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Alejandro De la Garza

20/01/2024 - 12:03 am

Evocaciones de la onda y De perfil

“El alacrán evoca en particular la novela De perfil de José Agustín, y saluda a su autor en su partida de este mundo, pero aún vivo en el adolescente protagonista de la novela”.

“Valga esta arqueología de la onda, como homenaje y despedida a José Agustín, sin duda maestro querido del venenoso”. Foto: Twitter @CulturaUNAM

El sino del escorpión recuerda cómo empezó la onda. A mediados de los años sesenta, los jóvenes sacudían la UNAM con demandas libertarias que la sociedad les negaba. Se vestían diferente, hablaban diferente, pensaban y se comportaban diferente. En el cine Las Américas, un púber escorpioncito estrenó en 1967 sus primeros pantalones acampanados para asistir a la premier de Blow Up, la maravillosa película de Antonioni donde aparecían Los Yardbirds rocanroleando a fondo. Alguien ya había cantado que los tiempos estaban cambiando. La impactante novela de Carlos Fuentes La región más transparente (1959) había trastocado a la literatura mexicana. ¿Quién hablaría de la aventura vital de esos púberes jóvenes de los sesenta, quién entonaría sus canciones? Entonces surgió esa onda, otra onda, la Onda.

La novela breve La Tumba, de José Agustín (Acapulco, 1944 – Cuautla, 2024), se había editado en la legendaria editorial Mester en 1964, según el propio Agustín, gracias al impulso de Juan José Arreola, a quien está dedicada. Esta novela breve es la precursora de esta literatura sobre las experiencias vitales de los jóvenes clasemedieros de los años sesenta: puro chavo en la onda. En 1966, Agustín publicó además otra de sus novelas clave, De Perfil (Joaquín Mortiz), con la cual ganó un lugar permanente en la literatura mexicana. Aquí concentra las características de la literatura de estos jóvenes: la renovación sintáctica y gramatical, la utilización del inglés como recurso lingüístico, la referencia a letras de canciones como elemento descriptivo del ánimo de los protagonistas, el intento de reflejar la vida de los jóvenes urbanos de la clase media mexicana, la expresión de la inconformidad con las reglas y normas sociales heredadas de sus padres, la búsqueda de experiencias intensas y novedosas en el amor, los estimulantes, las drogas y el alcohol, más la descripción de personajes y ambientes anticonvencionales.

En 1965, Mortiz había publicado también Gazapo, de Gustavo Sainz (México, 1940 – Indiana, 2015), novela corta donde se despliega también la gama de recursos distintivos de la Onda. Poco después, en 1969, Sainz publicaría su segunda novela, Obsesivos días circulares, narración de largo aliento, más compleja y elaborada, con mucho monólogo interior y una más profunda intención literaria ya en terrenos de la parodia y la crítica a la misma literatura que sólo tiempo después, hacia 1971, sería conocida como “de la onda”.

En 1968 apareció también, en editorial Diógenes, Pasto Verde, al modesto juicio del arácnido, la más radical y rebelde novela de la Onda de esos años (hasta la aparición de la obra maestra de José Agustín Se está haciendo tarde (Final en laguna) en 1973). Parménides revisa en sus textos las costumbres de la “agringada” sociedad mexicana, lo cual generó “la primera generación de norteamericanos nacidos en México” (Monsiváis dixit), y lo que García Saldaña tradujo (parafraseando a Reyes) como: “La clase media que intenta ser contemporánea de todas las clases medias”. Parménides tipifica así la onda: “La onda son los excesos. Vivir la vida en exceso, la onda es la desaprobación del modo de vida de la sociedad. Ser outsider, forajido, disidente, rebelde, estar al margen”.

