Carta a la tropa que interviene en Michoacán

21/01/2014 - 12:00 am

CIUDADANOS SOLDADOS;

En 2008, llegaron a Ciudad Juárez, cerca de 5,000 compañeros de ustedes, incluso, tal vez haya algún veterano de aquella intervención.

Los hospedaron en bodegas, en carpas, en los lugares más inopinados y los enviaron a la calle por turnos de 24 horas seguidas, hubo días que solo comieron una sopa Maruchan. Las órdenes eran detener a todo aquel que pareciera sospechoso y remitirlo al campo militar.

Les entregaron una especie de videojuego  con una antenita y les dijeron que descubría donde había droga o armas, cuando se les cansaban los brazos, les temblaban las manos, se movía la antena y ustedes revisaban los vehículos, la mayoría de las veces no encontraron nada.

Con mucha frecuencia les ordenaron entrar a las casas a la fuerza, el general decía que su “orden de cateo se llamaba marro” y siempre traían uno a la mano, debían  detener a todos los varones que ahí estuvieran, si eran jóvenes mejor y llevarlos a los sitios de interrogatorios militares.

A muchos de los soldados les ordenaron que golpearan a esos detenidos, para ablandarlos, mientras los oficiales interrogadores les preguntaban una y otra vez quien vendía droga en el barrio y quien era el distribuidor , si no contestaba correctamente el interrogado, escuchaban ustedes la orden siniestra de “síganle dando hasta que confiese”.

Todo lo hicieron “cumpliendo órdenes” y precisamente era lo que hacían, cumplían órdenes superiores.

Eso sucedió miles de veces y después de dos años les mandaron retirarse sin haber cumplido la misión, Juárez estaba más violento que cuando llegaron. Y la ciudadanía que les aplaudió al llegar los despidió con rechiflas y manifestó dolor por su presencia.

Pero algunos de sus compañeros cumplieron las órdenes con demasiado fervor, y el interrogado se les quedo muerto en las manos. Los  jefes les mandaron arrojarlo en el desierto y les aseguraron de que no tendrían problemas porque todo lo habían hecho en el cumplimiento de órdenes, y que finalmente cualquier denuncia sería enjuiciada por tribunales militares y ahí lo que se revisaba era la disciplina, así que no habría consecuencias.

Ustedes recordaran que una mujer muy joven denuncio que a su esposo muy joven también lo habían detenido junto con otros diez muchachos, y su cadáver lo hallaron en un arroyo cerca de Palomas.

También que un matrimonio de señores mayores denunciaron que a sus dos hijos los detuvieron los militares y no volvieron a aparecer.

Recordaran que una mujer de nombre Cipriana que se decía Defensora de Derechos Humanos apoyada por otros tipos que trabajaban en lo mismo empezaron a hacer mucho escándalo y que se dijo que algunos de sus colegas les dieron café cargado hasta que los expulsaron del país amenazándolos de matarlos en Juárez si no le bajaban a su borlote.

Cuando esos tipos se fueron asilados, los compas suyos respiraron tranquilos, pues los expedientes se mandaron a Mazatlán a la congeladora y ni quien se acordara del asunto.

Pues les cuento que: Esos tipos Defensores de Derechos Humanos, y una organización que se llama Amnistía Internacional, siguieron metiendo presión.

 Las cosas empezaron a cambiar, primero el ejército los investigó, el llamado fuero militar se vino abajo, algunos expedientes pasaron a la justicia civil, y precisamente esos dos casos salieron de la jurisdicción militar y cayeron en manos de un Juez de Distrito. No se pudo evitar por más influencia del General que dio las órdenes de “Mano dura”, que el Juez girara las órdenes de aprehensión, y peor aun las ordenes se cumplieron y ahorita se encuentran detenidos 20  compañeros suyos por el joven hallado en Palomas y 16 por la muerte de los dos hermanos, y les puede venir una sentencia de 10 a 20 años de cárcel o mas mientras que al General que dio las órdenes lo mataron al día siguiente de que pasó a retiro.

Los abogados de los soldados procesados presentaron un amparo contra el auto de formal prisión y los jueces se los negaron, así que ahora van a tener que esperar sentencia.

Lo anterior se los cuento nada más para que tengan un poco de cuidado en la forma como cumplen las ordenes que reciben, porque los tiempos cambian y los que están arriba años después están abajo y esos tercos Defensores de Derechos Humanos insisten, insisten y persisten cada vez mas y parece que se están multiplicando.  Ya no son los mismos tiempos en que ustedes eran como los agentes James Bond 007, (con permiso para matar).

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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