Al día siguiente del primer fallecimiento por COVID-19 de un hombre mexiquense, en tianguis, mercados públicos y puestos informales de la Ciudad de México, donde contrajo el virus, no se aplicaba el distanciamiento social y solo algunos comerciantes o clientes portaban guantes y mascarillas. Y los supermercados lucían compras de pánico.
–Con información de Ivonne Ojeda, Romina Gándara,
Montserrat Soriano, Perla Chávez y Daniela Barragán
Ciudad de México/Estado de México 20 de marzo (SinEmbargo).– Como todos los jueves, el tianguis se colocó alrededor del Deportivo “Miguel Alemán” en la norteña Alcaldía Gustavo A. Madero, habitada por más de 1 millón de capitalinos, un día después de que la Secretaría de Salud informó sobre el primer fallecido por el COVID-19, un hombre de 41 años con diabetes e hipertensión del Estado de México.
Ayer por la noche, el Gobierno de Durango confirmó la muerte de un hombre que era considerado un caso sospechoso de coronavirus. En un comunicado expuso que se trata de un hombre de 74 años de edad, que llegó asintomático el pasado 3 de marzo, luego de un viaje a California, Estados Unidos.
Sin embargo, hasta el último minuto del jueves, la Secretaría de Salud no había confirmado que se tratara de un fallecimiento directo por COVID-19. El propio Gobierno de Durango aclaró: “Hay que precisar que el paciente se encontraba en calidad de sospechoso, pues a pesar de haberse realizado la prueba, aún no se cuenta en este momento con el resultado concluyente”.
En este contexto, la Ciudad de México no pareció cimbrarse por la primera muerte que se derivó directamente del nuevo coronavirus, que es hoy una pandemia mundial y que avanza ya en México.
Brotaba música entre los puestos con carpas con franjas verdes y blancas que apaciguaban el calor del mediodía. Dos hombres con sombrero tocaban guitarra y violín frente a una mesa con comensales desayunando tacos mientras otro grupo de clientes acechaba un puesto, en contraste con el distanciamiento social recomendado por las autoridades gubernamentales. En otro puesto abarrotado comían quesadillas, incluidas mujeres adultas mayores, la población más vulnerable a esta pandemia.
Esta semana la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México publicó medidas para prevenir el contagio mientras los 329 mercados públicos y tianguis de las 16 alcaldías sigan funcionando, entre ellas el personal que labore en la manipulación de alimentos debe portar delantal, guantes, red para cabello y cubrebocas; deben ofrecer gel antibacterial a los clientes y desinfectar los estantes, baños y lugares comunes.
Vendedores de carnes, pollo o pescado despachaban sin cubrebocas ni guantes. Otros, comerciantes de frutas y verduras, tomaban esa precaución. Dentro del deportivo, el jueves en que sumaban más de 100 casos de coronavirus a nivel nacional y más de 20 locales, un grupo de hombres adultos jugaba futbol mientras otro par corría alrededor de la pista. Los juegos para niños estaban vacíos por la mañana. Las clases de nivel básico serán suspendidas desde el próximo lunes 23.
“Le tengo más miedo a no vender que al coronavirus”, comentaron riendo vendedoras de ropa. “¿Se acuerdan de la influenza cómo nos fue?”. Las organizaciones financieras Bank of America, Credit Suisse, Moody’s, Fitch, Barclays y Goldman Sachs pronostican que la economía mexicana podría caer entre 1.6 y 4.5 por ciento este año. En 2009, por la crisis financiera mundial, el PIB se derrumbó 6.5 por ciento.
Muchos de los negocios como tiendas de abarrotes, misceláneas y mercados de colonias “dependen mes a mes y día a día de sus ventas, para poder cumplir compromisos como la renta, teléfono, luz y honorarios. El 10 por ciento de los negocios familiares formalmente establecidos están en grave riesgo de bajar definitivamente sus cortinas, al no poder sortear la crisis financiera que ya se avecina”, expuso la Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México (CANACOPE-CDMX), que dirige Daniel Eduardo Contreras Pérez.
