Un hombre de altura

18/09/2016 - 12:00 am

A las comedias de altura que acostumbra traer consigo el Tour de Cine Francés, se añade, en la edición número 20, Un hombre de altura (2015), dirigida por el también guionista Laurent Tirard (Astérix y Obélix: al servicio de su majestad). Una comedia romántica cuyo planteamiento central es que el tamaño no importa, por más que insistan. Ni el título, ni el cartel y las fotografías ocultan el ingrediente esencial: las disparidades de estatura entre la pareja protagonista. Diane, una abogado con un matrimonio trunco y Alexandre, un exitoso arquitecto que mira al mundo, literalmente, desde otro nivel, con 1.30 metros de estatura.

Se trata de la tercera versión de Corazón de León (2013), escrita y dirigida por el argentino Marcos Carnevale y llevada a la pantalla por segunda vez en 2015, por el colombiano Emiliano T. Caballero, misma que cuestionaba: ¿Cuál es la medida del amor? Resulta excepcional que el cine galo retome un largometraje extranjero, usualmente es al revés, los filmes franceses son copiados, a veces palmo a palmo, por otras industrias, principalmente la hollywoodense. Ejemplos, llueven: Tres hombres y un biberón, Nikita, Las diabólicas o Taxi, con resultados a todas luces inferiores.

En esta ocasión, Tirard ejecuta una digna adaptación sostenida, fundamentalmente, por la química que vincula a Jean Dujardin (El artista) con Virginie Efira (La oportunidad de mi vida), en cada escena. Desde la toma inicial en la que un espejo nos brinda el empequeñecido reflejo de Diane entrando a su departamento y recibe la llamada del misterioso galán que ha encontrado el teléfono celular de ella y promete devolvérselo si pactan una cita, los diálogos desbordan simpatía y hacen creíble la empatía y el posterior enamoramiento que resistirá los embates sociales, las inclementes críticas y las bromas crueles.

La película recorre senderos cliché del género con gran finura, sin olvidar su tono políticamente correcto sobre los prejuicios, los estereotipos y las diferencias. Su intención tampoco es profundizar en ello, omite los sermones y no atraviesa terrenos arriesgados, como cuando los protagonistas llegan a la alcoba. El tono es ligero, excepto por esa conmovedora escena en la que Alexandre confiesa el sufrimiento de toda una vida ante la escasez de centímetros.

El papel está hecho a la medida del ganador del Óscar, Jean Dujardin, cuyos 1.82 metros de estatura desaparecen por medio de la magia digital para dar paso a un encantador, sonriente e irresistible Don Juan de tamaño compacto. Resalta el magnífico apoyo de personajes secundarios, Bruno (Cédrik Kahn), la ex pareja de Diane, un abogado sin escrúpulos carente de ética profesional; Benji (César Domboy), el hijo de Alexandre, eterno confidente de los agridulces romances de su progenitor y Coralie (Stéphanie Papanian) la entrometida secretaria de Diane cuyo desparpajo se gana algunas de las mejores escenas de la película.

El punto débil de la cinta es, justamente, que el conflicto entre los dos enamorados se concentra en los alcances de la cinta métrica y quedan fuera las diferencias individuales, los enfrentamientos de personalidad o la problemática de los entornos laborales, profesionales o económicos que enriquecen o limitan el entendimiento en las relaciones amorosas. Todo eso está resuelto en esta pareja dispareja.

Entre lo acertado, el filme alude a otras connotaciones sobre la altura de una persona, como la estatura moral de Alexandre comparada con la de Bruno, su rival de amores. Mientras el primero es un hombre pequeño a cargo de monumentales proyectos arquitectónicos, honesto y valiente ante las insolencias de los curiosos; el otro, es desleal, deshonesto y hasta cobarde para encarar que Diane se ha enamorado de alguien mejor que él.

En esta versión no está la simpatía del argentino Guillermo Francella pero sí el carisma de Dujardin; tampoco aparece el Cristo de Corcovado en ese vuelo en parapente de Francella pero sí las piruetas en caída libre de Dujardin y Efira, la hechizante dupla trabajada por dos experimentados actores a la altura de las circunstancias. Inevitable salir de la sala de buen humor.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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