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Tomás Calvillo Unna

18/04/2018 - 12:02 am

¿El gran elector?

La aparición de Slim en el escenario electoral plantea problemas no resueltos en el diseño institucional de la frágil y tambaleante democracia mexicana. Sin duda su posicionamiento sobre el aeropuerto, convierte a dicho proyecto en el eje del debate nacional, desplazando a la violencia, a las víctimas, a la relación con Estados Unidos y su […]

Imagen de la exposición: “Nacimientos, arte y tradición popular, dic. 2017- en 2018”, Fondo Cultural Banamex A.C

La aparición de Slim en el escenario electoral plantea problemas no resueltos en el diseño institucional de la frágil y tambaleante democracia mexicana. Sin duda su posicionamiento sobre el aeropuerto, convierte a dicho proyecto en el eje del debate nacional, desplazando a la violencia, a las víctimas, a la relación con Estados Unidos y su impresentable pero aún poderoso presidente, como temas fundamentales de la agenda de la nación. ¿Por qué el aeropuerto logra focalizar la atención política del país? Sin duda representa un escenario emblemático, donde lo privado y público se vinculan, alinean, confunden y disuelven. El desmantelamiento del Estado Mexicano, la manera en que se instrumentó para insertarse en la globalización, fortaleció a los grandes empresarios que sustituyeron prácticamente a la clase política en la definición de la economía, ascendiendo a los tecnócratas en los escalafones burocráticos de la pirámide política, como aliados privilegiados e incluso socios.

La dinámica de la revolución tecnológica provocó el empoderamiento, prácticamente en todo el planeta, de los grupos privados que surgieron como los nuevos diseñadores y administradores de la riqueza y su orientación. La investigación científica y su aplicación tecnológica, han sido el binomio que expandió el capital y sus bienes en forma masiva para convertir la sociedad de consumo en el modelo dominante; los empresarios ofertaron ese modelo, lo encarnaron, redefiniendo el quehacer político, donde el ciudadano es fundamentalmente un consumidor.

Las libertades, las opciones diversas, están sujetas y condicionadas a esa fórmula. El precio por ello, particularmente el del hábitat, ha sido excesivo y perverso. La depredación de los lugares se ha vuelto algo común y ha ido de la mano de la promoción de la realidad virtual; un reemplazo ciertamente deslumbrante que nos erosiona también en lo más íntimo: la devaluación de la tierra, el lugar, la raíz.

Slim forma parte de todo ello, pero ¿porqué a estas alturas, en un momento álgido, complejo de los procesos políticos en México, decide salir a la defensa del aeropuerto y se enfrenta a quien encabeza hoy en día la contienda electoral?

Su apuesta por intervenir así en los resultados de la elección tendrá desde ya, variadas consecuencias. No es un actor más, es el peso pesado incluso más que el dólar; y las lecturas posibles que emergen en las condiciones actuales del país, lo presentan con la pretensión de ser el gran elector, que al involucrase públicamente en la defensa del proyecto del nuevo aeropuerto, suma más polarización en el escenario nacional y divide al país en dos opciones, donde tres candidatos se enfrentan a uno; en pocas palabras, cierra el abanico de las alternativas, por semejantes que fueran o no.

El costo de esta decisión va ser muy alto para todos. Los matices, que los hay y que enriquecen la contienda, ahora se borran.

Slim cruzó la raya y parece que no previó los múltiples efectos que va tener su decisión en los difíciles equilibrios entre lo público y privado en la reconfiguración tan necesaria que requiere el Estado Nacional, la República Mexicana y la democracia en nuestro país. Equilibrios sin los cuales la nación no tiene destino.

La lectura veloz e intuitiva, de todo ello, que se hace desde los altos de Chiapas en torno a la experiencia de la candidata indígena Marichuy, es clara, por un lado se vuelven a abrir puentes y por otro se alerta para evitar un fraude.

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