El modelo neoliberal y la pobreza del mexicano

19/10/2015 - 12:00 am

A nivel banqueta pareciera que el trabajo de quienes administran los bienes de todos los mexicanos (incluso de usted) consistiera en entregar las riendas de la economía nacional a los intereses extranjeros, en vez de procurar el bienestar de la ciudadanía. Si este fuera su propósito, van bien; lo confirma el hecho de que México va mal.

Durante tres décadas se ha venido imponiendo en México el modelo neoliberal, al que se le atribuyen el mayor empobrecimiento de la sociedad y la creciente concentración de la riqueza en la cúpula. A la vista de propios y extraños la consecuencia clara es el caos económico, y no se ve para cuándo se cumplirán las metas prometidas por los gobernantes a sus gobernados.

Los principales instrumentos del neoliberalismo en México son el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (ATP). En los tres queda claro que México coopera al impulso de las empresas y las economías de los demás países asociados, sin beneficio claro para el nuestro; lo confirman un coro internacional de expertos, así como los informes de la OCDE y las declaraciones de su secretario general, José Ángel Gurría.

Esta organización reporta que México es el país más desigual de los 34 que la integran. Gurría, recién ratificado para 6 años más de gestión, participó mediante una grabación en el 47 foro de la Industria Química “Oportunidades de la industria energética, petroquímica y química en México”. En su mensaje se refiere al lugar que ocupa México en la estadística de la desigualdad de la OCDE y agrega que esa situación se da pese a los “avances en el combate a la pobreza”. ¿Más desigualdad pero menos pobreza? Falta que nos aclare la contradicción.

La entrada de México al neoliberalismo está marcada con su ingreso a un acuerdo sobre aranceles aduaneros, el GATT, durante el gobierno de Miguel de la Madrid. Con Carlos Salinas entramos al TLCAN (1991), un esfuerzo de EEUU por frenar el avance de Japón y la Unión Europea; durante esa misma administración se privatizaron el 90% de las empresas paraestatales. Ernesto Zedillo vendió los Ferrocarriles Nacionales de México. Vicente Fox firmó la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, y Felipe Calderón desapareció la paraestatal Luz y Fuerza del Centro.

Al iniciar su administración, Enrique Peña Nieto lanzó cinco paquetes de reformas estructurales que han encontrado fuerte oposición. Ángel Gurría opina que las reformas deben ser re-editadas, pues “no han dado los resultados esperados”. Peña, además, ha seguido adelante con las negociaciones secretas y recién descubiertas de la Alianza Transpacífico, cuyo aspecto más criticado (después del secreto) es que sus decisiones estarán por encima de los gobiernos de las naciones.

En estas tres últimas décadas México también ha visto crecer el crimen organizado, las desapariciones forzadas, la justicia preferencial, las violaciones a los derechos humanos, etc. Como consecuencia ha desaparecido la confianza de la ciudadanía en las instituciones.

Según encuesta del Instituto Nacional Electoral (Consulta Infantil y Juvenil 2015, INE), el 75.4 por ciento de los niños mexicanos ente 6 y 9 años de edad no se sienten seguros en las calles. Entre 10 y 13 años, el 57.9 por ciento no confía en los gobernantes. Opinaron que “lo que más ayudaría a que haya más justicia y paz en México sería…” que no haya corrupción (59.1 por ciento) y que los gobernantes cumplan lo que prometen (47.1 por ciento). Son voces de mexicanos en pleno desarrollo que no votan, que no producen, pero que ven con claridad su entorno y reconocen las amenazas. Bien por la encuesta del INE. Es de sabios preguntarle a los niños.

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