Las difusas fronteras del Voyager 1

17/09/2013 - 12:00 am
Voyager1
Crédito de la imagen: NASA/JPL-Caltech

La vida cotidiana está muy lejos de parecerse a los mundos extremos de la naturaleza. A escalas astronómicas y niveles atómicos las cosas son muy diferentes a lo que uno está acostumbrado habitualmente. La idea de una “frontera cósmica” bien definida es un ejemplo ilustrativo, que nos muestra lo difícil que es entender y explicar el límite físico de una región, incluso cuando ésta es cercana y pequeña en comparación con el resto del universo.

Entre jueves y viernes de la semana pasada, la noticia de que la sonda Voyager 1 “salió del sistema solar”, después de 36 años y casi 19 mil millones de kilómetros de viaje interplanetario, acaparó muchos de los titulares en medios de comunicación a nivel mundial. La nota –que poco tiene de ser nueva– vino acompañada por un artículo de investigación en la prestigiosa revista Science y algunas ruedas de prensa del equipo de científicos de la NASA.

Sin embargo, es curioso que desde agosto del año pasado otros grupos de investigación ya habían presentado sus propios argumentos y resultados para anunciar la tan anhelada partida del Voyager 1. Así pues, la misma noticia se ha dado hasta en tres ocasiones en los últimos dos años. ¿Hubo alguna confusión? ¿Por qué los científicos han afirmado más de una vez que Voyager 1 “ahora sí ha salido” del sistema solar? ¿Qué evidencias hay para confiar en esos “ahora sí”?

Para empezar, “salir del sistema solar” no es algo que pueda definirse y comprobarse fácilmente, no es como decir que salimos de un municipio, una delegación o un estado con el simple hecho de cruzar una calle o uno de esos letreros carreteros de “Está saliendo de …”. La frontera del sistema solar, en términos comunes, se ha considerado como la región en la que la influencia del viento solar es opacada por la interacción del llamado espacio interestelar (el material o medio que hay entre las estrellas). Así, en torno al Sol –incluyéndonos a nosotros– se ha formado una gran burbuja, compuesta de plasma (gas tenue a altas temperaturas), electrones y otras partículas subatómicas, llamada heliosfera. Establecer con precisión su límite es muy complicado pues depende de factores como el campo magnético del Sol, la influencia de partículas cargadas y la densidad de ese plasma.

El Voyager 1 tiene tres formas de detectar si efectivamente, o no, ha cruzado el límite de esa burbuja solar. Desgraciadamente, el instrumento que mejor podría aclararlo falló hace muchos años durante su paso por Saturno y los científicos ahora dependen de observaciones indirectas.

En agosto del 2012 se detectaron cambios en el tipo de partículas energéticas, llamadas rayos cósmicos, que provienen desde dentro y fuera de la heliosfera. Los detectores comenzaron a observar solamente señales de partículas asociadas con el exterior, lo que hizo pensar a muchos científicos que Voyager 1 había cruzado la frontera. Sin embargo, los sensores de la sonda no registraron ningún cambio en la dirección del campo magnético, algo contrario a lo esperado. Esto provocó que el anuncio público de la entrada del Voyager 1 al medio interestelar fuera tomado con cautela por otros colegas cuya prueba de fuego radica en el cambio del campo magnético.

Sin embargo, en agosto de este 2013, un grupo externo al proyecto publicó un artículo en el que mediante complejas simulaciones computacionales mostraron que los cambios magnéticos esperados podrían no ocurrir después de todo, de manera que la detección de rayos cósmicos del exterior debía interpretarse como la salida de la sonda. Finalmente, y a falta de mediciones directas, la semana pasada se publicó un estudio que utiliza las eyecciones solares para estimar la cantidad de partículas entorno al Voyager 1 y determinar así su verdadero ambiente. La observación se hizo desde la sonda gracias a las emisiones de ondas de radio que el plasma solar produce y que fueron generadas justo al entrar en el espacio interestelar.

El resultado arroja un contundente “sí, ha cruzado”, según la mayoría de los investigadores. A pesar de todo, algunos de ellos prefieren la cautela y desean esperar la confirmación de cambios en el campo magnético en las regiones limítrofes de la heliosfera. Por lo visto, la historia de esta frontera solar está lejos de llegar a su fin muy pronto.

Sin embargo, a pesar del largo viaje y las difusas y complicadas aduanas, Voyager 1 es nuestro legado como civilización y representa el coraje y entusiasmo por surcar las regiones más lejanas y desconocidas de nuestro universo. Su aventura es la aventura de una generación que vio en la ciencia y la tecnología el camino para alcanzar metas, alguna vez inimaginables. Lo cierto es que Voyager 1 lleva consigo la firma humana que caracterizó a los antiguos navegantes y exploradores: el sueño por conocer y descubrir nuevos mundos.

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@naricesdetycho

Vicente Hernández
Astrónomo y divulgador de la ciencia
en Sinembargo al Aire

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