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Germán Petersen Cortés

19/05/2015 - 12:00 am

¿Y las propuestas?

Uno de los rasgos de las coyunturas electorales en México es que la discusión pública no se centra en las propuestas de candidatos y partidos. Se habla mucho de la imagen de aquellos y estos, de las estructuras organizativas, de la evolución de las preferencias, de lo que en términos generales implica sufragar por tal […]

Uno de los rasgos de las coyunturas electorales en México es que la discusión pública no se centra en las propuestas de candidatos y partidos. Se habla mucho de la imagen de aquellos y estos, de las estructuras organizativas, de la evolución de las preferencias, de lo que en términos generales implica sufragar por tal o cual alternativa, pero escasamente de lo que candidatos y partidos piensan hacer para resolver problemas públicos.

El origen de tal situación está, por un lado, en los mismos candidatos y partidos, pero, por otro lado, también en una sociedad que no le exige a quienes quieren gobernarla o representarla que expliquen cómo resolverán los problemas sociales. ¿A qué se debe esto y qué consecuencias tiene?

Conviene precisar que en campañas no se esperan los detalles de las políticas públicas que se planea implementar ni el hilado fino de las reformas que se pretende hacer, sino tan solo las líneas estratégicas en las que se busca trabajar.

Un primer elemento es que los partidos de mayor tamaño, que son quienes marcan la pauta de la discusión pública, tienen una buena dosis de sufragios asegurados, independientemente de lo que propongan. Se trata de los famosos “votos duros”, a los que no es necesario convencer sino que ya están convencidos de entada, generalmente por ideología. Que los partidos cuenten con este “piso”, les da pocos incentivos para hacer propuestas concretas

Ahora bien, en todos los países hay voto duro y no en todos las propuestas están tan eclipsadas como aquí. Otro segmento del electorado que hace poco propensos a los partidos a proponer son los votantes clientelares. Se trata de aquellos a quienes se les condicionan programas sociales si no apoyan a tal partido o bien reciben bienes o servicios a cambio de su sufragio. Dado que sus decisiones electorales están orientadas por la recepción de beneficios directos, los partidos que cuentan con estos votantes no están inducidos a proponer.

Otro elemento es la centralidad que la sociedad suele otorgar a la imagen del candidato y del partido político. A ratos pareciera que el sentido del sufragio se define en función del carisma del candidato, de la impresión que tiene la sociedad de él o de las percepciones en torno al partido que lo postula. En contraste, el ciudadano promedio tiende a preocuparse y ocuparse más bien poco de averiguar qué planea hacer el postulante una vez que ocupe el cargo, qué posibilidades tiene de lograrlo y qué impactos tendrían sus ideas llevadas a la práctica.

¿Cuál es la consecuencia de que las propuestas importen tan poco? La más evidente y acaso también la más grave es que muchos gobernantes llegan a los cargos sin la más remota idea de qué hacer con el poder. Lo que sigue es la improvisación y de esta hay un solo paso a la ineficiencia, la desorientación estratégica y el fracaso. Así, no es sorpresivo que tantos gobernantes no sepan qué hacer con el poder. No es sorpresivo pues al final se les votó por criterios ajenos a sus ideas de política pública y a sus estrategias para convertirlas en realidades.

Entre las métodos mediante los cuales se puede mejorar esta situación destaca la necesidad de presionar a partidos y candidatos para que hagan públicas sus propuestas. En esta contienda, el INE ha hecho un buen esfuerzo abriendo foros con todos los partidos para que den a conocer sus plataformas. Más ejercicios de estos, tanto oficiales como ciudadanos, se perfilan como urgentes. Si la sociedad comienza a crear contextos de exigencia en este respecto, habrá más incentivos en la clase política para presentar ideas de política pública y cómo materializarlas.

Otra área de oportunidad es, desde la sociedad, reconocer a candidatos y partidos que se la juegan con líneas generales en las cuales pretenden trabajar, pues están dando pasos para dar resultados una vez en el gobierno. En el mismo sentido, convendría criticar a quienes quieren cosechar frutos en el proceso electoral tan solo por su buen marketing, aunque cuando lleguen a gobernar no tengan ni la más peregrina idea de qué hacer con el poder.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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