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Óscar de la Borbolla

17/12/2018 - 12:03 am

Los ciclos de la ruina

Pero lo que fue sencillamente ya no está, porque es pasado, y el porvenir -el que uno quiere- es no sólo una sorpresa sino que viene, si acaso viene, como un fatigante vuelo demorado.

"El sostén de la esperanza radica, sin embargo, en la idea de “ciclos”; en la convicción firme de que al día lo sucede la noche y lo que baja sube y, así, con todo". Foto: Especial

Hay épocas en las que la ruina conspira con más intensidad. Uno lo nota en cuestiones insignificantes: la camisa del pijama se desgarra una noche, unas orquídeas amanecen marchitas y el adorno que llevaba años ahí, en la repisa, estalla contra el piso. No es esto ni es aquello, sino que pareciera una epidemia de desgracias que va desajustándolo todo. Y, a veces, hasta la salud se colapsa y uno presencia atónito el desastre: el propio y el de los objetos y el del mundo que lo circunda a uno.

Es el apocalipsis personalizado, las siete vacas flacas que vinieron a comerse a las rozagantes y ni así engordaron. Y, para coronarlo todo, está el frío y este Sol poquitero de diciembre que se asoma tarde y se oculta temprano.

Hay épocas en las que el único refugio es pensar en otras épocas: en las que fueron gloriosas en el pasado y en las que ojalá lleguen pronto mañana. Nostalgia y esperanza son los senderos que se abren cuando el presente es una colección de cosas rotas. Porque hubo tiempos buenos, maravillosos, y uno desea que también en el futuro nos aguarden otros más luminosos y mejores. Que los habrá no hay duda. Esta es la esperanza de la que uno cuelga, de la que uno se agarra para atravesar los días aciagos cuando el derredor se descompone.

Pero lo que fue sencillamente ya no está, porque es pasado, y el porvenir -el que uno quiere- es no sólo una sorpresa sino que viene, si acaso viene, como un fatigante vuelo demorado.

El sostén de la esperanza radica, sin embargo, en la idea de “ciclos”; en la convicción firme de que al día lo sucede la noche y lo que baja sube y, así, con todo. Y uno coopera: se pone a reemplazar orquídeas muertas por orquídeas nuevas y se consigue no sólo un nuevo adorno, sino una repisa recién hecha.

Hoy tengo ganas de que ya sea pasado mañana.

Twitter: @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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