Óscar de la Borbolla
19/06/2023 - 12:03 am
Radiografía del Mal 1
“La verdad es que cualquiera puede ser agente del mal”.
El mal es uno de los asuntos más inquietantes sobre los que se puede reflexionar, pues desde que el ser humano habita este planeta ha sido la causa de gravísimos problemas y, por más que se ha hecho de todo (morales, religiones, castigos, sistemas carcelarios, leyes, educación…), sigue ahí. Me atrevería a decir que el deseo de extirpar el mal de la faz de la Tierra es y ha sido unánime o, por lo menos, nadie quisiera padecer el mal en su persona ni que lo sufriera ninguno de sus seres queridos.
Existen infinidad de males. Si me animara a confeccionar una lista, por brevísima que fuera, terminaría afligiéndome. Me rehuso a hacerla; baste con lo que a cada quien le vengan a la mente cuando lee la palabra “males”, pues sin ningún esfuerzo viene a nosotros una serie de estragos que puedan clasificarse de múltiples maneras; pero entre todas me interesa una, la que los agrupa en dos grandes bandos: los males que acarrea la naturaleza y los que son efectuados por seres humanos.
Hoy quisiera concentrarme en estos últimos, pues estoy seguro de que es en ellos donde propiamente hay maldad: intención dañina; los otros nos lastiman, es verdad, y hasta pueden matarnos, pero, en sentido estricto, no parece haber maldad en ellos: no hay maldad en la sequía, en la enfermedad o en los terremotos y, por eso, resulta más adecuado llamarlos “desgracias”, “calamidades” o “desastres”, y no “males”.
Para que haya mal, es necesario que haya intención, conciencia, deliberación; y en los procesos naturales, hasta donde se sabe, nada de eso aparece, es más bien una maquinaria donde todo ocurre por necesidad o por azar. El mal se relaciona con el libre albedrío: con la libertad y con esa holgura que supone que existan varias opciones o, por lo menos, con el hecho de que quepa la posibilidad de hacerlo o de no hacerlo. No hay maldad en la piedra que cae al faltarle sostén, pues no depende de ella subir o quedarse suspendida, pero sí puede haber maldad en la mano que toma la piedra para arrojarla contra alguien, pues podría no hacerlo. Cuando solo hay un camino: es necesidad no libertad. Cuando sucede por casualidad no hay conciencia ni elección. En la naturaleza no existe la maldad aunque algunos de sus procesos puedan destruirnos; en el mundo humano desafortunadamente sí hay maldad, aunque muchos de nuestros semejantes no puedan ni alcanzarnos
Esta idea supone que quien actúa con maldad está consciente y elige libremente y, aunque esto es cierto en general, la que no es verdadera es la conclusión a la que se llega a partir de esta idea: que quien se inclina hacia el mal posee algo maligno y que mientras peores sean sus actos mayor será la malignidad contenida en esa persona. La verdad es que cualquiera puede ser agente del mal: tú, yo, él… no necesariamente el que hace el mal y ni siquiera quien comete el peor de los males debe ser un sociópata o un psicópata, cualquiera puede; no hace falta estar endemoniado, pero esto será el tema de la próxima entrega.
Twitter @oscardelaborbol
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