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Darío Ramírez

20/12/2012 - 12:02 am

El cambio de narrativa en la prensa

Aprovechando los convivios decembrinos, me he encontrado con una opinión común sobre el inicio de Enrique Peña Nieto. La mayoría acepta que no lo ha hecho tan mal. Parecería que el Presidente está gozando de un importante periodo de gracias. La gran mayoría ha olvidado su paso por el Estado de México y las amplias […]

Aprovechando los convivios decembrinos, me he encontrado con una opinión común sobre el inicio de Enrique Peña Nieto. La mayoría acepta que no lo ha hecho tan mal. Parecería que el Presidente está gozando de un importante periodo de gracias. La gran mayoría ha olvidado su paso por el Estado de México y las amplias críticas a su gobierno. Lo mismo sucede con su círculo cercano en puestos claves de la administración pública. El periodo de gracias incluye un borrón y cuenta nueva de su pasado.

Un elemento fundamental para la promoción de que se viven nuevos aires en nuestro país es el hecho de que la narrativa informativa de los medios de comunicación cambió de manera fundamental. Las empresas informativas sacaron de las primeras planas y de los noticieros las noticias de los altos índices de violencia que se viven en el país. De pronto, nuevas noticias tomaron por asalto los principales titulares. Esto como consecuencia directa del cambio en la narrativa del discurso presidencial. Desde Los Pinos han lanzado una nueva agenda informativa que no priorizaba el combate al narcotráfico ni la persecución de delincuentes. El nuevo Presidente ha colocado de manera efectiva temas que generan empatía en el público, por ejemplo, la reforma educativa que lleva implícito un golpe político a uno de los personajes más odiados; reforma en telecomunicaciones que apuntaría –de ser cierta la intención– a imponer nuevas reglas a empresas monopólicas como Televisa y Telmex; la promoción del Pacto por México que no es más que un documento meramente declarativo. El presidente Peña Nieto ha entendido perfectamente que tiene que desmarcarse de la agenda informativa monotemática que contribuyó a hundir a su antecesor. Mucho distan los primeros días de Peña Nieto con aquel infame día en que Calderón se visitó de militar para anunciar su política de seguridad. En ese momento perdimos al jefe del Estado para tener un militar más. Peña ha tomado claramente otro camino.

La estrategia informativa de Los Pinos está cantada y hasta ahora les ha funcionado. Está claro el cambio de discurso y el obvio destierro de ciertas palabras en el discurso presidencial aportan frescura a la información. Pero lo que debemos de analizar con un poco más de precisión es lo que está pasando con las grandes empresas informativas del país y su comportamiento ante el golpe de timón. Tácitamente, los medios están abonando al éxito de la estrategia presidencial. ¿Cuál debería ser el papel de los medios de comunicación en un momento en el que el discurso oficial en relación con la violencia ha cambiado? Sería ridículo pensar que la violencia disminuyó súbitamente. La que sí ha disminuido de manera espontánea es la cobertura informativa. Este hecho apuntaría, entonces, a que estamos ante una clara dependencia de los medios a la agenda oficial. En otras palabras, la agenda de la información la marca el gobierno y no el interés público de la información. Esto implicaría que en su mayoría los medios de comunicación están reproduciendo sin mayor criterio periodístico –y permítame la generalización en este punto– el mensaje perfectamente diseñado en el gobierno federal.

Mi intención no es defender las notas sobre violencia en las primeras planas. Por el contrario, siempre critiqué que ese fuese el tema principal en las noticias, esto en claro detrimento de una verdadera agenda periodística a favor del interés público de la información. Mientras las coberturas están en lo que dicta la agenda oficial, lo cierto es que en regiones como La Laguna, la situación de inseguridad sigue deteriorándose de manera importante y la información al respecto fluye a cuenta gotas. Estamos ante un serio problema de independencia en la línea editorial, priorización de la información y el compromiso en la defensa del derecho a la información de la sociedad. El equilibrio en la información no es una dádiva de los medios de comunicación. Su razón de ser se basa en su compromiso social con el interés público de la información. El papel, en este sentido, de los medios es fundamental para construir una verdadera democracia.

La intención de todo gobierno es la de manipular la información. Es su naturaleza guardar con recelo información que no les pertenece. Para muestra un botón. En Nayarit el gobernador dio a conocer que desaparecía la Dirección de Comunicación Social del estado y que la responsabilidad de comunicar caería en manos del secretario de Turismo. Así como lo leyó, el gobierno estatal busca priorizar la promoción de una imagen del gobierno más que cumplir con su responsabilidad de informar a la ciudadanía y medios sobre asuntos públicos. La lista de ejemplos de gobiernos estatales que buscan castigar a reporteros no cómodos a sus intereses es demasiado larga para asentarla en este espacio. También lo son los ejemplos en los que se evidencia una relación cómoda entre las autoridades y las empresas informativas, donde las estas últimas sirven más a sus intereses comerciales que a un periodismo real.

El cambio de narrativa puede o no ser criticable. Necesaria o no en términos de audiencias y periodismo. Pero resulta indispensable refundar el periodismo y su papel en la sociedad mexicana. De lo contrario, seguiremos cargando como sociedad un periodismo desplaciente con el gobierno, y unas autoridades que gozan de mecanismos indirectos (como el gasto en la compra de publicidad oficial) para doblegar la independencia de los medios. Sin esta transición de cómo hacer periodismo para la gente, el derecho a la información seguirá siendo un anhelo.

20 de diciembre de 2012

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

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