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Germán Petersen Cortés

20/05/2014 - 12:04 am

Madero, el PAN y la moral

Por decisión de la mayoría de los militantes, Madero será quien encabece al PAN desde ahora hasta poco después de las elecciones de 2015. Madero regresa a la presidencia de un PAN carcomido por problemas, que se exacerbaron con la ríspida contienda por la dirigencia nacional, culminada en unos comicios que incluyeron violaciones a las […]

Por decisión de la mayoría de los militantes, Madero será quien encabece al PAN desde ahora hasta poco después de las elecciones de 2015. Madero regresa a la presidencia de un PAN carcomido por problemas, que se exacerbaron con la ríspida contienda por la dirigencia nacional, culminada en unos comicios que incluyeron violaciones a las reglas electorales inimaginables en otros tiempos del partido.

Dentro de los muchos problemas del PAN –políticos, institucionales, identitarios, de liderazgo–, uno que sobresale es la inmoralidad pública de numerosos panistas, acompañada hasta ahora de un silencio casi sepulcral del partido. Desde su fundación, el PAN convirtió en insignia valores como la honradez, la verdad y la congruencia, por lo que generó en la sociedad mexicana expectativas de que gobernaría con apego a dichos valores. La realidad fue muy diferente: connotados y no tan connotados panistas les han pasado escandalosamente por encima una y otra vez. De cara al proceso electoral de 2015, el PAN tendrá las mismas o peores dificultades que tuvo en 2012 para crecer su intención de voto si no pasa antes por un rechazo contundente a las prácticas de corrupción, así como por sancionar a quienes han violado la ley en beneficio propio y de esta manera impulsar un proceso de depuración de cuadros.

La moral se puede entender de diversas maneras. Una conceptualización mínima, a todas luces debatible, define a la moral como el conjunto de normas de comportamiento socialmente aceptadas como buenas. La ética, en cambio, es una disciplina filosófica que estudia el bien y el mal, a partir de lo cual discute lo bueno o malo de las distintas morales. La moral pública refiere a un conjunto específico de normas de comportamiento: las relacionadas con el espacio público y sobre todo con el ejercicio de gobierno.

Los electores podrían tener variadas y sólidas razones para no votar por el PAN. Desde los magros resultados de la alternancia si se le compara con las expectativas que generó hasta la estrategia de seguridad de Felipe Calderón, pasando por la condescendencia del partido hacia las reformas peñistas y la medianía de algunos de los que, desde ahora, se perfilan como candidatos. Estas razones podrían robustecerse si el PAN continúa sin recuperar la moral pública, que fuera uno de sus principales criterios diferenciadores y que extravió hace tiempo.

Como señala Soledad Loaeza, dentro del PAN hubo, desde sus inicios, una doble identidad, como fuerza política y como fuerza moral. Los valores de la moral pública fueron uno de los asuntos más discutidos por los primeros panistas, además de una característica que los distinguía del régimen autoritario, escasamente preocupado por cuestiones como la honradez, la rectitud y la integridad. Cuando el PAN se volcó de lleno al terreno electoral, argumentos relativos a la moral pública se volvieron de los más mencionados en campaña, y explican parte del ascenso electoral del blanquiazul.

Los saldos de corrupción del paso de panistas por la administración pública saltan por doquier: funcionarios cuyo trabajo en el gobierno les permitió amasar fortunas que rebasan por mucho la suma de sus quincenas; otros que ahora mismo están sujetos a procesos penales o a auditorías administrativas por, cuando menos –ya se verá–, manejos financieros poco aseados o, cuando más, atraco a las arcas públicas; varios más que han convertido su poder en instrumento para beneficiar cínicamente a familiares y amigos.

¿Qué ha dicho el PAN sobre los escándalos por manejos indebidos de recursos públicos en que se han visto envueltos ex gobernadores, ex alcaldes, ex legisladores y, en general, ex funcionarios emanados de ese partido? ¿En qué punto de la doctrina blanquiazul se fundamenta su silencio ante los “moches”? ¿De qué sirven los controles impuestos por el propio partido para reclutar militantes, controles presuntamente orientados a formar a los nuevos integrantes en la identidad panista, si tantos de los reclutados, cuando llegan a disponer de presupuesto público, se comportan igual o peor que los integrantes de otros partidos, que ingresaron a su instituto político sin necesidad de cursos y exámenes?

¿A qué se dedican las comisiones de orden del blanquiazul, tanto la del Consejo nacional como las de los estatales, porque claramente no están empeñadas –como lo marcan sus estatutos– en suspender derechos, inhabilitar y expulsar del partido a quienes lo merezcan? En términos prospectivos, ya no retrospectivos, ¿cómo le hará el PAN para ser competitivo en las próximas elecciones si, además de los errores y omisiones que ha cometido como gobierno, y las debilidades institucionales que muestra como partido, no intenta recuperar un mínimo de moral?

A la fecha, algunos panistas se empeñan en el discurso de los valores públicos para defender a su partido. La brecha entre este discurso y las prácticas de tantos panistas, sumada a la inacción del partido para prevenir y erradicar estas prácticas, aleja del PAN a amplias porciones del electorado. En este contexto regresa Madero a la dirigencia del partido, obligado a decidir si carga con estos lastres hacia 2015 o los tira por la borda.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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