Las Sufragistas

19/12/2015 - 12:00 am
Foto: Especial
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Las trataron como criminales. Fueron objeto de represiones, golpes, encarcelamientos, torturas y abusos cuando lo único que pidieron fue ser visibles ante la ley. Suena a pesadilla, lo es. El capítulo histórico sobre el tenaz camino al voto femenino que veremos en pantalla a través de Las Sufragistas (2015), de la cineasta británica Sarah Gavron, se ubica en Inglaterra a principios de siglo XX. Las sufragistas inglesas, pioneras en esta lucha, se manifestaban en las calles ante la displicencia de autoridades y políticos que defendían argumentos de este tipo: Las mujeres no deberían emitir opinión en asuntos políticos. Si les permitimos votar a las mujeres, se perdería la estructura social.

Ante la nula respuesta a las peticiones por la vía pacífica, las insumisas optaron por actos de desobediencia civil que irían subiendo de intensidad. Durante una protesta, la humilde lavandera Maud Watts (Carey Mulligan), se ve sitiada en medio de una lluvia de piedras dirigidas por las activistas hacia los elegantes escaparates del centro de Londres. Esa muestra de rebeldía colectiva y el escuchar por primera vez a otras mujeres reclamando igualdad política y social, es la sacudida inicial que gestará en Maud el ánimo por la defensa de unos derechos hasta entonces inexistentes tanto como la conciencia de merecerlos.

Las Sufragistas sigue los pasos de los movimientos pioneros en pos de la paridad política liderados por la británica Emmeline Pankhurst (Meryl Streep). Las concentraciones públicas, las peticiones estériles ante los tribunales ingleses, la organización interna del movimiento, así como la persecución y el encarcelamiento del que fueron víctimas.

Maud se va integrando al activismo guiada por Edith Ellyn (Helena Bonham-Carter), una de las pocas militantes apoyadas por su esposo; porque la lucha por la equidad no se libraba sólo en las calles: en los empleos las mujeres recibían menos salario que los hombres (como ocurre todavía hoy en día), a las madres se les negaba la custodia de los hijos, las rebeldes eran reprendidas por sus cónyuges y vistas con desprecio por ciertos sectores de la sociedad. Las sufragistas eran dulces amas de casa, obreras con salarios nimios, casi esclavas en empleos bajo condiciones infrahumanas. Muchas de ellas se jugaron su libertad, la integridad física y el aprecio de sus familias.

El personaje de Helena Bonham-Carter, Edith Ellyn, está inspirado en una figura notable del movimiento que no aparece en la trama: Edith Margaret Garrud, reconocida como la primera instructora de defensa personal en Europa. Hábil en la técnica del Jiu-Jitsu compartió su destreza con las compañeras militantes. Debido a que las manifestaciones se iban tornando más violentas por la intolerancia de las autoridades y las activistas quedaban a merced de los garrotes, Edith las instruyó para defenderse de sus agresores. De hecho, entrenó a una treintena de mujeres para que escoltaran a las líderes en los actos públicos y las protegieran de cualquier ataque, se les conocía como las jiujitsuffragettes. Sin embargo, esto apenas se esboza a lo largo del filme.

La narración se concentra en la evolución del personaje de Maud: la esposa tímida y sumisa, la trabajadora que desde la niñez ha sido explotada en la misma lavandería, abusada por el patrón y condenada a una vida de miseria con la espléndida interpretación de Mulligan. Tras el despertar, se adentra en una batalla personal en donde arriesgará todo: familia, hogar, trabajo y salud.

La directora Sarah Gavron, quien debutó con Brick Lane en el 2007, inició su carrera realizando documentales lo cual se percibe en su abordaje a la historia, en la reproducción de los mítines, la disolución de éstos o la organización policiaca para perseguir a las cabezas del movimiento. La recreación de la época es impecable, el vestuario estuvo a cargo de Jane Petrie, responsable del atuendo de películas como Star Wars: Episodio 1: La amenaza fantasma y Moon; el guion es de Abi Morgan (La dama de hierro, Deseos culpables) y la música emotiva y discreta es de la autoría del ocho veces nominado al Óscar, Alexandre Desplat (El Gran Hotel Budapest).

En la parte final, la película obsequia imágenes de gran valía: material documental de las heroínas inglesas y una cronología sobre la conquista del voto femenino en otros países. Ahí aparece México y el celebrado año de 1953. Ya que mencionamos a nuestra nación, no estaría de más una mirada al documental mexicano que comparte el mismo título, Las Sufragistas (2013) dirigido por Ana Cruz, autora también de otra realización sobre batallas femeninas: Mujeres de la Revolución Mexicana (2009). En Las Sufragistas, de Ana Cruz, la documentalista se hace un recorrido histórico sobre la conquista de derechos políticos y libertades de las mexicanas en donde el punto central es el personaje de Eufrosina Cruz Mendoza, una aguerrida indígena zapoteca que desafió los usos y costumbres de su pueblo en defensa de sus libertades y derechos políticos. Se encumbraría en el Congreso local, como Diputada federal y como sólido emblema para las mujeres de su estado. Una historia que comenzó cuando en su tierra natal, Santa María Quiegolani, en Oaxaca, se le impidió ser votada como alcalde en su municipio por el simple hecho de ser mujer, esto en el año 2007. Lo que confirma que la cruzada mundial por los derechos femeninos es tan reciente como inconclusa.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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