¿Y los 42?
Los bosques templados suelen ser lugares para trabajar que a excepción del clima frío son muy agradables puesto que los insectos no suponen un asedio constante. Esta característica benévola ha sido transferida a la cultura por lo que los cuentos nórdicos no están llenos de alimañas peligrosas como lo suelen estar los cuentos tropicales. Sin embargo en los bosques templados húmedos del sur del continente americano es común encontrarse con una sorpresa al trabajar.
Hace algunos años estuve trabajando en el sur de Chile y me llamaba la atención que la gente utilizara polainas, no entendía muy bien para que eran necesarias en una zona donde no hay víboras ni alacranes ponzoñosos, pensaba que se utilizaban para evitar tener los pies mojados por el exceso de agua acumulado en la vegetación, por lo que decidí no usarlas, puesto que me resultaban incómodas. Cierto día explorando un nuevo sitio en la isla de Chiloé descubrí que tenía manchas de sangre en los calcetines pero no sentía nada de dolor por lo que decidí detenerme para averiguar que estaba pasando. Cuál sería mi sorpresa al encontrarme varias sanguijuelas adheridas a mis tobillos, y por supuesto no sabía que hacer. Mi colega oriundo de aquellos lares me explicó que había que acercarles un encendedor o cigarro y solitas se soltaban. Con cierta desconfianza aproximé el encendedor y en efecto se despegaron y las tiré lejos de mi. En las siguientes salidas ya no me impresionaba el hecho de encontrarlas en mis calcetines y dado que las picaduras no duelen y cicatrizan relativamente rápido, hasta consideré que eran mucho menos terribles que los mosquitos o avispas tropicales. ¿Cómo es que un bicho que te está succionando la sangre no causa dolor en la víctima? Resulta que las sanguijuelas además de secretar sustancias anticoagulantes como la decrosina y la hementina para que haya un flujo constante de sangre hacia sus entrañas, también liberan anestésicos que impiden al huésped darse cuenta de su presencia por lo que no se sienten; los mosquitos también lo hacen pero las sustancias que secretan nos causan diferentes reacciones alérgicas y por ello tenemos piquetes y mucha comezón, mientras que las sanguijuelas sólo dejan una leve cortada.
Esta era mi idea romántica de las sanguijuelas, gusanos feos con actividades extrañas, pero realmente inofensivos; sin embargo, poco después de mi regreso a México, mi colega y amigo chileno tuvo una enfermedad horrible parecida al Typhus que lo tuvo hospitalizado un par de semanas. Los doctores no encontraban al agente causal, después de mucho indagar y realizar varios cultivos y pruebas, descubrieron que se trataba de una enfermedad causada por una Rickettsia, una bacteria poco común que puede ser transmitida por ácaros o ratas, pero en esta ocasión había sido transmitida por una sanguijuela puesto que no había ratas ni ácaros portadores de estas bacterias en la isla. Entonces la idea de dejarse picar por sanguijuelas en el medio silvestre porque no duelen, dejó de parecerme una idea inteligente y hoy considero que no es aconsejable, es mejor evitarlas.
Las sanguijuelas, como cualquier otro bicho tienen características muy interesantes y únicas. Pertenecen al grupo de los gusanos anélidos, pero a diferencia de las lombrices han perdido la apariencia externa de los anillos y su cuerpo es liso. Sin embargo si retienen otras peculiaridades del grupo como lo es el ser hermafroditas, es decir que cada individuo pertenece tanto al sexo masculino como al femenino. Esta particularidad les permite “decidir” dependiendo de las circunstancias si se comportan como hembras o como machos. Tienen fecundación interna y una vez que se realiza, se depositan los huevecillos en una estructura llamada clitelio que en algunas especies permanecen unidas al padre-madre hasta su eclosión y en otras son depositadas en el suelo o en el lecho de los ríos. Su respiración es a través de la piel y tienen ojos que varían en número dependiendo de la especie.
En México hay pocas especies, se han descrito 27 pero comunes tanto en hábitats terrestres como acuáticos, eso sí tienen que ser sitios con mucha humedad. El cuerpo de las sanguijuelas está constituido por una boca rodeada de una serie de gachos que actúan como ventosa, un cuerpo alargado y aplanado que termina en otra ventosa que les permite anclarse a la vegetación y esperar a que pase su víctima. Para desplazarse utilizan las dos ventosas y dan la apariencia de un gusano medidor. Las sanguijuelas mas conocidas son hematófagas pero otras especies también son depredadoras de invertebrados, como no tienen mandíbulas, éstas se alimentan de sus presas succionando sus fluidos.
Por otro lado, desde la antigüedad los seres humanos han establecido una relación médica con las sanguijuelas. Hay reportes de India y Grecia que hablan de cómo las sanguijuelas, en particular la sanguijuela europea (Hirudo medicinalis), ayudaban a restablecer los “humores” así como curar enfermedades de todo tipo. En los siglos XVIII y XIX se popularizó tanto su uso que la demanda por ellas que comenzaron a escasear y se desarrollaron normas para regular su comercio y se establecieron temporadas de colecta. ¡Quién podría pensar que hasta un gusano hematófago podemos poner peligro de extinción! Al parecer las poblaciones se recuperaron y al disminuir la demanda los bichos ya no están en peligro.
Actualmente hay una nueva moda de usar a las sanguijuelas en cirugías reconstructivas y estéticas puesto que ayudan a que no se gangrenen los tejidos, estimulando la circulación en las arterias pequeñitas y favoreciendo la cicatrización, obviamente tomando en cuenta las bacterias que tienen asociadas, al aplicar estas terapias se debe asegurar que también se administren antibióticos específicos para que el paciente no enferme de algo grave.
Aquí les dejo información sobre otros bichos maravillosos que por el uso excesivo del humano también estuvieron en peligro.
Para conocer mejor a las sanguijuelas mexicanas:
Oceguera Figueroa, A., M. E. Siddall y L. García Prieto. 2010. Sanguijuelas. CONABIO. Biodiversitas, 90:1-5