Aunque, agregó, “el aislamiento voluntario puede permitir que el pequeño comercio en barrios y colonias cumpla su función primordial de ser el primer canal de distribución de las familias mexicanas. Aunque esto depende en gran medida también de la solidaridad de los consumidores”.
En el siguiente puesto del tianguis, un comerciante charlaba por teléfono. Le comentaba a su interlocutor que por ahora veía las ventas normales, pero que no sabía cuándo comenzaría la cuarentena como en otros países, lo cual le afectaría en sus ingresos.
En la colonia aledaña, en el mercado público “San Bartolo Atepehuacan” comerciantes y clientes intercambiaban bienes por dinero con normalidad.
En una fonda cuatro personas disfrutaban un caldo frente a los dos comerciantes con cubrebocas. Un perro se rascaba frente a la florería. Un ciclista llegaba de la calle y estacionaba el vehículo de dos ruedas frente a la pollería, cuyos comerciantes despachaban sonrientes, sin guantes.
“El incumplimiento por parte del locatario [de las medidas de la SEDECOCDMX] será sujeto a las sanciones respectivas en materia de Salud y demás ordenamientos aplicables”, dice la autoridad, que advierte que hará visitas para monitorear su aplicación, sobre todo en los 50 mercados públicos más transitados.
Del norte al centro de la capital del país, sede de la primera muerte derivada de la pandemia, el transporte público continuaba con la afluencia común. La Secretaría de Movilidad informó que se han reforzado las medidas de sanidad en las unidades de Metrobús, los vagones del Metro y los camiones de RTP en las estaciones terminales al inicio y conclusión de cada circuito.
Los vendedores de comida de aplicaciones como Uber Eats o Rappi seguían trasladándose por bicicleta para entregar los pedidos. Uno que otro usaba mascarilla.
“Vivimos al día. Si no salimos a trabajar, no comemos”, platicó la señora que vende tacos de guisado sobre Coyoacán y Colonia del Valle. “Si un día no vendo, le perdemos y aunque hagamos nuestro guardadito de dinero, le perdemos. Por ejemplo, nosotras [se refiere a ella y su madre, que lleva más de 50 años vendiendo comida] todos los días hacemos de guisados diferentes. Tenemos que salir a vender”, insistió portando cubrebocas.
La mujer que omitió su nombre estaba con su pequeña hija, quien va al kinder. La lleva con ella a su trabajo pues, aunque aún hay clases esta semana, ya son pocos los alumnos que llevan al preescolar.
“Los llevan y algunos niños van hasta con tos, prefiero que esté conmigo”, dijo.
La CANACOPE-CDMX hizo un atento llamado a los consumidores a ayudar a los comercios familiares, microempresas y pequeñas empresas mexicanas, “para que en esta crisis económica apoyen consumiendo en este sector comercial, quienes son el motor del empleo en nuestra ciudad, con lo que podemos evitar un mayor número de desempleos en el país”.
Al lado de la vendedora de tacos unos jóvenes vendían dulces. Llevan cinco años en el negocio, narró uno de ellos. “Esto es de diario, no hay otra forma, tenemos que salir y cuidarnos”, aseguró.
La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, aseveró durante la rueda de prensa del jueves que es importante que vayamos ampliando las medidas de permanencia en casa, pero también “que se dañe en lo mínimo posible la economía de las familias, porque mucha gente vive al día, por lo que cerrar todo también tiene efectos muy muy graves a toda la población”.
Otra pareja que vende tacos compartió que ayer miércoles personal de la Alcaldía Benito Juárez visitó su puesto.
“Nos pidieron usar gorro, cubrebocas y tener gel antibacterial”, comentaba el hombre mientras preparaba quesadillas. “Hasta ahorita es la instrucción y nosotros nos vamos a quedar aquí hasta que sea otra fase [la 2, cuando son transmisiones locales y no solo importadas]. No hay de otra”.
