La Isla Espíritu Santo en BCS es una joya desértica llena de leyendas y biodiversidad

20/09/2018 - 1:18 pm

En Espíritu Santo también hay historias humanas. Una de ellas es la de la zona conocida como “calaveritas”, un lugar en que investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia encontraron restos óseos de los antiguos californios y que le dio su nombre, pues se encontraron principalmente calaveras pequeñas, de niños, además de conchas, dientes de animales y plumajes, que reflejan el culto que tenía este pueblo por la muerte.

Por Zoilo Carrillo

La Paz (México), 20 sep (EFE).- Desde la bahía turquesa de La Paz, en el estado mexicano de Baja California Sur, se atisba la Isla Espíritu Santo, una zona desértica que parece una gigantesca llama flotando sobre el océano. Además de albergar miles de especies, la isla es famosa por las leyendas esculpidas en sus rocas.

Para acceder al lugar -de 48 mil hectáreas entre superficie marina y terrestre- hay que subirse a una panga (lancha), desde la cual, mientras esta quiebra la tranquilidad del mar a toda velocidad, el guía Nezahualpilli Tovar cuenta a Efe distintas historias de cuando los antiguos indígenas californios habitaron la isla.

Consta de tres áreas núcleo que constituyen el principal atractivo para los que en ella se adentran. Son Punta Lobos, “el sitio más profundo de la isla”; la Colonia Reproductiva de Lobos Marinos, “la joya de la corona”, y la Bahía de San Gabriel, famosa por ser el primer lugar de América Latina donde se empezó a practicar el cultivo de perlas.

Sobre la colonia reproductiva, llamada cariñosamente “lobera” por pescadores y marineros, el biólogo marino señala que de los 19 sitios de reproducción de lobo marino que tiene el litoral del Pacífico mexicano, el de Espíritu Santo es el que mayor interacción ofrece a los turistas, algo que “fomenta la conservación”.

“Son aproximadamente 550 ejemplares; es una zona de reproducción muy importante dentro del Golfo de California. Tiene el mayor índice de nacimientos al año dentro del Golfo y con cachorros muy bien alimentados y fuertes”, señala a Efe la directora del Área Natural Protegida (ANP) Archipiélago Espíritu Santo, Irma González.

Los lobos marinos tienen sus propias reglas, siendo los machos jóvenes y viejos desterrados a la llamada Tintorera, una roca conocida como la isla de los solterones.

La isla alberga miles de especies. Foto: Viva La Paz, Facebook

El cariño por esta especie en la isla ha llevado a ponerles nombres a emblemáticos ejemplares como Esperancita y Azulito, ejemplos de conservación en la zona.

Pero en Espíritu Santo también hay historias humanas. Una de ellas es la de la zona conocida como “calaveritas”, un lugar en que investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron restos óseos de los antiguos californios.

Según cuenta Tovar, eran principalmente calaveras pequeñas, de niños, motivo por el cual se bautizó así al sitio, en el cual encontraron ornamentaciones como “conchas, dientes de animales y plumajes” que reflejan el culto que tenía este pueblo por la muerte.

Otra leyenda en torno a la isla es la “historia del mechudo”, que se remonta al tiempo antes de que Gastón Vives comenzara a cultivar perlas en Espíritu Santo a finales del siglo XIX, en una época en la que los costeños se lanzaban al mar a buscar estos tesoros marinos.

Los buscadores tenían por costumbre seleccionar a un pescador para sacar la última perla de la temporada y así cerrar la época de extracción. Esa última perla era ofrendada a la Virgen de Guadalupe.

Un día, el pescador designado para sacar la última perla vio otra más grande en las profundidades y, pese al intento de detenerlo que hicieron sus compañeros, alegó que esa perla sería suya y la entregaría al diablo. Nunca más volvió a salir del mar.

Tiempo después, los pescadores que seguían buscando perlas aseguraban que debajo del agua veían a un hombre de abundante cabellera, con cejas, barba y bigote espesos, al cual apodaron “el mechudo”.

También sobre la superficie rosácea de algunas partes de la isla se respiran historias que han sido esculpidas sobre la piedra.

Aquí es donde interviene la imaginación, que, junto con las sombras y la luz, empieza a crear caras, calaveras, brujas, animales y gárgolas en las rocas.

Arrecifes en la Bahía de Espíritu Santo, en Baja California Sur. Foto: Claudio Contreras, EFE

Pero si algo destaca de Espíritu Santo -nombrada así por los jesuitas- es lo que yace alrededor de ella, su fondo marino, al que el explorador francés Jacques Cousteau llamó “el acuario del mundo”.

Los amantes del buceo se ven deslumbrados por la cantidad de especies que pueden observarse, como corales, peces globo, estrellas de mar, mantarrayas, tortugas carey o peces perico, entre muchas otras.

De acuerdo con Tovar, esta gran variedad se da “porque estamos en una zona de transición entre lo tropical y lo templado”.

Por su parte, González indica que, desde que la zona se convirtió en ANP hace 10 años, se han iniciado programas de monitoreo de las distintas especies y la salud del ecosistema ha mejorado mucho.

“Los indicadores son excelentes. El parque tiene diez años de creado y las tallas y la biomasa de peces han aumentado considerablemente”, asegura.

Al empezar a caer el sol, la panga se aleja de Espíritu Santo, con el viento dando empujones en el pecho a los turistas. Al echar la vista atrás, aun con la luz menguante, la isla sigue visible, perpetua e imponente, con millones de años a sus espaldas y llena de historias.

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