Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).– El trofeo de la Copa Davis es uno de los más grandes en el deporte. En contra del espíritu individual del tenis a lo largo del año, jugar por este torneo implica ser parte de un combinado nacional. Desde 1900, el tenis goza del sentimiento nacionalista implícito de otras disciplinas como el futbol o el basquetbol que parten del esfuerzo colectivo para triunfar. La Davis es el campeonato con más participantes del mundo.
Dwight Filley Davis fue un tenista nacido a finales del siglo XIX. Campeón del campeonato nacional de los Estados Unidos, visualizo una competencia trasatlántica en la que Inglaterra pudiera ser derrotada por la nueva “América” establecida. La idea se curtió alimentando el sentido de pertenencia nacional. Los primeros años, los duelos de lenguaje anglosajón forjaron el inicio de una historia deportiva de éxito.
En 1945, con la muerte de Dwight, se decidió cambiar el nombre honrando al visionario deportista. Como una especie de duelos de honor, la competencia anotaba a los tenistas finalistas y ganadores en la pequeña bandeja que funcionaba como trofeo. La evolución del torneo hizo que se terminara por añadir dos bandejas más. Así se edificó uno de los más grandes galardones en el mundo deportivo.
Imposibilitada por las guerras mundiales que ha padecido el mundo, la Copa ha tenido curiosidades que han alimentado su prestigio. La realidad política ha influido en el desarrollo a lo largo de los años. En 1974, la india se negó a jugar contra Sudáfrica debido al apartheid. Grandes figuras han desfilado con el pretexto de la ensaladera. La identidad nacional, en un deporte individual, conforma un mística que rodea un deporte de tinte individual.
Este año, los invitados son dos países que han sabido ganar la competencia en los últimos tres años. Serbia, con Novak Djokovic como principal figura, se enfrentará a República Checa que tiene en sus filas a Thomas Berdych. Un duelo de Europa del este con alto nivel en cancha. La ensaladera prepara una fiesta el próximo noviembre. Ayer, los finalistas festejaban su estatus sabiendo la importancia de la competencia.
Lejos de los grandes premios de los Grand Slams, sin el glamour de Roland Garros, sin el protocolo de Wimbledon o la espectacularidad del US Open, la Copa Davis genera una pasión desmedida y un triunfo simbólico para la nación triunfante. Serbia se deshizo de Canadá y República Checa de Argentina. La final, sin sede decidida, aportará el honor del deporte justo al final del año, donde las clasificaciones se definen en el torneo Masters de Londres. La copa, de tres pisos, espera a sus nuevos integrantes.
