Ignorados sabios de la vida

20/09/2014 - 12:01 am

Insisto en que deberíamos voltear la mirada hacia los pueblos originarios de México y pedirles que nos enseñen lo que realmente es el corazón mexicano. No se me ocurre mejor forma de reconstruir nuestra esencia social, una identidad verdaderamente propia.

La cultura de los Rarámuri (“los que caminan bien”), como ellos se llaman, guarda un tesoro que las culturas modernas ni buscan: un corazón sencillo, espíritu inquebrantable, fuerza indomable y vida coherente. Los Tarahumares* tienen mucho qué enseñarnos a los “chabochi”, y son generosos para hacerlo.

Me volví un admirador ferviente de esta etnia gracias al entusiasmo con el que mi amiga Rosario me fue platicando sus rasgos. Para ella misma fue un hallazgo nacido de la investigación doctoral sobre la cultura de los Tarahumares en la que trabaja.

– Fíjate -me explicaba-: en su lengua no hay palabras ofensivas como nuestras groserías; no existen en el vocabulario Rarámuri. Y a los niños cuando “se portan mal” no se les pega con una reata, ni con un huarache, ni con la mano; no se les castiga. En cambio, se les recuerda el ejemplo de su mayores. ¡Y tienen toda la razón! -declaró Rosario-:¿Qué tan mal puede portarse alguien a los 5 ó 7 años?”.– Pensándolo bien, sí que la tienen.

Ella manifiesta su desconcierto de que haya poquísimos investigadores sociales interesados en conocer su cultura y en aprender de ellos. Su observación me recuerda una entrevista en la que Eduardo Galeano platicó que cierto investigador europeo llegó a tierras mayas. Los nativos le preguntaron para qué había ido ahí, y él respondió que para aprender de ellos. Los indígenas guardaron un largo silencio y luego le explicaron que nadie antes se había acercado a ellos para aprender, siempre para enseñarles.

En sus pesquisas bibliográficas Rosario se topó con el libro “Tarahumara, una antigua sociedad futura” de Ma. Elena Orozco (Colección Ensayos Filosóficos, Gobierno de Coahuila, 1998). La autora recoge un sermón dominical que el guía moral de una comunidad predicó ante su pueblo. Lo reproduzco completo por breve, elocuente, sencillo y útil para convivir bien con el entorno, el prójimo y consigo mismo:

“Caminen muy bien… Revísense, a la mejor andan mal. Caminen muy serios y despacio. Convivan son su familia y familiares. Den buenos consejos y ejemplos a sus hijos, no los regañen. Lo mismo les digo para sus nueras y yernos. Llévenlos por un buen camino. Compartan con su familia lo poquito que tengan, coman juntos y en paz. Así lo digo yo.

“Caminen sin pleitos. A donde vayan, vayan agusto. No hablen mal de la gente… no piensen mal de nadie, al contrario, siempre piensen bien. Únanse y vivan agusto. Si sus niños aprenden, mándenlos a la escuela, los maestros los enseñan. No hablen mal de ellos. Así lo digo yo.

“Los que hagan tesgüino**, si van a trabajar, trabajen bien. Cultiven con amor la tierra. En este periodo cuiden y junten a sus animales porque pueden perjudicar la siembra.

Los que bailan, bailen bien, como debe ser para que sea un buen año. Para que llueva bastante y levanten bastante cosecha. Este año ya está pasando.

“Vivan agusto los días que les queden para vivir. Onorúame*** da la fuerza a todo en cada día que está pasando. Pídanle que cada día que pase, sea un buen día, él nos protege y vigila nuestros actos.

“Lleguen siempre contentos a sus casa, duerman agusto. Los que se portan mal, obedecen al diablo. De ustedes depende el camino que elijan para pasar el año.

“En todos nuestros pueblos, se da el mismo consejo cada domingo. También un curandero dice lo mismo. Así como dicen ellos, dicen los gobernadores. Desde los antiguos, este mismo consejo se nos da. Desde que nació el mundo, este mismo consejo llevamos. Así es.

“Por ahora, nomás este poquito les digo yo.”

Suficiente para impactarme. Consejos para vivir agusto, ¿qué más se le puede pedir a un guía de la vida? Imposible evitar contrastarlo con los valores que asumimos los “civilizados”, las enseñanzas que nos gobiernan. Niños, ancianos, mujeres, jóvenes, todos tienen un lugar y son respetados en una comunidad tarahumara. Rosario cerró con candado de hierro:“¿Qué opinarían los Rarámuri de los FaceBooks discriminatorios o de que se hayan cateado hasta los calzones de niñas y niños para ver si no traían una metralleta ahí?” Sentí una honda vergüenza cultural.

* Plural de Tarahumara.

** Fermentado de maíz.

*** Concepto panteísta por el que todo existe.

(1) Tarahumara, una antigua sociedad futura. Ma. Elena Orozco . Colección Ensayos Filosóficos. Gobierno de Coahuila, 1998

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