Discursos de la desestabilización (II. Las tácticas insurgentes de Sendero Luminoso)

17/12/2014 - 12:01 am

Para bien o para mal, nuestro país apenas vio durante los setenta incidentes con las guerrillas, al contrario de otros países del hemisferio que llegaron a sufrir durante esos años crueles atentados a las poblaciones civiles e incluso intentos por desestabilizar las economías regionales. Más aún, el EZLN ha navegado a partir de 1994 como una guerrilla amigable y populachera, bajo el amparo de la tregua que ese año se estableció.

¿Fueron las guerrillas en Iberoamérica resultado de las dictaduras? No hay elementos para afirmar eso. En Uruguay los Tupamaros iniciaron acciones en 1966, alcanzaron su  tope de agresiones en 1970 y en 1972 la democracia colapsó a manos castrenses. En otros países las democracias colapsaron por muchos factores societales, entre los cuales se encontraban las presiones de grupos radicales en ambos extremos. También hay casos que las guerrillas surgieron justo cuando se trataba de volver a la institucionalidad democrática.

Por lo anterior, en esta serie de editoriales se ha querido mostrar ideas y tácticas de grupos guerrilleros de los setenta y ochenta, para identificar postulados y formas de actuar. De esa forma se espera que se llegue a entender mejor la forma de actuar de algunos de los grupos que participan en la actual crisis de gobernabilidad que enfrenta nuestro país.

En esta ocasión se hablará de las tácticas de uno de los grupos guerrilleros más radicales y sangrientos: Sendero Luminoso, cuyo nombre oficial es el Partido Comunista del Perú (PCP-SL). Surgido en 1970, inició actividades justo cuando el país restablecía el orden democrático en 1980. Se estima que entre 1980 y 2000 asesinaron a más de 31,300 personas en el afán de establecer la dictadura del proletariado.

¿Cómo surgió Sendero Luminoso?

El PCP-SL surgió en 1970, después de la reorganización del Partido Comunista Peruano. Su base original fue la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, donde el líder del movimiento, Abimael Guzmán Reynoso, conocido como “Presidente Gonzalo”, daba clases de filosofía. El movimiento contó con una membresía de 500 personas y no llegó más allá de 3,000 en su momento de apogeo a mediados de los ochenta.

Su primera aparición fue en 1980, durante las primeras elecciones en once años. Intentaron quemar urnas electorales en la región de Ayacucho. Si bien tuvieron un fuerte apoyo popular en zonas rurales durante sus primeros años gracias a que eliminaban o atosigaban personajes considerados impopulares como ladrones de ganado, capataces o comerciantes, sus agresiones subieron de tono conforme instalaban a partir de 1982 Comités Populares: poderes paralelos al Estado, donde toda desviación o denuncia era castigada con muertes cruentas como lapidaciones, cocciones en agua hirviendo, hogueras y otros.

Su base económica era la protección al narcotráfico en las regiones que controlaban. Se estima que la recaudación por hojas de coca osciló entre los 20 y los 100 millones de dólares anuales.

Aunque la respuesta del Estado tardó en los primeros años, conforme crecían los actos terroristas del campo a las ciudades el movimiento perdió apoyos. En 1992 el “Presidente Gonzalo” fue capturado y hoy purga cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad. Poco a poco fueron capturados otros líderes. Hoy día existen células dispersas y con poca capacidad operativa, más vinculadas al narcotráfico que a la lucha revolucionaria. Operan desde Europa una página, cuya dirección es solrojo.org.

Tácticas

Probablemente el comunicado que mejor ilustra su programa y tácticas de ataque fue el del 1 de agosto de 1986, titulado Desarrollar la guerra popular sirviendo a la revolución mundial. Se le puede descargar en la página del Centro de Documentación de los Movimientos Armados (cedema.org).

Para el PCP-SL, la táctica era “cercar las ciudades desde el campo” para librar “la guerra revolucionaria en campo y ciudad como una sola unidad siendo el campo el teatro principal de la acción armada y el citadino complementario pero necesario; en síntesis una guerra popular, en esencia una guerra campesina dirigida por el Partido Comunista, cuya médula es crear bases de apoyo”.