Además, añadió, “la misma gente de aquí nos pide que no nos vayamos o no paremos, que dónde van a comer, porque todavía hay mucha gente en oficinas y si bien hay varios restaurantes, en muchos de ellos la comida es cara”.
“¿Cara? ¡Carísima!”, replicó uno de los comensales que estaba en el mismo puesto.
También en la Alcaldía Benito Juárez, comerciantes del mercado público “La Moderna” dijeron enfrentar esta semana una reducción considerable en sus ventas por la epidemia del COVID-19.
En una de las naves del ingreso del establecimiento, Graciela Rosabal, comerciante de frutas y verduras, recibía a los clientes con un cubrebocas al día siguiente del primer fallecimiento. Las medidas sanitarias que han tomado ella y el resto de comerciantes de este establecimiento apenas son visibles, pero en días pasados los locatarios se organizaron para lavar a conciencia el lugar, retiraron el cochambre de los techos y a diario lavan con cloro los locales y la mercancía, contaron.
Para hacer frente a la contingencia algunos locatarios han comenzado a hacer entregas a domicilio a sus clientes adultos mayores. Graciela realiza entregas entre las 9 y 10 de la mañana a domicilios de personas de la tercera edad.
“Ahorita hay muchos clientes que son mayores de edad y les llevamos las cosas a su casa. Constantemente estamos oyendo el radio y es lo que más o menos entendemos”, dijo la comerciante.
Sin embargo, sus ventas bajaron de manera drástica a partir de este lunes. La comerciante dijo a este medio que sus clientes tiene miedo de contagiarse del virus en el mercado.
“La venta ha estado bajísima, habría mucha más gente a esta hora, pero ahorita no salen de sus casas. Es que los atemorizan en la televisora, en vez de que les den cuestiones de seguridad, nada más les meten miedo. Desde la semana pasada estuvo también flojo, nada más el domingo y lunes la gente vino por su mercancía; arrasaban con las cosas”, comparó.
COMPRAS DE PÁNICO EN SUPERMERCADOS
En la Condesa, colonia en la Alcaldía Cuauhtémoc, a las 9 de la mañana del jueves los supermercados tenían más gente de lo habitual. A inicios de la semana los trabajadores auguraban un sábado y domingo de compras caóticas, pero la noticia del primer muerto por COVID-19 aceleró todo en esta zona de la Ciudad de México.
Ya por la tarde se formó una fila de cerca de 10 automóviles esperando entrar al estacionamiento del Superama, y adentro, las filas lucían interminables. “Son las compras de pánico”, comentó un señor que cargaba dos bolsas repletas de despensa.
En las calles aledañas, la gente compraba lo que podía en los puestos de verduras y frutas.
Al sur, en Ciudad Universitaria donde las clases están suspendidas desde el martes, en Tu Tienda UNAM la gente también hacía compras de pánico, por lo que los trabajadores vuelven a surtir los anaqueles una vez que estos se vacían.
En las cajas lucen largas filas de clientes con carritos abarrotados en espera de pagar y salir.
La Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum recomendó que no vaya toda la familia a los supermercados, sino una persona nada más a surtirse de alimentos.
“No se van a cerrar los centros comerciales, por el momento tampoco tenemos contemplado cerrar restaurantes”, dijo. “Después de esta situación tenemos una serie de medidas económicas que nos permitan potenciar sobre todo el empleo, desde empleo temporal del Gobierno de la Ciudad hasta mecanismos que aceleren la construcción en la ciudad y otros mecanismos que permitan el apoyo a la apertura de negocios”.
Y, en el norte del Estado de México, la Bodega Aurrerá de Cuautitlán Izcalli también recibía bastantes visitas de clientes, incluyendo personas mayores de edad y bebés. Casi ninguno usaba cubrebocas, salvo un par de ancianas que se cubrían con mascarillas mientras compraban galletas.
En los pasillos de limpieza en algunos se ve la escasez de jabón, pero también de papel de baño, un fenómeno que se ha visto en diversos supermercados, aunque no sea necesario para la prevención.