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Ramiro Padilla Atondo

19/08/2015 - 12:00 am

La “Ética” de los criminales

Diego Osorno escribió un libro que puede ser leído como un manual de las costumbres perdidas de los narcos. Lo  leí de un tirón. Tuve oportunidad de conversar con él, le dije que el capítulo dedicado a    Miguel Angel Félix Gallardo era una verdadera joya. El mismo Félix Gallardo es un hombre producto de tiempos […]

Diego Osorno escribió un libro que puede ser leído como un manual de las costumbres perdidas de los narcos. Lo  leí de un tirón. Tuve oportunidad de conversar con él, le dije que el capítulo dedicado a    Miguel Angel Félix Gallardo era una verdadera joya.

El mismo Félix Gallardo es un hombre producto de tiempos que ya no existen, en el marco de un estado que tenía el control de las actividades ilícitas.

No es mi intención sacralizar la figura de nadie, más bien lo que intento es explicarme el porqué de los alcances de las organizaciones delictivas en nuestro país. Cuando hablo de una “ética” en su sentido primario, me refiero de manera precisa a los límites de comportamiento que las bandas criminales podían tener para no amenazar su mera existencia, y seguir con el que es quizá uno de los negocios más lucrativos de la historia.

Los norteamericanos, pragmáticos y encanta serpientes, lo entendieron de manera clara desde el principio. Son los más grandes consumidores de drogas en el mundo, pero la criminalidad asociada a su consumo no es un factor de desequilibrio social. Los alcances de esta política del laissez faire mafioso norteamericano, pudo ser apreciada después de la salida a la luz del rápido y furioso.

También es claro que en Estados Unidos hay todo un sistema que depende del consumo de drogas. Lo podríamos llamar una suerte de parafernalia social que se establece con el fin de mantener la rueda del dinero girando. Prisiones privadas, a las que les conviene que los crímenes no violentos se castiguen con penas elevadas, jueces, abogados, policías, guardias de seguridad, empresas constructoras y un largo etcétera se benefician de la lucha contra las drogas.

En México sucede exactamente lo contrario. Leyes laxas que nunca se aplican, tecnicismos para que un secuestrador salga libre, capos que escapan de prisiones de alta seguridad, muestran donde está el flujo del dinero. Está del lado contrario.

Hay un aspecto tragicómico en todo este asunto. Mientras el lenguaje oficial en Estados Unidos ha logrado posicionar la palabra droga como sinónimo de carteles mexicanos, los mexicanos hemos comprado ese mismo lenguaje y lo hemos hecho narco-cultura, toda una forma de vida.

El enriquecimiento desmedido de los carteles y su cambio en el balance de poder se debe más que nunca a la miopía institucional de ambos lados de la frontera.

El Estado mexicano no ha hecho nada para desmantelar los esquemas operativos de los grupos criminales. Si se me permite la analogía, atrapar a un capo es como quitar una lámpara dejando el sistema eléctrico sin tocar. En vez de bajar la palanca o cortar el cableado se conforman con cacarear un captura que a todas luces es todo menos definitiva.

Lo que debería entrar en la discusión son los límites del estado en los comportamientos aceptables de sus ciudadanos. El prohibicionismo en el consumo de las drogas es de manera clara el enfoque equivocado.

Seguir pensando que fue primero, si el huevo o la gallina no ayuda en nada a paliar los efectos de esta moderna catástrofe social.

Un especialista se pregunta si es absolutamente imposible controlar el tráfico de drogas en una cárcel de máxima seguridad, ahora imagínese usted en la calle. Lo dejo con el documental:

Lecturas recomendadas:

El narco la guerra fallida. Jorge Castañeda y Rubén Aguilar. Punto de lectura

El cártel de Sinaloa. Diego Osorno.

Ramiro Padilla Atondo
Ramiro Padilla Atondo. Ensenadense. Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, traducido al inglés; Esperando la muerte y la novela Días de Agosto. En ensayo ha publicado La verdad fraccionada y Poder, sociedad e imagen. Colabora para para los suplementos culturales Palabra del Vigía, Identidad del Mexicano y las revistas Espiral y Volante, también para los portales Grado cero de Guerrero, Camaleón político, Sdp noticias, El cuervo de orange y el portal 4vientos.

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