Esto es, tomar áreas rurales, de tal forma que se desabastezcan las ciudades. También implicaba destruir las economías locales a través de los llamados “paros armados”: forzar que se detuviese toda actividad económica en una ciudad controlada por el grupo armado. En este esquema también se hostigaba y humillaba públicamente a comerciantes o a todo aquel que fuese considerado como enemigo del “pueblo”.

En el documento citado se puede ver cómo concebían su estrategia para derrocar al Estado: “el 80 es del inicio de la lucha armada, de la guerra de guerrillas; el 81 y 82 son del despliegue de la lucha guerrillera y del surgimiento de los Comités Populares, del Nuevo Poder de obreros, campesinos y pequeño burgueses, de dictadura conjunta, basada en la alianza obrero-campesina, dirigida por el proletariado a través de su Partido”.

Al ver la operación de dichos Comités Populares como poder paralelo al Estado, no se puede les puede distinguir en los hechos de los Comités de Salud Pública de la Primera República francesa: eran tribunales que a nombre del proletariado eliminaban sistemáticamente toda oposición, desde clérigos, propietarios incluso personas consideradas como “delatoras”. Hubo casos donde incluso se masacraron comunidades enteras a nombre del “pueblo” y a través de Jueces Populares.

Prosigue el documento: “el 83 y 84 son años de lucha en torno a restablecimiento-contrarrestablecimiento, esto es de la guerra contrarrevolucionaria por aplastar el Nuevo Poder y restablecer el Viejo y de la guerra popular por defender, desarrollar y construir el Poder Popular recién surgido, dura contienda librada entre las fuerzas armadas reaccionarias y el Ejército Guerrillero Popular; y del 85 a hoy la continuación de la defensa, desarrollo y construcción para el mantenimiento de las bases de apoyo y la expansión de la guerra popular a todo el ámbito de nuestras serranías de Norte a Sur”.

De esta forma “La revolución peruana desde el 83 se desenvuelve bajo la gran concepción estratégica política de “Conquistar bases” y la militar de desarrollar la guerra popular, ésta, aplicando principalmente la guerra de guerrillas complementada con acciones guerrilleras de sabotaje, aniquilamiento selectivo y propaganda y agitación, cumple la tarea medular de crear, mantener y desarrollar bases de apoyo y expandir a todo el ámbito la guerra popular, siguiendo las variaciones que la fluidez de la guerra de guerrillas impone no sólo al Nuevo Estado sino a todas las formas de la construcción y trabajo revolucionarios. Es dentro del plan fundamental de “Conquistar bases” que se ubica el actual, “Plan de gran salto”, que sujetándose a la estrategia política específica de “dos repúblicas se expresen, dos caminos, dos ejes”, esto es: dos repúblicas, la del viejo Estado peruano reaccionario y la República Popular de Nueva Democracia en formación; dos caminos, el viejo e inconducente de los votos que sólo sirve a mantener el orden explotador y el nuevo de las armas que está transformando la sociedad peruana en función del pueblo; dos ejes, la gran burguesía como cabeza de la dictadura de clases imperante al servicio del imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad, el negro y oprobioso pasado en destrucción y el proletariado que, representado por su Partido Comunista, dirige la revolución democrática que triunfante abrirá las puertas al socialismo y continuando con revoluciones culturales, fundido en la gran epopeya de la revolución mundial, se adentrará en el futuro: el comunismo, meta única, necesaria, ineludible e irrenunciable de la humanidad. Estrategia política que a través de la estrategia militar de generalizar la guerra de guerrillas se plasma en cuatro campañas de contenidos específicos.”

El documento prosigue por varias páginas más, pero haciendo un recuento de actividades bélicas.

Como se dijo en la primera editorial de esta serie, no es de mi interés señalar personas o grupos. Sin embargo, quiero invitar al lector a conocer los postulados de las partes, sus discursos y poder distinguir causas y líneas de acción.

Fernando Dworak
Licenciado en Ciencia política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro en Estudios legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (FCE, 2003) y coautor con Xiuh Tenorio de Modernidad Vs. Retraso. Rezago de una Asamblea Legislativa en una ciudad de vanguardia (Polithink / 2 Tipos Móviles). Ha dictado cátedra en diversas instituciones académicas nacionales. Desde 2009 es coordinador académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM.
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