Escarabajos gregarios

20/08/2013 - 12:01 am
Capullos de picudo gregario.
Capullos de picudo gregario.

La vida de un insecto en la selva es dura: hay que encontrar la comida específica de la que te alimentas, escapar de los depredadores y tratar de no morir calcinado por el sol tropical. Las madres, además, tienen que decidir dónde poner los huevos de sus futuros hijos para que cuando nazcan inmediatamente encuentren la comida que los hará crecer y desarrollarse. Es por ello que los insectos herbívoros han desarrollado una serie de mecanismos sensoriales muy sofisticados que les permiten detectar un alimento preciso a larga distancia.

En particular las mariposas, las chinches y los escarabajos adultos se guían por las substancias volátiles que emiten las plantas para encontrar el alimento adecuado. Siguiendo los aromas saben si tal o cual planta es buena para sus crías, por lo general no se equivocan y sus hijos se alimentan de lo mas campantes. Sin embargo, algunas hembras pueden equivocarse cuando las plantas dejan de emitir sustancias por algún cambio en las condiciones ambientales o cuando simplemente la planta indicada no está. Esta situación es común cuando hay deforestación; el cambio de uso de suelo en una región implica que los bichos asociados a las plantas que vivían ahí originalmente se quedan sin comida y sino son capaces de alimentarse de otras cosas mueren. Es por esto que en las zonas perturbadas observamos insectos generalistas que pueden alimentarse de casi cualquier cosa, mientras que los especialistas de las plantas de selva se extinguen.

Las estrategias de los insectos para cuidar a su descendencia son diversas. Las hembras de los insectos pueden dejar todos los huevos en la misma planta o pueden optar por ponerlos separados. Cada estrategia tiene sus ventajas: en la primera, si la planta es suficientemente grande, la mayoría de las crías llegará su estado adulto pero todas están sujetas a lo que le pase a esa planta en particular; mientras que en la segunda estrategia es muy probable que por lo menos alguno de los hijos llegue a edad adulta porque es difícil que todas las plantas escogidas sufrieran el mismo destino. La desventaja de esta última es que si la hembra oviposita en muchas plantas puede equivocarse de alimento, y los críos terminarán en el alimento equivocado. Como siempre en la naturaleza lo que se observa es una diversidad infinita, algunas especies tienen la primera estrategia y otras la segunda, pasando por especies que presentan estadios intermedios.

En el caso de las especies que ponen todos los huevos en la misma hoja, cuando nacen las crías también pueden seguir dos estrategias. Algunas se alejan del huevo y comienzan a comer en la misma planta pero lejos de la puesta original, de tal manera que se dispersan por toda la planta y cada una encuentra alimento exclusivo sin competencia. En el otro extremo, las larvas permanecen juntas todo el tiempo, todas las larvas de una puesta se alimentan juntas hasta que se terminan la hoja y luego se mueven en grupo para buscar otra hoja fresca. Esta manera de alimentarse parece protegerlas de los depredadores porque aparentan ser un bicho mucho mayor.

Estas orugas gregarias tienen un conjunto de mecanismos de comunicación muy sofisticado que les permite continuar cohesionadas o seguir al líder de la fila hacia una nueva rama o inclusive para cambiar de árbol si fuera necesario. Todo el tiempo van en fila india uno tras otro.

Para mi sorpresa este comportamiento de procesión en fila india no es exclusivo de las larvas de las mariposas y las polillas. Resulta que también hay por lo menos una especie de escarabajo picudo que se comporta de manera gregaria desde su nacimiento y todo el tiempo las larvas están juntas. Se trata del denominado picudo procesionario (Phelypera distigma) que vive en las selvas secas del Pacífico mexicano. El picudo lleva el gregarismo al extremo, incluso todos los hermanos de una camada cuando están listos para convertirse en adultos, ponen sus pupas (los capullos tejidos en donde sucede la metamorfosis) una pegada a la otra sobre la misma hoja. El picudo gregario se alimenta únicamente de la planta Guazuma ulmifolia por lo que la desaparición de esta planta implicaría la extinción del picudo también.

Por fortuna recientemente en un experimento de restauración que incorpora a la Guazuma dentro de las plantaciones, pudimos observar que el picudo era muy abundante. Es decir, que sembrar las plantas adecuadas para restaurar un lugar no solamente implica la recuperación de la cobertura vegetal del sitio, sino que también implica el proporcionar alimento y hábitat para muchísimas especies, y la conservación de estrategias evolutivas tan alucinantes como el gregarismo y comportamiento de procesión que estamos comenzando a entender. Con esto en mente, dadas las altas tasas de transformación de las selvas secas de México en particular de las cercanas a las playas, es fundamental que existan acciones en sentido inverso, que permitan la restauración de estos ecosistemas que sustentan un proporción importante de la biodiversidad del país.

Ek del Val de Gortari
Soy bióloga egresada de la UNAM y después realicé un doctorado en ecología en el Imperial College del Reino Unido. Actualmente trabajo en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM en Morelia y coordino la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la ENES-Morelia también de la UNAM. Dedico mis días a tratar de entender cómo funcionan las interacciones entre las plantas y los herbívoros que se las comen. Me gusta trabajar en las selva y también estoy interesada en entender como se modifican las interacciones entre especies cuando hay alteraciones en los ecosistemas, por lo que estoy trabajando en campos agrícolas y en ambientes restaurados. Considero que la visión que la ciencia aporta a la vida cotidiana es muy importante, por eso me gusta escribir textos de divulgación científica y procurar que un mayor número de gente conozca las maravillas que hemos aprendido y descubierto. En particular escribo sobre bichos porque son seres considerados abominables en el inconciente colectivo, que cuando nos detenemos un poco a observar y entender mejor, se vuelven maravillosos.
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