Hace pocos días amanecimos en el Distrito Federal con una grave noticia, fueron asesinadas cinco personas en la Colonia Narvarte, dentro de las victimas un periodista y una activista que ya habían sido amenazados y quienes dijeron en vida, que si algo les pasaba hacían responsable al Gobernador de Veracruz, Javier Duarte, rápidamente la noticia tomo relevancia al verse en medios nacionales e internacionales.

Ante estos hechos que ya son comunes de escuchar y forman parte de las noticias diarias de  nuestro país, no deja de ser preocupante que la Ciudad de México haya sido alcanzada desde hace ya un par de años, por este tipo de violencia y delincuencia que hasta hace no mucho tiempo parecía estar focalizada solo en algunas entidades del país. Es decir, lejos de alcanzar el objetivo de incrementar la seguridad, que se propuso la presente administración, vemos como las zonas de inseguridad se expanden, notamos una abierta persecución por parte de los gobiernos hacia todos aquellos que les resulten incomodos. La impunidad y la poca credibilidad particularmente que tienen las autoridades que procuran e imparten justicia, nos alejan cada vez más de la verdad y de la propia justicia.

Desafortunadamente no se trata de casos aislados, ya se ha naturalizado la violencia y las noticias simplemente nos actualizan en el número de víctimas que se suman a una gran lista, que debe ser causa de preocupación y ocupación por parte de las autoridades en sus tres poderes y niveles. No es novedad, que todos los que vivimos en la Ciudad de México, cada vez nos sentimos menos seguros al caminarla y habitarla. Vemos también cómo la agenda de derechos humanos se aleja de las prioridades de la agenda de gobierno del Distrito Federal  y aunque en discurso tiene presencia, en los hechos vemos retrocesos, rezagos y falta de seguimiento en la implementación de programas y acciones, muchos de las cuales no recaen necesariamente en un tema de disponer o no de recursos económicos, sino de voluntad política.

La Ciudad  de México no puede darse el lujo de vivir de su pasado, debido a la responsabilidad que las autoridades capitalinas tienen en el desarrollo e implementación de una agenda progresista en el país,  al haberse distinguido por ser una entidad con una agenda normativa y de política pública vanguardista. Por ser en el imaginario de muchos defensores de derechos humanos, una ciudad santuario, donde había una percepción de seguridad, una idea de que, en ella, se iban a procurar y garantizar el ejercicio de sus derechos, siendo el de la libertad de expresión, uno de los más sensibles. Los hechos ocurridos en la colonia Narvarte, sumados a otros más, vulneran esta percepción, porque cada vez hay más víctimas que son más cercanos a cada uno de nosotros (hermanos, hijos, vecinos, amigos, etc.).

El gobierno de la Ciudad de México  está quedando en deuda con sus ciudadanos, en deuda con el país. Quienes trabajamos en la defensa de los derechos humanos exigimos garantías para desempeñar nuestro trabajo y que no se permita que esta Ciudad, siga deteriorándose y sumiéndose en una crisis de la que después será muy difícil salir, como puede ejemplificarse con lo que ocurre a nivel nacional.

@Sinfronteras_1

Nancy Pérez / Sin Fronteras

https://www.sinembargo.mx/author/nancysinfronteras

Licenciada en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Cuenta con maestría en Cooperación Internacional para el Desarrollo por el Instituto Dr. José María Luís Mora. Su área de especialidad es migración internacional. Actualmente cursa el doctorado en Economía Internacional en la UNAM. Desde 2011 es directora general de Sin Fronteras I.A.P. Es Consejera Honoraria de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, miembro del Consejo de Gobierno de Incide Social A.C. y desde 2012 es parte del Consejo Consultivo de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.

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