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Jorge Alberto Gudiño Hernández

21/02/2015 - 12:02 am

Entre escritores

Los estereotipos suelen estar justificados, no por nada existen. Así, para un observador externo o un posible lector, es probable que la idea de un escritor platicando esté cargada ya sea de solemnidad, ya de temas relevantes. Nada más falso. He estado en muchas reuniones de escritores. Por ello puedo decir, por ejemplo, que el […]

Los estereotipos suelen estar justificados, no por nada existen. Así, para un observador externo o un posible lector, es probable que la idea de un escritor platicando esté cargada ya sea de solemnidad, ya de temas relevantes. Nada más falso. He estado en muchas reuniones de escritores. Por ello puedo decir, por ejemplo, que el tema más recurrente es el futbol. Se platica sobre este deporte en el baño, en foros académicos, durante la salida de los niños de la escuela, en el autobús que nos lleva a una presentación o a una mesa de debate. Los escritores son apasionados y si algo distingue sus pláticas de las de los otros es un cierto tufillo de intelectualidad que les hace sustentar sus observaciones. A fin de cuentas, saben manejar las palabras.

Después del fútbol, o al lado de éste, otros temas se acumulan: superación personal, telenovelas, achaques y médicos, perros, gatos y otras mascotas. También cosas relacionadas con la vida cotidiana: impuestos, impunidad, gobierno, corrupción, burocracia, inflación, el costo de la colegiatura, dificultades económicas y laborales o el drama conyugal en turno, por mencionar sólo unos cuantos. En otras palabras, los escritores platicamos de las mismas cosas que el resto de las personas.

Cada tanto, no obstante, también nos gusta platicar de lo que nos ocupa. Ya sea que demos rienda suelta a nuestra imaginería para plantear nuestro proyecto de escritura en turno; ya para profundizar en aspectos que nos interesan del mundo literario, lo que quiera que signifique eso.

Hay quienes hemos preferido hacerlo en privado, con amigos cercanos, en foros no demasiado concurridos. Otros han hecho de las redes sociales una plataforma de lo más útil para mostrar sus ideas. El problema es que, a veces, las discusiones se vuelven interminables, bizantinas o, peor aún, acaban en la descalificación y el insulto. Entonces estas pláticas se convierten en una mezcla de comedia de enredos con melodrama mal producido. Tan es así que, en la próxima reunión con personas del oficio, siempre se empieza hablando de los chismes más jugosos.

Hace unos meses, a un gran amigo escritor se le ocurrió la idea de platicar en público. Maruan Soto Antaki nos convocó a varios colegas para desarrollar su plan. A diferencia de muchas iniciativas emprendidas por escritores, ésta no se terminó disolviendo en la indiferencia. Maruan es persistente y latoso. Llama a quien debe llamar con tal de conseguir lo que quiere. Y a muchos de nosotros nos llamó varias veces. Es algo que, al menos yo, agradezco de antemano.

El asunto entonces es simple. Varios escritores nos reuniremos por primera vez en público. La Feria de Minería será el punto de partida para una serie de encuentros que bien podrían ser debates, discusiones o una serie de posturas encontradas entre varios profesionales de la palabra escrita. La cita será el 28 de febrero a las 13 horas. Estaremos en la mesa, además de un servidor, Daniela Tarazona, Emiliano Monge, Luis Muñoz Oliveira, Eduardo Rabasa y, por supuesto, Maruan Soto Antaki.

Hemos pensado en algunos temas para iniciar la discusión (la necesidad del debate literario, el costo de los libros, los formatos digitales, las subvenciones estatales, el rol social del escritor y demás). Prometo hacer todo lo posible para ceñirme a esos temas aunque, quién sabe, en una de ésas acabamos platicando de fútbol. Con los escritores nunca se sabe. Ojalá puedan acompañarnos.

Twitter: @latertuliared

Fb: Jorge Alberto Gudiño Hernández

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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