Por su valor literario, La Tumba y De Perfil, de José Agustín, Gazapo y los Obsesivos días circulares, de Sainz, los cuentos publicados entre el 65 y el 68 por Juan Tovar (Hombre en la oscuridad, La Plaza y otros cuentos, etcétera), así como la novela Pasto Verde y los relatos de El Rey Criollo, de Parménides García Saldaña, son concebidos como el corazón de los que se llamará la literatura de la onda: radicalidad textual, rebeldía expresada en el fluir incesante de la conciencia aterida y estupefacta de nuestros jóvenes sesenteros.

Finalmente, en 1971 apareció en la editorial Siglo XXI una amplia antología compilada por de Margo Glantz y titulada “Onda y escritura en México. Jóvenes de 20 a 33 años”. Doña Margo puso etiqueta a esa escritura juvenil. El revuelo fue mayúsculo y desató una dura polémica tanto en torno a eso extraño, ilusorio y muy de moda que se llamaba “onda”, cómo sobre el valor y la importancia de esa escritura juvenil. Así surgió el nombre de “literatura de la onda”, una simple etiqueta que, a la larga, parece haberse fijado para siempre a estos autores entrañables y a su tiempo de cambios y transformación.

El alacrán evoca en particular la novela De perfil de José Agustín, y saluda a su autor en su partida de este mundo, pero aún vivo en el adolescente protagonista de la novela. El procedimiento narrativo recupera a este niño-adolescente al asumirlo en primera persona, novelar desde su perspectiva y ubicarlo en el horizonte urbano de la colonia Narvarte. La situación vital de su personaje se resume en: al filo de los quince años, recién salido de la secundaria y con rumbo a la preparatoria. Pertenece a la clase media, su padre Humberto es siquiatra, su madre, Violeta, es amorosa y comprensiva, y ambos tratan a su primogénito concediéndole la prerrogativa de su precoz autonomía y buen juicio. Su rebeldía (“soy desobediente por naturaleza”, dice) la emblematiza una escena memorable (inicial y repetida a lo largo de la novela): la del muchacho oculto tras una gran piedra del jardín de la casa familiar, donde se sienta a fumar y elucubrar sobre sus preocupaciones vitales: conseguir cigarros, discutir con su hermano, robarle unos pesos a la muchacha que limpia la casa, ir a casa de algún amigo a beber a escondidas y hojear revistas de incipiente pornografía.

El relato describe vida y aventuras de estos muchachos de mediados de los sesenta sin preocupaciones políticas. Novela de iniciación de la adolescencia y despedida de la niñez, enfoca el conflicto existencial en el proceso de salir de sí y entrar en el mundo. El contacto con el exterior aviva en el personaje las dudas interiores. Octavio, un vecino mayor, lo introduce al ambiente de los grupos de rock donde conocerá personajes que cuestionan su cómoda y en apariencia tranquila vida. Encima, el niño-adolescente se enamora de Queta Johnson, cantante roquera que acabará por hacerlo gozar y sufrir por sus quinceañeras limitaciones.

La novela innovó en procedimientos narrativos y libertad del lenguaje, además de enfocarse inusitadamente en la vida clasemediera de esos jóvenes que estaban cambiando. Es notorio el avance del personaje con respecto a los jóvenes literarios de apenas diez años antes. La relación con los padres no es ya de sumisión respetuosa, sino de amistad y tolerancia, al grado que el protagonista no encuentra razón para huir de su casa, como le propone un amigo-. La crisis existencial (y hormonal) del adolescente hallará curso con su ingreso a la preparatoria, donde se le ensanchan horizonte y perspectivas. El mundo comenzará a abrirse para este adolescente más o menos feliz, en contraste con el trágico final del personaje suicida de la primera novela de Agustín La tumba.

Como cruel paradoja, este feliz tránsito del niño al joven en medio de una libertad en aparente ensanchamiento, se toparía, apenas un par de años después, con la represión salvaje en Tlatelolco. Así fue la onda. Valga esta arqueología de la onda, como homenaje y despedida a José Agustín, sin duda maestro querido del venenoso.

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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