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Blanka Alfaro

18/03/2020 - 12:02 am

Alguna vez comí carne

La verdad es que si sabiendo la crueldad que existe en un matadero sino reflexionas aunque sea un poco, creo que hay algo muy torcido en ti.

Cada charola de carne que ves en el supermercado pasó por un proceso de crueldad y en ese proceso estas tú. Foto: Especial.

Este artículo lo voy a escribir desde mi pasado, porque me es imposible desde mi presente, porque ahora practico el veganismo en mi día a día y claramente veo las cosas desde una perspectiva distinta que me lleva a tratar de ayudar a los animales siempre.

Alguna vez comí carne, y sí, así es, lo disfrutaba como todos, sin culpa hacia los animales, creo que la única culpa que me atormentaba era con mis arterias porque sabía que algún día afectaría mi salud, no es un secreto que comer animales afecta la salud tarde o temprano, pero esa es otra historia.

En aquella época, al comprar una chuleta de cerdo o unas piernas de pollo, jamás pasó por mi mente reflexionar ni siquiera un poco en el camino que ese pedazo de carne recorrió para llegar a mí, ¿tú lo has pensado?, sé que de manera muy general y tal vez hasta distorsionada tenemos una idea muy superficial de ese camino, yo la tenía y era algo así:

-Los animalitos viven felices en granjas donde los cuidan y los miman su mamás y los granjeros, hasta el día de su “sacrificio”.

-Los animales entregan su vida casi voluntariamente para nuestro deleite y están felices de morir porque “para eso son”.

-Llegan al matadero donde son sacrificados sin dolor alguno, porque los animales no sienten.

-Después llegan al supermercado o carnicerías donde los compramos. ¡Y LISTO!

Parecerá broma, pero esta es la creencia de la gran mayoría de personas que consumen carne, algo muy de cuento infantil. A fin de cuentas para qué saber las cosas malas en las que somos partícipes si queremos seguir haciéndolas, más vale hacernos de la vista gorda y creernos la historia como nos conviene.

La realidad es otra y trataré de ser breve para describir lo que he visto desde un punto muy neutral sin sacar a flote mi deseo de que todos dejemos de lastimar animales, ni desde el punto de vista del más despreocupado de los lectores, lo haré desde mi yo más normal, no sé si existe, pero trataré.

Tomas una charola de algún bistec en algún supermercado -dejando de lado que si te fijas en la fecha de empaquetado tiene como cuatro días así, crudo y muerto- todo bien hasta ahí, el problema empieza cuando rebobinamos la película y en esa acelerada marcha atrás llegamos al momento en que ese bistec aún era un ser vivo, acaba de llegar al matadero, jamás había sido transportado en un vehículo y hoy, por primera vez desde su nacimiento, conoce el movimiento de un trailer, lo que está sintiendo es completamente nuevo y terrorífico, debe serlo, si llegara una nave espacial y me abdujera no iría más que aterrorizada sin saber qué pasará (tranquilos, haters no estoy diciendo que los marcianos existen, aunque tampoco lo estoy negando), entonces este individuo asustado ve a su alrededor y en su mirada sólo se internan otras miradas de seres en la misma situación que él, aterrorizados van cientos a un destino desconocido. Llegan al matadero y sin tregua alguna personas los bajan a empujones de este trailer, ¿qué pasa?, ¿a dónde nos llevan? Seguro son las preguntas que reinan entre estos individuos. Mediante choques eléctricos, sí, de esos que duelen, son dirigidos hacia baños forzados donde chorros de agua se desperdician cayendo sobre ellos, ellos se asustan aún más, después de esto viene lo feo, lo que nadie queremos admitir, sigue el asesinato, y no, la mayoría de los rastros no siguen las normas de insensibilzar a los animales antes de matarlos, esto es ley y norma, pero, para qué gastar más si podemos sólo matarlos así tal cual, al fin son animales y van a morir, o peor aún, por qué no divertirnos y sacar nuestras perversidades más profundas con ellos.

Ahora déjame te cuento estas prácticas comunes e innecesarias en los mataderos. Un animal que va a terminar siendo tu alimento puede pasar por golpes hechos con mazos en la cabeza, sí, esos martillos gigantes con los que se tiran paredes; los empleados de los rastros parecieran medir su fuerza entre ellos para ver quién da el golpe más fuerte, por diversión también machacan chile y se los embarran en los ojos, incluso se los incrustan bajo sus parpados y ahí se los dejan. Al parecer estos hombres disfrutan provocando dolor y sufrimiento. También estos seres vivos reciben toques en partes blandas de su cuerpo como ojos y genitales. Me ha tocado ver gracias a las investigaciones de las que he sido parte que llegan a prender fuego a los ojos al recibir este tipo de electricidad, como digo, no es una exageración, lo he visto con mis propios ojos. Seguro no sabías que hay niños participando en estas matanzas, niños que deberían estar protegidos y alejados de la violencia practican cómo incrustar cuchillos en un cuerpo vivo que grita de dolor, creo que puedes imaginar fácilmente que después de esto son despellejados y amputados de sus miembros aún con vida.

Creo que aquí le paramos, para qué irnos más atrás, la verdad es que si sabiendo la crueldad que existe en un matadero si no reflexionas aunque sea un poco creo que hay algo muy torcido en ti. Cada charola de carne que ves en el supermercado pasó por un proceso de crueldad y en ese proceso estas tú, no lo dudes siendo de hecho la parte más importante porque en este circo de engranajes tú eres el que los hace funcionar, tu dinero, el placer, el pedazo de carne que durará cinco segundos en tu boca.

Puedes ayudar a disminuir la crueldad en los mataderos, ingresa a www.cambiemosleyes.com y manda fácilmente una carta a los senadores para que la crueldad sea castigada.

¡Cambiar se puede, créelo!

Blanka Alfaro
Especialista en diseño y mercadeo. Cuenta con una amplia trayectoria en el trabajo con organizaciones nacionales e internacionales de protección a los animales. Ha gestionado el rescate y el traslado de grandes felinos a santuarios en los Estados Unidos. Se desempeñó como Vicepresidenta en México y Vicepresidenta Senior del área Internacional en Mercy For Animals. Desde el año 2010 ha concentrado su trabajando en la creación y la gestión política de propuestas legislativas para mejorar la protección de todos los animales en México. Co-fundadora del primer santuario para animales de granja en México “Santuario Libres al Fin!”, Co-fundadora y Directora Ejecutiva de Liberum.

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