintura.

Una mañana desperté con la novedad de que la dirección nacional de Morena había pedido a la PGR que nos investigara, no fuera a ser que se hubiera colado algún pillo, que habría conseguido con malas artes la carta de no antecedentes penales, entre los aspirantes.

Hoy, tras las primeras dos semanas de campaña, de verdad que da vergüenza lo que está pasando; el PRI, el PAN y el PRD se han descalificado totalmente de las elecciones de Sonora, hasta pudieran declarar  desierta la competencia. En otros lados ha saltado tanta pus entre los aspirantes a dirigentes del país que no sabemos si asistimos a una elección o a una consignación de delincuentes.

Me cuentan que en Chihuahua hay un político priista con una siniestra historia, que amenaza a su partido con jugar como abanderado de unidad de izquierda si no le aseguran la candidatura, mientras por otro lado veo que los candidatos a diputados ofrecen todo lo que su imaginación les aconseja: reducir los impuestos, aumentar los salarios de los mexicanos, reconstruir el 40 por ciento de la ciudad, acabar con la ignorancia de la juventud tuitera y sembrar valores familiares que recuperen el bienestar social, todo en tres años.

Lo que sí no veo, es que Morena vaya a hacer simbiosis política con mercenarios que lleven la extorsión delictiva al ámbito público, incluso creo que está salvando la dignidad de la democracia electoral de México. Por eso, y como apenas empieza la riña electoral, quiero aclararles a los que me conocen, a mis amigos, lectores y a mis hijos y nietos: Sí soy candidato, pero no soy ratero.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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