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Arnoldo Cuellar

19/04/2012 - 12:02 am

La izquierda en Guanajuato, cada vez más testimonial

La caída política, organizativa y moral de la izquierda guanajuatense no parece tener fondo. Hace seis años debieron rentar su franquicia a un aventurero empresarial que utilizó la candidatura para negociar con sus acreedores, Ricardo García Oceguera; hoy, dividen sus exiguas fuerzas en tres campañas a la gubernatura: Arnulfo Montes, Ernesto Prieto y Enrique Eguiarte, […]

La caída política, organizativa y moral de la izquierda guanajuatense no parece tener fondo. Hace seis años debieron rentar su franquicia a un aventurero empresarial que utilizó la candidatura para negociar con sus acreedores, Ricardo García Oceguera; hoy, dividen sus exiguas fuerzas en tres campañas a la gubernatura: Arnulfo Montes, Ernesto Prieto y Enrique Eguiarte, por PRD, PT y Movimiento Ciudadano.

No es ni siquiera una circunstancia que resulte extraña, más bien es la acumulación de una serie de abandonos y de ocupación mercenaria de espacios por fuerzas emergentes. Hoy, la izquierda guanajuatense no representa una sola idea y su perfil se acerca más al de una especie de lumpen del priísmo.

Ni siquiera la presencia de un político articulado, aunque no por ello menos pragmático, como el profesor Miguel Agustín Alonso Raya, logró frenar la descomposición del perredismo, habiendo caído durante las elecciones de 2009, justo en su gestión, a la cota de votación más baja de su historia, lo que provocó su desplazamiento como tercera fuerza política por el PVEM.

Desde su creación como izquierda unificada, el PRD logró desplazar al feneciente sinarquismo de ese lugar, atrás de los dos principales partidos de la entidad, PRI y PAN. Hace tres años debieron entregar la estafeta a un partido al que nunca le concedieron posibilidades: los inexpertos ecologistas.

El perredismo, con el PT e incluso esa escisión priísta que fue Convergencia, hoy conocida como Movimiento Ciudadano, han tenido un terreno difícil de arar en el históricamente conservador estado de Guanajuato. El remedio ha sido peor que la enfermedad: ante la falta de inserción en las organizaciones sociales, esta izquierda ha optado por el clientelismo y el electorerismo, con los resultados ya vistos.

De no ser por las asociaciones que negocian la circulación de vehículos irregulares de procedencia americana o las eventuales alianzas con los priístas en comicios municipales, la izquierda prácticamente estaría desterrada de nuestro imaginario.

Con presencia apenas declarativa en el periodo de la dirigencia de Alonso Raya, lo que por lo menos era algo, desde la llegada del actual presidente estatal Hugo Estefanía, el liderazgo perredista ha pasado a ser apéndice de un cacique prototípico, el tres veces alcalde del municipio de Valle de Santiago, Fernando Arredondo.

El desdibujamiento se completa con el hecho de que el único diputado local, otro ex dirigente estatal, José Luis Barbosa, se ha perdido en el actual Congreso local incluso al grado de convalidar las iniciativas panistas.

El PRD, aniquilado por su propia incapacidad autogestiva, ha sido una oposición cómoda para el panismo ultra que gobierna Guanajuato. Hoy llegan a la campaña electoral aislados y divididos con el movimiento lopezobradorista, que es igual de testimonial que su hermano mayor.

Hace seis años Juan Ignacio Torres Landa hizo esfuerzos por congeniar a priístas y perredistas para una alianza en Guanajuato, encandilado por la presencia en las encuestas de Andrés Manuel López Obrador. No lo logró y desistió de la candidatura.

Hoy, que tenía la candidatura en un puño, el priísta ni siquiera se desgastó en voltear a ver a un perredismo que está ubicado en la cuarta posición electoral. En cambio cedió a inimaginables presiones del Partido Verde, lo que no hubiese podido ocurrir en el pasado.

En esta crisis de los movimientos de izquierda en Guanajuato, quien pierde no es sólo esta expresión política, sino la incipiente democracia que vive la entidad, secuestrada por un monopolio partidista que muy poco mejoraría de caer en un bipartidismo de facto.

La izquierda de Guanajuato, sus diferentes expresiones en la sociedad y en los partidos que la representan, debe hacerse cargo de que la suerte que han corrido hasta ahora obedece en buena medida a su propia toma de decisiones o a la falta de ella. Sin embargo, también deben ser concientes de lo mucho que le hace falta a esta sociedad su participación.

Poco podrá lograrse mientras subsistan en su seno personajes como el ex candidato a gobernador y ex dirigente del sindicalismo universitario Carlos Scheffler Ramos, quien echó por la borda una trayectoria política y de luchador social al asociarse con el alcalde priista Nicéforo Guerrero, incluso hasta la ignominia, al apoyar desde la sindicatura del ayuntamiento de Guanajuato capital un proyecto como el de la urbanización de la Bufa que desató el rechazo social.

Esa es la izquierda, acomodaticia y cómplice, que debe dar paso a nuevas expresiones y una renovación generacional. Seguramente ocurrirá cuando terminen de tocar fondo, algo que, como todo parece indicarlo, muy bien puede ocurrir el próximo mes de julio.

 

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Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).

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