En la costa occidental de África encontramos el desierto más viejo del mundo: el Namib. El Namib se localiza entre el río Corujumba en Angola y el río Olifants en Sudáfrica, y se extiende 140 kilómetros hacia el este del continente, hasta las montañas del Great Escarpment. Este desierto africano se considera un desierto frío; si bien presenta temperaturas extremas, la temperatura media anual es de sólo 25°C y la precipitación pluvial es prácticamente nula, se registran únicamente 18mm al año. La característica paradójica de desierto frío está dada por la corriente de agua proveniente de la Antártica (corriente de Benguela) que contrasta dramáticamente con la temperatura caliente del aire en esas latitudes (~30°C). Con esa diferencia de temperatura, constantemente se forman cúmulos de nubes de neblina que suben en la columna de aire y se desplazan hacia el interior del continente. Como esas nubes de neblina se forman todo el tiempo uno podría pensar que el ambiente estaría muy húmedo y se salvarían las necesidades de beber de todos los organismos que viven por ahí. Sin embargo, la neblina a diferencia de la lluvia no cae del cielo por sí sola, necesita alguna superficie para detenerse y formar gotitas que luego puedan escurrir hacia el suelo. De tal manera que la flora y fauna que habita este antiguo desierto ha tenido que lidiar con las dificultades de esta agua no precipitada de diferentes maneras.
Los escarabajos tanque (Lepidochora discoidalis) han resulto la falta de agua precipitada de la siguiente manera, estos escarabajos salen a la superficie de las dunas antes de que comience la neblina, y levantan una muralla de arena perpendicular a la dirección en la que sopla el viento, por donde más tarde aparecerá la neblina. La niebla choca con la pared, que se humedece por las gotas de agua acumuladas, y los escarabajos pasan por encima de ella bebiendo a su paso toda el agua recolectada en sus trincheras. Para lograr este comportamiento tan extraordinario, los escarabajos cuentan con sensores que les avisan cuando la neblina está por llegar, para no perder ni una sola gota de agua. Entonces a pesar de que casi nunca llueve estos escarabajos tienen resueltas sus necesidades del vital líquido gracias a su capacidad de construir muros.
En ese mismo desierto donde no llueve nunca, hay otros escarabajos que han solucionado el problema de la falta de agua de otra forma. Estos escarabajos son negros y también se benefician de la neblina de los amaneceres namibianos pero no construyen nada, en lugar de eso, aprovechan las características de su propio cuerpo. El escarabajo Onymacris unguicularis emerge de la arena a tempranas horas de la mañana, cuando los episodios de neblina son más frecuentes. Los escarabajos adoptan una postura especial: levantan la parte trasera del cuerpo e inclinan la cabeza hacia el suelo como si fueran una resbaladilla; la neblina se topa con sus élitros (alas externas impermeables muy rígidas) y las gotas de agua acumuladas se deslizan hasta su boca saciando su sed. Los científicos del Instituto de Investigación en Gobabeb (DFRN, de Namibia) han medido la cantidad de agua que los escarabajos son capaces de obtener por este método, y señalan que pueden incrementar hasta un 34% su peso corporal después de un evento de neblina.
Estos dos ejemplos de escarabajos son sorprendentes porque las adaptaciones que nos presentan no tienen que ver con modificaciones anatómicas necesariamente, sino más bien son adaptaciones en el comportamiento, por lo que nos hacen patente que la selección natural no actúan únicamente a nivel de la morfología sino también del comportamiento.
*Una versión anterior de este texto salió publicada en La Jornada Michoacán.