Cosa ociosa, hablar y sugerir a los legisladores

20/10/2015 - 12:02 am
Por eso parece un insulto a la inteligencia que Beltrones nos diga ociosos a quienes nos preocupa la integración de la Suprema Corte. Foto: Cuartoscuro
Por eso parece un insulto a la inteligencia que Beltrones nos diga ociosos a quienes nos preocupa la integración de la Suprema Corte. Foto: Cuartoscuro

Manlio Fabio Beltrones acaba de elaborar la teoría de la representación no representativa de los legisladores.

Tratando de evitar una discusión previa a la designación de los ministros de la Corte que sustituirán a Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza, el presidente del PRI prohibió a sus militantes que especulen y sugieran nombres para sus reemplazos, pero de tal forma que parece una advertencia ad hominem, para todos los mexicanos.

Ha dicho que es ocioso especular y hacer sugerencias en el tema porque eso es responsabilidad del Ejecutivo y el Senado y cómo ningún partido tiene las dos terceras partes de los votos para seleccionar al favorito de la terna que envía el presidente, es seguro que los ministros serán nombrados imparcialmente. Parece una declaración frívola para salir de una pregunta incómoda de algún periodista, pero demuestra la naturaleza antidemocrática de muchos legisladores.

Ellos creen que los tocó Dios, y que pueden hacer y decidir lo que quieran siempre y cuando tengan competencia; les molesta que los ciudadanos les adviertan de sus errores y que traten de decirles qué hacer, porque ellos están seguros de que pertenecen a una élite similar a la nobleza de los luises de la Francia del siglo XVIII.

Ellos desprecian lo que piensan sus electores y ni siquiera recuerdan que son representantes de su estado (salvo los plurinominales, que lo son de su partido); es desde ese sentimiento de superioridad social que se han atribuido facultades históricas, leyendo sólo la superficie de la letra escrita en la ley y así destruyendo la Constitución de 1917.

Han reducido la representación democrática a una suma y resta de votos en los pasillos y restaurantes. Ellos consideran que quien los eligió fue el jefe de su partido, mediante maniobras, alianzas y dobleces de rodillas. Les parece insultante que alguien les diga que son representantes de sus electores y que se les paga con los recursos que esos electores aportan, por lo tanto no sólo representan a los ciudadanos de su entidad, sino que también son sus empleados, y deben preguntarles sus opiniones antes de votar y hablar.

Por eso parece un insulto a la inteligencia que Beltrones nos diga ociosos a quienes nos preocupa la integración de la Suprema Corte. Esa perspectiva se parece mucho a la directriz de la Iglesia medieval que imponía silencio sobre los temas de reflexión bajo la consigna de que “los misterios de Dios, sólo Dios”.

Decir que a los mexicanos no nos debe preocupar la integración de la Corte raya en el infantilismo, porque esa Corte aborda los grandes temas que impactarán en el futuro de la nación: La división clara entre los derechos Humanos y la soberanía legislativa del Gobierno.

Ese papel debe ser confiado a los mejores jueces, y de verdad no confío en que los senadores tengan el valor y el conocimiento técnico y profesional, ni un método adecuado, para obtener la información de los prospectos que se incluirán en las ternas que envíe el Presidente de la República. Los mexicanos que nacimos a medio siglo pasado, sufrimos de muchas barbaridades jurídicas fraguadas en una Corte al modo del máximo mandatario, les menciono algunas:

La validez de las declaraciones de los detenidos ante la Policía investigadora sin defensor alguno, origen de la práctica de la tortura como medio de investigación, que no nos hemos podido quitar de encima a pesar de las víctimas y vergüenza del país.

La validez de las resoluciones de las comisiones mixtas de salarios mínimos para señalar un salario mínimo legal simbólico, en lugar de exigir respeto al texto constitucional que exige que el salario sea suficiente para mantener una familia.

Las resoluciones que legitiman el Fobaproa para pagar los desfalcos de los bancos con fondos de la Nación.

Las resoluciones justificando la aplicación de intereses sobre intereses en los créditos bancarios para las compras de casas durante los años noventa, que llevo a millones de mexicanos a perder su casa.

Resoluciones de la Corte que nos condenaron a sufrir tortura, hambre, perder nuestro patrimonio y el dinero público en beneficio de los grandes bancos. Con esa negra historia hoy viene Beltrones a decirnos que somos unos haraganes por opinar acerca de los integrantes de la Suprema Corte.

Bien que sean cientos, miles, los que opinen, denuncien, reflexionen y griten que queremos jueces justos, capaces, independientes del ejecutivo e imparciales, para asegurar un futuro mejor para México.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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