Y así, sucesivamente…

21/02/2015 - 12:01 am

La psicología de un grupo se parece mucho a la de una persona, si se hacen los ajustes en atención a sus diferentes contextos. Como un individuo, un grupo siente miedo, quiere avanzar, toma decisiones y se enoja, alegra o entristece. También una sociedad.

Danel Goleman, autor del concepto “inteligencia emocional”, escribió una frase que viene a cuento: “Cuando una empresa obtiene sus ganancias al precio de violar los valores implícitamente compartidos de quienes allí trabajan, hay un precio emocional a pagar: una carga de vergüenza y culpa, una sensación de recompensa contaminada.” Esta idea me hizo pensar más en toda la sociedad que en una compañía; más en los gobernantes que en los gerentes, aunque no parece que, en México, paguen el precio anunciado por Goleman.

No encuentro esa vergüenza en los políticos que violan los valores que –supuestamente- compartimos todos. Lo que hay en el sistema político mexicano es desprecio por la nación. Esto, a nivel ciudadano, inyecta sentimientos que debilitan al país: una esperanza clausurada y resentimiento contra quienes traicionan los valores sociales para su beneficio personal o de grupo. Al resto nos paraliza el miedo.

Se supone que somos un país democrático, pero esto lleva ya demasiadas décadas de ser falso. Es nada más un lema de campaña. Las traiciones a la patria cometidas en elecciones presidenciales recientes lo demuestran. El madruguete que le atestó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) al pueblo mexicano ayer viernes a las 4 am, realmente ensombrece todo el paisaje político, lo bloquea y lo aleja más allá del horizonte.

La pantomima consistió en investigar el delito electoral relacionado con las tarjetas Monex, y en llegar a un veredicto dos años después. No creo que se deba a lo minucioso de la revisión, sino más bien a la proximidad de las elecciones. Sean 700 millones de pesos, como originalmente argumentó el PAN, o 70, como finalmente quedó el número, se cuidaron bien de llegar a un veredicto después de que Peña Nieto cumpliera dos años en Los Pinos.

Y como la quema de boletas, asustarnos con que “ahí viene el coco”, el recuento de votos y el dinero ilegal repartido en tarjetas Monex por el PRI y el Partido Verde durante las elecciones ya son mañas desgastadas, esta vez recurren sin vergüenza alguna a un recurso por demás denigrante: hacer legal la distribución de los monederos. Pero hay pilón: implícitamente queda autorizado el mecanismo para las elecciones subsecuentes. No, bueno…

El caso es que el veredicto del tribunal se trata sólo de tender un manto de impunidad que protege a quienes desfalcan al país mientras más de 50 millones de mexicanos sólo pueden pensar en cómo conseguir algo para llevarlo a la mesa cada día.

Un documental me pregunta: “Si tengo un millón de dólares, ¿seré feliz?” Él mismo se responde que sí, y estoy de acuerdo. “Y si tengo dos millones de dólares, ¿seré doblemente feliz?” Pues no, coincidimos de nuevo. Es una reflexión que debería ser obligatoria para los políticos que en un solo año de servicio público pueden comprarse tres condominios: “Y si tengo diez millones, ¿seré diez veces más feliz…?” Y así, sucesivamente.

en Sinembargo al Aire

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