Según los investigadores, la evolución de los huevos hacia cortezas duras y calcificadas no tuvo un solo origen, sino que ocurrió de forma independiente en al menos tres momentos diferentes durante la Era Mesozoica.
Londres, 17 jun (EFE).- Los primeros dinosaurios podían haber puesto huevos de cáscara blanda, un hallazgo que desafía la idea prevalente de que este grupo de animales depositó desde sus inicios huevos con cáscara dura, según un estudio publicado este miércoles por la revista Nature.
Un grupo de expertos internacionales, liderado por el paleontólogo del Museo Americano de Historia Natural Mark Norell, llegó a esta conclusión tras investigar fósiles que contenían embriones de dos tipos de dinosaurios, los Protoceratops y los Mussaurus, y descubrir que presentaban cáscaras blandas.
Según los investigadores, la evolución de los huevos hacia cortezas duras y calcificadas no tuvo un solo origen, sino que ocurrió de forma independiente en al menos tres momentos diferentes durante la Era Mesozoica.
Los huevos amnióticos de cáscara dura probablemente se desarrollaron a partir de otras variedades ancestrales de cáscara blanda, indica el estudio, pero las dificultades de los científicos para encontrar estos últimos fósiles complica la investigación sobre cómo fue esa transición.
Algunos amniotas –el grupo que incluye aves, mamíferos y reptiles- ponen huevos con una envoltura blanda, como los lagartos o las tortugas, mientras que otros, como las aves, depositan huevos con recubrimiento duro y muy calcificado.
Estas variaciones presentan diferentes trayectorias evolutivas, destaca la investigación, que añade que el desarrollo de los huevos duros, más protectores contra el estrés ambiental, representa un hito en la historia de los amniotas, ya que fue un factor que contribuyó al éxito reproductivo y la diversificación de estas especies.
Además, en otro estudio publicado también este miércoles por la misma revista, investigadores de la Universidad de Texas (EU) analizan el descubrimiento en la Antártica de un huevo gigante de cáscara blanda que data de la época del Cretácico, hace aproximadamente unos 66 millones de años.
Este huevo, asegura la investigación, es uno de los “más grandes jamás descritos”, solo por detrás de los de los del extinto ave elefante de Madagascar, considerado el ave más grande que ha pisado la Tierra.
De acuerdo con las dimensiones y la cáscara del ejemplar, que no presenta una capa externa cristalina, los investigadores concluyen que podría haber pertenecido a un ovovivíparo, organismos que desarrollan un “huevo vestigial” dentro de la madre para eclosionar inmediatamente después de su puesta.
Adscrito a una nueva taxonomía, “Antarcticoolithus bradyi”, los autores desconocen la identidad del animal que depositó el huevo, aunque consideran que por su morfología podría tratarse de un reptil marino gigante como un monosauro.
En un artículo diferente recogido por la publicación, otros científicos abogan por la opción de que pudiera pertenecer a un dinosaurio, ya que el peso del fósil se acerca al de los huevos más grandes que depositaron otras especies cuyos fósiles yacen también en la Antártica.