De aquí a la eternidad… el plano secuencia

20/12/2014 - 12:00 am

Alfred Hitchcock, Andrei Tarkovski, Orson Welles, Stanley Kubrick, Alexandr Sokurov, Robert Altman, Martin Scorsese, Alfonso Cuarón, Park Chan-wook y Alejandro G. Iñárritu, entre otros, han compartido un desafío artístico en común denominado Plano Secuencia. Ahora que la película de Iñárritu, Birdman o (La Inesperada Virtud de la Ignorancia), ha cautivado las miradas y aspira a diversos premios, algunos al mérito técnico por su arriesgada estructura articulada por escenas de 10 minutos de duración, vale un recuento de los más memorables planos secuencia en la historia del cine.  

La Soga (1948), Alfred Hitchcock

El maestro inglés ambicionó filmar su película en una sola toma desde que vio la obra teatral presentada en un solo acto. La comedia negra contaba como dos estudiantes asesinaban a un hombre en un departamento minutos antes de una reunión. Ocultaban el cadáver en un baúl al centro de la estancia confiados en no ser descubiertos. El reto cinematográfico no permitía equívocos de diálogos, movimientos de actores o cámara pues significaría reiniciar el rodaje. Otros desafíos en el set: la iluminación debía imitar la luz del día hasta la puesta del Sol y el movimiento “natural” de las nubes en la decoración. El obstáculo insalvable: la duración limitada de los rollos de película obligaron a interrumpir la acción y a editar las secuencias.

Sed del mal (1958), Orson Welles

El genio dando cátedra de cine, como era lo usual, con un plano secuencia de 3 minutos y 20 segundos al inicio del filme. La toma sigue la acción de un atentado en un pueblo mexicano al que llegan los recién casados Mike y Susan Vargas, (Charlton Heston y Janet Leigh), quienes al ser testigos de la agresión, se verán envueltos en un sistema policial corrupto. La cámara, montada en una grúa, viaja a diferentes espacios del set y brinda distintos planos: desde el detalle de la activación del artefacto explosivo, la colocación de éste en un auto, la panorámica del avance del automóvil, vadea por la azotea del edificio, capta a la pareja testigo que se cruzará con el auto bomba, sigue a los enamorados hasta que ocurre el estallido mortal. Estética, técnica, narrativa, perfección.

El Resplandor (1980), Stanley Kubrick

De entrada, un filme de horror rompe esquemas: cero oscuridad, locura y pavor a toda luz. El prodigio técnico, la Steadicam articulada por Garret Brown, que revolucionó la manera de capturar imágenes sin necesidad de rieles, emplazamientos de cámara y labor de montaje. Kubrick aprovechó las nuevas posibilidades en varias escenas: Wendy (Shelley Duvall) bajando tramos de escalera; Danny (Danny Lloyd) huyendo en el laberinto del jardín y el plano secuencia escalofriante: Danny en su triciclo recorriendo los pasillos del Hotel Overlook, deteniéndose en el cuarto 237 y descubriendo sus fantasmas.

Buenos muchachos (1990), Martin Scorsese

Desde que recuerda, él siempre quiso ejecutar una toma legendaria. Henry Hill (Ray Liotta), camino a ser un gánster, paladea los privilegios del poder. Lleva a su chica, Karen, (Lorraine Braco) al club nocturno de moda. Es uno de los dos planos secuencias de la película, y el más recordado: comienza con el detalle de Hill entregando al valet las llaves del auto, seguimos a la pareja atravesar la calle, llegar a la parte trasera del bar, bajar las escaleras, caminar por laberínticos pasillos, recorrer la cocina, entrar al salón y sentarse en la mejor mesa, saludan a los comensales y da inicio el espectáculo. En 3 minutos se plantea el poderío asumido por el protagonista y Scorsese ejecuta uno de los planos secuencias más largos en el cine hollywoodense hasta ese momento. Repetiría la hazaña en “La invención de Hugo” (2011).

El Arca Rusa (2002), Alexandr Sokurov

¿Corte? ¿Qué es eso? Sokurov narra 300 años de la historia de Rusia en 99 minutos ininterrumpidos… un solo plano secuencia. La cámara subjetiva conduce a un viaje en el tiempo a través del Museo Hermitage, el guía es el Marqués de Custine (Sergei Dreiden. Entre óperas, zares, ritos protocolarios, escenas familiares, caídas de imperios, bailes y fantasmas recorremos 33 salones situados en épocas clave de ese país. Se rodó en un solo día, el 23 de diciembre de 2001, pero la hazaña requirió meses de ensayo y la coordinación de 4 mil personas entre actores, extras, técnicos, músicos, incluidos los de la Orquesta de San Petesburgo bajo las órdenes de 22 asistentes de dirección.

Los niños del hombre (2006) y Gravedad (2013), Alfonso Cuarón.

En la primera, en la distopía de un mundo infértil, un grupo de activistas resguardan a una joven embarazada. A bordo de un auto, los cinco personajes se verán envueltos en una emboscada. La persecución, huída, ataque y caos generado se viven en un ejercicio visual sin respiro… ni cortes por casi 4 minutos. En el techo de la complejidad se filma Gravedad, estructurada en planos secuencia; la obertura del filme dura alrededor de 13 minutos y presenta a los dos astronautas (Sandra Bullock y George Clooney) momentos previos a su tragedia espacial. La máxima dificultad: la ausencia real de gravedad. Un equipo de 200 personas controlaban robots, luces, monturas de cables y estructuras mecánicas. En ambos ejercicios, la fotografía a cargo del maestro Emmanuel Lubezki.

La selecta lista de planos secuencia para la eternidad incluye las contribuciones artísticas de Jean-Luc Godard con Week-end (1967), Andrei Tarkovsky con El Espejo (1975), Robert Altman con El Jugador (1992), John Woo con Hard boiled (1992), Paul Thomas Anderson con Boogie Nights (1997), Brian de Palma con Ojo de serpiente (1998), Park Chan-wook con Oldboy (2003), Prachya Pinkaew con El Protector (2005) y Joe Wright con Expiación (2007). ¿Cuál otro agregarían?

 

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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